ETAPA 22: VIITASAARI-HELSINKI
Distancia total ruta: 367 kmsTiempo total: 4 horas 36 minutos
Ciudades visitadas: 2
Paradas: 3
Consumo medio: 4,56 l/100
Despertamos a orillas del precioso lago Keitele, aquí en Viitasaari, con los ánimos renovados y sintiéndonos cada vez más próximos al sur, afortunados de seguir en la liza de dar la Vuelta a Europa en Moto. Mientras los pájaros que anidan encima nuestra comienza a canturrear, nosotros aprovechamos para desayunar con una última vista al lago y sus inhóspitas islas, lágrimas de tierra en mitad del "mar" de Finlandia. No sabría muy bien describir las sensaciones, pero parece como si acabáramos de despertar de un dulce sueño con tintes de pesadilla. En dicho sueño, lo hemos pasado muy mal como por ejemplo el camino a Nordkapp, las caídas, el frío, pasar por Dinarmarca, pero también muy bien: Llegar a Nordkapp, atravesar el Círculo Polar Ártico, conocer a Santa Claus, etc. Ahora, después de casi tres semanas de aventura y bajo el amparo de los bosques fineses M Carmen y yo vamos reflexionamos sobre todos esos momentos que para bien o para mal van conformando poco a poco la historia de este viaje. Un gran viaje para conocer nuestro continente y descubrirse a uno mismo.
Por un momento, parecía que estábamos bordeando una costa de algún fiordo o algo parecido. Sin embargo, aquí los fiordos hace mucho que se fueron, dejando paso a estos lagos glaciares como vestigios de la última glaciación. Paisaje bello, salvaje el que atravesamos y por que no decirlo, hipnótico que hace que los kms transcurran como lo segundos en un reloj hasta Jyväskylä. Ciudad que estuve a punto de perder porque casi me equivoco en un cruce, menos mal que mi navegante está siempre atenta a cualquier eventualidad, saca su movil para corregir el rumbo y observa que, por ahora, lo mantenemos.
- Rafa, tu sigue siempre las indicaciones hacia la E-75, el final de esa carretera es Helsinki
- OK - le respondo.
Sin embargo, no es tiempo de preocuparse de eso y si de disfrutar del viaje que se muestra ante nosotros, grandes planicies se extienden a lo largo del horizonte. Entre los arboles que nos flanquean se cuela de vez en cuando el destello de la luz reflejada en los lagos, o mejor dicho del lago Päijänne, que nos flanquea por nuestra derecha. Este lago es una masa de agua tan vasta que deja al lago Keitele en un mero charco. Según avanzamos podemos ver en algún la multitud de islas que salpican el lago al igual que en Viitasaari, casi nos da la sensación de no haber avanzado al "navegar" entre dos de los lagos más grandes de Finlandia, sin embargo, hemos avanzado por más de 100 kms.
Es justamente el cuentakilometros el encargado de avisar de la pronta necesidad de repostar, sin duda, este acto tan protocolario en los viajes en moto, se convierte a veces, es la fea pausa de un espectáculo increíble. Nosotros la hacemos en una gasolinera (a lo grande, como todo aquí en Finlandia) cercana a la localidad de Heinola. Allí encontramos la ocasión perfecta para parar, calentarse un poco, estirar un poco las piernas y porque no, reflexionar sobre el devenir de la etapa del día. A esto último me dedico mientras M Carmen va al baño, entonces me sucede algo que mi novia lamentaría haberse perdido.
De pronto, se para frente a mi una BMW RT 1200 de color plateado con dos personas a bordo, la de atrás parece una mujer. Ambos se encuentran perfectamente conjuntados con un traje negro de cordura Rukka, y un casco BMW rojo. Ella se baja de la montura, mientras el hombre espera, se quita al casco y se dirije hacia mi. La mujer tendrá en torno a los 45 años, pero no me quedan claras sus intenciones - ¿Querrá preguntarme una dirección?¡A menudo le va a preguntar! - pienso.
- Bien, no estoy esperando a mi novia - respondo con extraña timidez. Y digo extraña porque siempre había recibido con alegría el encuentro con cualquier persona durante el viaje. Sin embargo, este encuentro se ha dado de improviso y me encuentro un poco inseguro de hacia donde va esta conversación.
- ¿De donde venís? - dice con curiosidad mientras mira el Falco Stradale y observa las banderas nacionales que portamos.
- Somos de España y venimos de allí - respondo con cautela.
