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domingo, 20 de diciembre de 2015

CAPÍTULO 23: BALTIC EXPRESS-PERDIDOS EN RIGA


ETAPA 23: HELSINKI-RIGA

Distancia total ruta: 400 kms
Tiempo total: 6 horas 46 minutos
Ciudades visitadas: 3
Paradas: 3
Consumo medio: 5,05 l/100




El comienzo del fin de nuestra estancia en Escandinavia tiene su inicio en el amanecer de Helsinki, miro por la ventana mientras M Carmen prepara un escueto desayuno con las últimas existencias de queso, pan y leche que nos quedan, ya repondremos por la tarde. Y hablando de reponer, hoy antes de partir vamos a realizar los cambios de líquidos en nuestra moto, así que sin más dilación, nos ponemos a comer para coger fuerzas con vistas a la dura etapa de hoy. Por primera vez, no va a ser una etapa dura por el clima, ya que brilla un sol de justicia en la capital finlandesa, sino por el hecho de que tendremos que coger un ferry y cruzar tres países en un sólo día.

Esta vez no habrá problemas con el asunto de cumplir el horario de salida del ferry ya que gracias al móvil tenemos la ruta perfectamente trazada hasta el puerto. Así que tras desayunar, lo guardamos todo y lo dejamos perfectamente recogido, todo menos el aceite, filtro y alguna herramienta, antes de partir hay que poner la moto a punto y de pasa hacerle una pequeña revisión de su estado.

Bajo y realizo el check-out sin problemas, salgo del hotel y coloco la moto en un sitio apartado en el ala trasera del mismo, mi novia mientras acude con los útiles y un par de garrafas de agua vacías que ha encontrado en la basura. Con su ayuda pongo la moto en vertical y me dispongo a "operar" en el Falco Stradale, entre los dos vamos a hacerle lo siguiente:


  • Cambio Filtro del Aire
  • Cambio de Aceite, vaciaremos el deposito y lo llenaremos con las garrafas compradas ayer a precio de oro
  • Limpieza y engrase de cadena
  • Apriete de los tornillos de la moto




Voy poniéndome los guantes de trabajo veo que M Carmen se encuentra inquieta mientras graba los prolegómenos al otro lado de la camara, insiste en participar de forma activa en las reparaciones. Tanto lo hace que al final ella sola desatornilla el deposito de la moto y cambia el filtro del aire con solvencia. Luego, limpia la cadena mientras yo cambio el aceite, una operación harto complicada porque cualquier mínimo descuido me puede dejar literalmente embadurnado en aceite, y ya que tengo el pantalón oliendo a quemado desde Alta no es cosa de ir "aceitado" por el resto del continente. Finalmente consigo desatornillar el tornillo de vaciado y sacar todo el aceite usado que cae con fuerza en la garrafa (agujereada) que M Carmen ha colocado bajo la moto. Antes de que caiga la primera gota de aceite usado M Carmen ha terminado por completo de la tarea de la cadena, así que tan sólo queda esperar a que se vacíe el depósito. Al terminar, atornillo con fuerza el tornillo de vaciado y relleno con las dos garrafas compradas ayer, aunque son de distinta marca a la que tengo yo, son de la misma graduación, así que no habrá ningún problema. La garrafa de cuatro litros que llevo a menos de la mitad la usaré para reponer nivel durante el viaje de vuelta. Después de realizarlo todo de la forma más limpia posible, llega el momento de arrancar la moto y cruzar los dedos.

Ufff, la moto arranca - exclamo con alegría
Venga pues a recoger, nos vamos a Tallín (Estonia)- dice mi novia entusiasmada