- A mi marido y a mi nos encanta España, las mejores vacaciones de nuestra vida fueron allí - En ese momento, se hace una pausa, interrumpe su discurso me coge la mano y me dice con profunda emoción: ¡¡Bienvenidos a Finlandia!!, espero que te guste mi país tanto a nosotros el tuyo ¡Buen Viaje!
La extrañeza de la situación me hace emitir un somero: "Gracias" acompañado por una sincera sonrisa, la cual ella me devuelve. A continuación se monta en la moto y se marchar de forma tan cauta y educada que cuando vinieron. Para cuando M Carmen vuelve a mi encuentro ellos se han ido, sin embargo no ha desaparecido de mi la cara de asombro y una pose con mi mano de derecha en claro gesto de dar la mano a alguien que ya no está.
- Rafa, ¿Que te pasa? - pregunta mi novia intrigada.
- M Carmen, no te lo vas a creer ha venido una pareja de motoristas. La de atrás, que era una mujer se ha bajado, me ha dado la mano y me ha dado la bienvenida a su país, luego se ha marchado, sin más. - le cuento de forma resumida.
-¿Y no les ha dicho que esperen?nos hubiéramos hecho alguna foto con ellos o invitado a un café.
-M Carmen no he podido, cuando he querido reaccionar se han marchado - me explico con algo de pena por quedarme con las ganas de saber algo más de estas hospitalarias personas
Esta claro que aunque lo intentamos no es fácil quitarnos el "chip" que portamos de tierras hispanas. Aquí parece normal pararse y desearle a un desconocido un buen viaje. En nuestro país esto podría ser el preludio de un hurto y robo. Sin duda, tenemos mucho que aprender en civismo y educación de la gente del Norte de Europa.
La amabilidad de este par de desconocidos finlandeses colma los temas de conversación entre nosotros de camino a la capital del país. Desde luego, es agradable conocer gente, aunque sea de esta manera tan breve. Gente que casi con toda seguridad no volveremos a ver jamás, pero que gracias a la moto hemos conocido, aportando algo a nuestra aventura. Desde que empezó la misma allá por finales de Junio he observado en M Carmen algunos cambios en cuanto a la concepción de los amantes de las dos ruedas y de los viajes en moto. Poco a poco se va dando cuenta de que los moteros viajeros somos como una gran familia en la que poco importan los idiomas, etnias o las nacionalidades, en la carretera eres uno más y todos tenemos en común el canal del negro asfalto por el que rodamos y las ganas de descubrir nuevas cosas de este gran mundo.
Siguiendo el curso de la E-75 llegamos hasta la ciudad de Lahti, ya nos queda poco para Helsinki - que corta está siendo esta etapa - pienso. Está claro que lo mejor para viajeros desasistidos por GPS con malos mapas de carreteras es seguir una carretera principal y bien señalizada como esta para encontrar tu destino. De A a B parece que lo vamos a hacer bien, la cuestión será parar llegar a C, mientras, decidimos no preocuparnos y disfrutar del viaje. Aunque poco a poco el paisaje silvestre va tornándose cada vez más urbano, ya que las poblaciones se va sucediendo con más frecuencia, se nota que ya va quedando menos para llegar a Helsinki, la perla del Báltico. Después una hora de viaje, y pasando la ciudad de Vantaa entramos en el radio de la capital finesa, por fin hemos llegado a Helsinki, tras una etapa de lo más tranquila en lo meteorológico, tan acostumbrados a que nos cosas que se nos hace raro tener la conclusión de la etapa tan próxima. Mi navegante toma más protagonismo, y con su ruta grabada en el móvil intenta guiarme por la capital. Como de momento, la geolocalización tiene retardo, yo no me complico y me dirijo hacia el Centrum de Helsinki a ver que nos encontramos.
Helsinki es una ciudad bellísima, con edificios de una arquitectura modernista muy diferentes a lo que habíamos visto hasta ahora en nuestra aventura, se nota sin duda la influencia soviética en la clasicismo, sobriedad de sus edificios, y en la disposición concéntrica de sus calles. También se vislumbra una cierta influencia sueca en la limpieza de las mismas y en la abundancia de espacios verdes de la ciudad. Tanto me encandila la capital finlandesa que sin saber muy bien como acabamos en la zona del puerto.
- Rafa, espera un momento, que no se por donde vamos - me dice M Carmen algo desesperada.
- Vale - le respondo mientras paro mi moto para orientarnos.
- M Carmen, me voy a volver loco ¿Que le pasa al móvil? - pregunto algo airado
- Pues que la maldita bola va dando saltos de un sitio a otro, no se lo que ocurre - responde ella algo apurada. - Pregúntale a alguien por la calle - me apunta ella.
Todos mis intentos acaban en un rotundo fracaso debido a que los finlandeses parecen haberse olvidado del ingles para comunicarse con extranjeros perdidos como nosotros. Desesperado ante la falta de una solución a nuestro problema, observo en una marquesina de autobús un cartel que pone WIFI. En ese instante se me enciende la bombilla, rápidamente le cojo el móvil a mi novia y desbloqueo el modo avión, busco las redes WIFI cercanas y observo una que pone: HELSINKI-WIFI, totalmente libre y sin clave. Pulso sobre ella y automáticamente se calcula nuestra ruta hacia el hotel en el GPS del movil, estamos salvados.
- ¡M Carmen, tenemos WIFI! - grito de alegría ante el asombrado gentío.
- ¿Y eso? - pregunta ella extrañada
- No lo se, es posible que toda la ciudad de Helsinki tenga una red WIFI gratuita para los ciudadanos
¡Venga ya! - dice ella con incredulidad. Mientras hablamos sorprendidos entre nosotros, se acerca a nosotros una chica y aprovecho para preguntarle por el WIFI. Efectivamente, me confirma que aquí el WIFI es gratuito para los ciudadanos, evidentemente con una velocidad standard. Además me apunta otra curiosidad: Resulta que en toda Escandinavia se puede hablar como si de una llamada local se tratará, es decir que en Dinamarca, Noruega, Suecia y Finlandia, la gente puede hablar sin pagar roaming, y lo mismo pasa con el internet en el movil. Simplemente, sin palabras, M Carmen y yo nos miramos con una cara de asombro que no nos cabe en el casco .
-Desde luego, Rafa cada vez pienso más que en España las grandes compañías no hacen más que sacarnos el dinero descaradamente. - exclama indignada
- Bueno, supongo que es la diferencia entre un país serio y otro bananero. -
Con el asombroso descubrimiento del WIFI de Helsinki y con el GPS del móvil funcionando a pleno rendimiento mi querida navegante nos guía sin problemas al hotel. Un hotel situado a las afueras de la ciudad, dentro de un barrio de bloques de pisos, bastante tranquilo la verdad, que por el aspecto parecen frecuentados por estudiantes. Al llegar comprobamos que el hotel es un bloque de pisos que ha sido reconvertido en una residencia de estudiantes, aunque algunas de sus habitaciones han sido destinadas a huéspedes. Aún así tiene un aspecto cuidado y minimalista, sin duda una buena residencia a bajo precio, hago el check-in mientras M Carmen deja nuestros bártulos en la entrada. La recepcionista me da la llave de la habitación que está en un 7º piso y allí nos dirigimos con ganas de ponernos ropa más cómoda y lanzarnos a la búsqueda de Helsinki, aunque apremia más la búsqueda de algún lugar barato para comer. M Carmen acude al rescate y ya tiene preparada una mini-guía sobre que ver en Helsinki en un día, con recomendaciones de lugares para comer. Por lo que pone hay un buffet libre llamado Golden Rax frecuentado por los estudiantes de la capital en los que por 8€ (durante el día) puedes hartarte de todo.
Después del almuerzo y antes de visitar más cosas de Helsinki, decidimos ir andando hasta la Estación de Trenes de la capital que se encuentra cerca de nosotros, con la clara intención de cambiar moneda para los países que tenemos por visitar en los próximos días. Todavía tenemos algunas monedas y billetes de Suecia y Noruega (las coronas danesas fueron cambiadas a noruegas). En principio, la misión parece difícil dado lo grande del edificio y su enigmática estampa digna de las películas de Batman. En ocasiones me parece que esta estación de trenes está inspirada en Gothan, tanta es mi perplejidad que M Carmen tiene que llamarme la atención para volver a la Tierra y concentrarme en la tarea del cambio. Parece que ella ha localizado un puesto de cambio. Antes de hablar con la chica que lo regenta, hablamos sobre el cambio que debemos efectuar.
- Rafa, ¿Qué moneda vas a cambiar? - me pregunta.
- Voy a cambiar la sueca y la noruega que nos sobraron del viaje y cambiarlas a Lats letones y Litas lituanos - le respondo
- Bueno, ¿Cuanto dinero vamos a gastar en esos países?
- Pues aproximadamente gastaremos el importe de los hoteles, más un repostaje en cada país y un poco para comida. - pienso en voz alta
- Eso no creo que sea mucho dinero, ¿No crees? ¿Porque no ajustamos la cuenta para estos dos países y el resto lo dejamos para Polonia? Recuerdo que vamos a estar allí dos días completos.