Recogemos nuestras cosas, nos limpiamos las manos con un quitagrasas que llevaba mi navegante y dejamos el aceite usado en un contenedor de aceite usado ubicado cerca del hotel. Para mi sorpresa hemos sido bastante rápidos en efectuar estas operaciones, apenas habremos invertido 30 minutos de nuestro tiempo, tan sólo nos queda montar nuestro equipaje y poner rumbo al puerto de Helsinki. Dejamos la moto aparcada lo más cerca posible del hotel y subimos por última vez a la habitación para recoger nuestras cosas y de paso hacer una última revisión, no vaya a ser que nos olvidemos alguna cosa.
Con todo montado, iniciamos nuestra etapa a eso de las 10:30 aproximadamente, nuestro ferry sale a las 11:30, por lo tanto tenemos una hora para cogerlo. Podrá parecer poco tiempo, pero hoy sábado 13 Julio creo que haya mucho tráfico en la capital y además apenas nos separan unos 10 kms de nuestro destino. La fortuna se ha aliado con nosotros y el móvil gracias al WIFI municipal de Helsinki nos guía sin excesivos problemas hasta la terminal de ferry de la compañía Tallink Silja Line. Mientras esperamos, a M Carmen le surge la necesidad de ir al baño pero no se ve ninguno en la inmensa explanada que sirve para recibir a los vehículos que van a embarcar. Como hemos llegado con tiempo de sobra ella se marcha en busca de uno y yo grabo una videocrónica para entretener la espera.
A la espera del ferry en Helsinki

Llegando al terminar del ferry























Minutos después de la espera, cuando casi se está abriendo la verja y los coches arrancan sus motores, aparece mi novia algo apurada.

Ufff, menos mal que he llegado. No te puedes imaginar lo que me ha costado encontrar un baño y claro encima a guardar cola de toda esta gente que esta esperando.

Pasamos el primer control sin problemas y avanzamos casi hasta la boca de la bodega del ferry. Allí debemos detenernos a esperar, afortunadamente la espera se hace amena contemplando la larga fila de Honda Goldwings a nuestra izquierda y la de un extraño personaje.

Esperando para embarcar
Hondas Goldwing












Dejamos atrás Helsinki
























La curiosa anécdota da paso al embarque en el segundo gran ferry de nuestra aventura. Contando el primero de Hirtshals y los interiores de Noruega creo que con este llevaremos alrededor de 10 embarques. Entramos en la bodega del ferry y dejamos nuestra moto aparcada en mitad del grupo de 20 Goldwings, si el ferry de Dinamarca parecía grande observando la bodega de este nos parece más bien un transatlántico. Hileras de coches y camiones del tamaño de un dinosaurio se suceden en un torrente de vehículos que parece no tener fin. No nos deja mucho tiempo para asombrarnos, los operarios nos apremian para que aseguremos las moto, la amarramos sin más dilación, aunque debo decir que a M Carmen se le dan mejor estas cosas, y subimos a cubierta que se encuentra 8 pisos más arriba. Nada más llegar nos quedamos asombrados ante las magnitudes y comodidades que tiene este ferry. Sin lugar a dudas, no tiene nada que envidiar a un transatlántico. Además de camarotes, cuenta con restaurantes, solarium, terrazas, tiendas de todo género (ropa, licores, tabaco), salas de juego, salas de ocio para los niños, y hasta cuenta con supermercado y piscina. Increíble dotación de medios para un ferry que hace un trayecto entre la capital finlandesa y estona de apenas 40 kms.

M Carmen en cubierta
Nosotros las dos horas de trayecto la vamos a invertir en descansar un poco, y por mi parte, adelantaré un poco en la escritura de esta crónica que además puedo complementar con la planificación de nuestro viaje a Riga gracias al WIFI del barco. De repente, nuestro relativa paz se ve interrumpida por una alocución de la megafonía del barco, la cual no entendemos. Pero lo que esas palabras en finlandés ocasionan es difícil de describir, en primer lugar se oye un gran barullo y la gente empieza a moverse como impulsada por una especie de dinamo hacia las zonas de restauración, supermercados y tiendas del barco. Nuestra curiosidad nos impulsa a averiguar que está pasando y rápidamente damos con la solución al misterio, al ver a la gente salir de bares y supermercados cargados de cervezas y licores hasta los topes: Resulta que habíamos entrada en aguas internacionales, por lo que era posible, por tiempo limitado, comprar alcohol libre de impuestos y eso en Finlandia, un país con un IVA del 23% son palabras mayores.