Esta claro que M Carmen tiene razón en su razonamiento, así que sacamos el móvil y con la aplicación del cambio calculamos un poco por encima cuales van a ser nuestros futuros gastos en Letonia y Lituania. Obviamente, Estonia queda descartada del gasto por dos motivos: En Estonia se maneja el Euro y vamos a pasar fugazmente por él, en el día de mañana pasaremos por tres países en un mismo día, igual que cuando pasamos de Alemania a Noruega pasando por Dinamarca. Sin duda, la de mañana será una jornada intensa. Por eso misma razón, con la tranquilidad que nos brinda Helsinki queremos hacer el cambio aquí para no perder tiempo mañana en alguna ciudad del Báltico.
Cuando por fin, me pongo ante la chica le explico la forma en que queremos hacer el cambio, aproximadamente dos terceras partes en Zlotys polacos, y el resto a partes iguales en Lats y Litas. M Carmen permanece en un segunda plano mientras hablo con la chica, pero no deja pasar la oportunidad de comprobar el cambio de estas monedas con respecto al Euro. La sorpresa llega cuando la operación se efectúa y nos cobra una comisión irrisoria de 1 euro aproximadamente. Ni punto de comparación con los 16 que me exigieron en un banco noruego por cambiar moneda danesa a coronas noruegas. Como consejo y lección aprendida puedo señalar que si necesitas cambio nunca vayas a un banco, intenta siempre cambiarla en aeropuertos, estaciones de trenes o buses, tu bolsillo te lo agradecerá.
Con el cambio efectuado salimos de la estación por una puerta diferente a la que entramos y vamos a dar a una concurrida plaza. Desde allí podemos admirar la altísima torre del reloj coronada por una impresionante cúpula de color verde bronce. Nuevamente andando y con la inestimable ayuda de la guía de mi novia, nos dirigimos a la Catedral de Helsinki, que se encuentra relativamente cerca de allí a los pies de una gran escalinata. Un edificio de mármol blanco a medio camino de edificio clásico, observatorio astronómico y panteón, que guarda cierto parecido, salvando las distancias, con el Sacre Coeur de París. Desde luego, ambas tienen cosas en común, su color inmaculado en contraste con el resto de la urbe, y su situación enfrente de una colina.
En su interior, igualmente blanco, no se encuentra nadie, tenemos un interior bastante sobrio muy a colación con la estética de las catedrales luteranas carente de adornos. Cuando entramos, se hace el silencio más absoluto, no hay nadie, estamos solos. Bueno casi, y digo casi porque hay una mujer vigilando nuestros movimientos. Nosotros ajenos a ella, disfrutamos del interior, damos una vuelta admirando su belleza y comprobamos como esta catedral es sede de pequeños conciertos, sin duda buena acústica tendrá.
Al terminar la breve visita, nos hacemos algunas fotos del exterior, en el que se puede observar las 12 estatuas de los 12 apóstoles situadas en la azotea, sus cúpulas verdes, sus cruces doradas coronándolas, etc. todo en ello se conforma un conjunto de belleza sin parangón. Sentados en la cima de la colina donde está situada la catedral, bajo la sombra de este edificio uno descubre porque este edificio es el más visitado de la ciudad y símbolo de Helsinki. Desde lo alto de la loma podemos observar con claridad varios edificios interesantes como el Senado de Finlandia, la Universidad de Helsinki (no creo que el campus) y la estatua de Alejandro II de Rusia, la cual corona los vastos dominios de la plaza, una plaza con vistas al mercado de la ciudad y al mar Báltico.
Comprendemos entonces porque a esta ciudad se la nombra como La Perla del Báltico. No es para menos, desde nuestra privilegiada posición observamos con altiva admiración esta bella ciudad mientras contemplamos el sol un poco más bajo de lo habitual. Es una señal inequívoca de que poco a poco el influjo del sol de medianoche va a desaparecer en cuanto abandonemos esta ciudad y sigamos rumbo al sur de nuestro continente de vuelta a casa.
Hemos disfrutado de unas horas que han pasado como minutos, pero va siendo hora de volver a nuestro hotel. Decidimos, gracias a la benevolencia del WIFI finés, visitar con más calma el paseo marítimo de Helsinki, una zona bulliciosa pero manejable en cuanto a tráfico se refiere, donde observamos con más calma los numerosos barcos atracados en el puerto, sin olvidarnos del barco turístico antes nombrado. El cansancio acumulado unido a la tensión de la etapa nos hace desistir de tomarnos algo en su cubierta y optamos por irnos hacia una iglesia que desde la lejanía nos ha llamado la atención.
Una iglesia de clara inspiración soviética, al menos es lo que nos parece a nosotros. A nuestra llegada descubrimos su nombre: Uspenski. Es una iglesia ortodoxa construida en honor de Alejandro II de Rusia que era el Duque de Finlandia durante la época de invasión rusa. Al igual que la Catedral de la ciudad se erige en lo alto de una colina mirando desafiante a su blanca oponente. No en vano, son los dos edificios más visitados por los turistas que se aproximan a la Perla del Báltico. Por desgracia está cerrada, pero no dejamos escapar la oportunidad de reseñar este bonito edificio de la capital finlandesa.
Tras las fotos, llega la hora de regresar a casa para cenar y descansar en pos de la etapa de mañana. Pero en mitad del trayecto y coincidiendo conque a mi moto le hace falta un repostaje decido para en una gasolinera para llenar el depósito y buscar aceite con la graduación 10/40, necesario para efectuar el cambio del mismo. Llevamos ya unos 8500 kms de aventura y la moto va pidiendo un cambio de aceite y del filtro del aire, por motivos de espacio no llevo conmigo para cambiar un filtro de aceite ya que por consejo de mi mecánico Beni se puede apurar el cambio del filtro de aceite por cada dos cambios de aceite.
Para mi suerte encuentro aceite de mi graduación, las dos últimas garrafas de la tienda de 1 litro, -¡que buena suerte, que alegría! - pienso en voz baja, pero por su precio ojalá no la hubiera encontrado, nada más y nada menos que 15 euros por garrafa, es decir, pago por un litro lo que en España sería el precio de 5. Por fortuna para el dependiente, estoy desesperado, así que hago de tripas corazón y pago sin querer ser consciente del sablazo económico del que acabo de ser víctima.
Una vez en el hotel aprovechamos para cenar en la habitación, ya ha desaparecido el jamón de nuestra dieta, pero nunca 1300 gr del manjar ibérico dieron para tanto, en su lugar tenemos queso, y la famosa salsa alioli (que no pica) de esta parte del mundo y un poco de yogurt. Aprovechamos también para hablar sobre lo vivido en el día de hoy. Una de las cosas que comentamos es que ha hecho tan buen tiempo, que las lluvias y sufrimientos de otros días parecen cosas del pasado. Todo ha cambiado como de la noche al dia. Precisamente, es la noche la que amenaza con aparecer de un momento a otro para oscurecer a la "perla", ya que vemos a un sol agónico asomando por el horizonte, sin embargo son más de las 22:00 y todavía no se ha ocultado.
Esta imagen simboliza un poco lo que pasará mañana: Con la etapa de mañana escribiremos la última página de nuestro viaje por Finlandia, y por ende, por la península de Escandinavia. Han sido 13 días de aventura (repartidos de esta forma: Noruega; 8, Suecia: 2, Finlandia: 3)en los que hemos vivido de todo,y en los que resulta imposible resumir todas nuestras experiencias: Hemos sufrido mucho por las inclemencias del tiempo, sobretodo en Noruega, pero también hemos disfrutado de la naturaleza indómita de estos tres países, tan diferentes a los del resto del continente. Noruega nos ha dejado de piedra con sus interminables túneles y fiordos, sus renos, sus hytter, la belleza cautivadora del Preikestolen y Trollstigen, la conquista de Nordkapp, las noches blancas y la belleza de grandes urbes como Stavanger o Bergen. Suecia nos ha deleitado con la estremecedora emoción de la soledad en mitad de ninguna parte, sin duda las mejores sensaciones a bordo de una moto las he tenido en las vastos bosques de la Laponia sueca. Y por último, Finlandia, con la ilusión de conocer a Santa Claus, con sus interminables lagos con islas, sus bosques y como colofón, la civilizada belleza de Helsinki que bien merece el sobrenombre de la Perla del Báltico.
Desde esta ciudad partiremos mañana en pos de descubrir las tres Repúblicas Bálticas de la antigua Unión Soviética, en una intensa jornada donde atravesaremos de una sola tacada tres países Finlandia, Estonia, para acabar en la capital de Letonia: Riga. Pero lo más importante no será la toma del ferry mañana en Helsinki o la llegada a la capital letona, lo más importante de todo será que mañana por primera vez, veremos, quizá para nuestra desdicha, ponerse el Sol y con él caer la noche para alimentar nuestros sueños, tras 14 días de noches blancas.
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