Ya nos había hablado mi amigo Toni de esta particularidad, de hecho la vimos en el primer ferry que comunicó Dinamarca con Noruega, pero no la creímos tan exagerada. Aquí sin embargo, el aluvión de personas en busca de alcohol más barato es tan ingente que por un momento parece que estamos inmersos en las rebajas. Milagrosamente, podemos escapar de toda esa vorágine para volver a la terraza del barco para recuperar nuestra quebrantada tranquilidad. Los últimos minutos antes de desembarcar los pasamos recostados en unas cómodas hamacas de la terraza del barco, pero como no podemos estarnos quietos por mucho tiempo, para despegarnos un poco damos una breve vuelta por la cubierta del ferry intentando captar con nuestra cámara algunos detalles del barco que nos esta llevando de vuelta al continente. De pronto, mientras hago unas fotos de M Carmen me fijo en el horizonte y observo una masa de tierra que se agranda a cada momento, ya estamos cerca, hemos llegado a Estonia.
A punto de llegar a Estonia

Volvemos a las hamacas de la terraza y casi sin darnos tiempo una grabación avisa (en finés) que hemos llegado al puerto de Tallín (Estonia), es hora pues de desembarcar. Sin hacernos los remolones bajamos a la bodega para cargar algunas cosas que habíamos sacado de nuestras alforjas y preparar nuestra moto. Desde el ferry de Hirtshals en el que solo la compañía de Eric Paulsen amenizó nuestro viaje, hemos aprendido que es muy útil entretener el tiempo mientras se navega por aguas de un estrecho. Mi novia comprueba el amarre de todas nuestras cosas y yo que la moto está perfectamente y sin daños mientras desamarro la moto del ferry.

Para cuando el barco atraca en Tallín, a las 12:30 nosotros y nuestro escuadrón de Goldwings estamos listos para partir y abandonar las entrañas del ferry. Con la llegada a tierra damos por concluida nuestra etapa de 14 días en Escandinavia, pasamos de la perla del Báltico a las Repúblicas Bálticas: Estonia, Letonia y Lituania, tres países que aunque forman parte ya de la Unión Europea desde 2004, aún conviven bajo la sombra de la influencia de la antigua Unión Soviética casi 20 años después de su independencia. Tres países que cruzaremos en tres días y que seguramente serán bastante distintos a lo que nos hemos acostumbrado durante el viaje. Así que sin más dilación, enciendo el motor del Falco Stradale, M Carmen y yo nos ajustamos el casco y los guantes, conectamos intercomunicador y nos lanzamos al descubrimiento.

Nada más salir del ferry nos damos cuenta de que entender la señalización estona va a ser tan complicado como entender la señalización finlandesa, en un idioma tan parecido como incomprensible se nos suceden los cárteles con múltiples direcciones a tomar una vez salidos del puerto. Pero ¿Cual tomar? - pienso. Los primeros kms en tierras bálticas son un cúmulo de pérdidas y vueltas en círculos, ya que hasta en dos ocasiones volvemos al punto de partida. Tallín debe ser una ciudad excelente pero entre tanto caos de tráfico, calles empedradas, y los raíles de tranvía tan resbaladizos salir de aquí se está convirtiendo en un autentico infierno. Al menos, M Carmen consigue una instantánea de una bella catedral de la capital.

Tras unos minutos de incertidumbre la única solución que encuentro es seguir a otro motero que he visto que acaba de salir de otro ferry que ha atracado minutos después al nuestro. Afortunadamente, conseguimos salir de Tallín sin más problema, aunque con la pena de abandonar la capital de Estonia a toda prisa y sin disfrutarla. Sin GPS que nos guíe con eficacia y teniendo que llegar, en la etapa de hoy, a Riga, quedarse a ver Tallín es cuando menos una osadía. Supongo que el choque cultural ha sido demasiado fuerte, pasar de comprender el inglés a la perfección a simbología círilica y rusa se me esta haciendo muy cuesta arriba.

Cogemos la E-67 carretera que cruza el país de norte a sur y bautizada aquí como la autovía del Báltico. Evidentemente de autovía sólo tiene el nombre porque la carretera es de un carril para cada sentido, aunque eso si con anchos arcenes, en poco tiempo descubrimos el porque de esta disposición.

Adelantamientos kamikazes





Desde luego, es la primera vez que veo adelantamientos de este tipo en mi vida rozando casi lo kamikaze, los adelantamientos se suceden usando el arcén como "carril lento". Los kms se suceden con cierta tensión por nuestra parte, no sabiendo como colocarme dentro del carril para estar seguro. Si me quedo dentro de mi carril, sufro adelantamientos peligrosísimos que casi rozan mi moto por la izquierda y si me quedo escorado a la derecha, es decir en el arcén, me toca lidiar con la suciedad de la carretera y con vehículos que van más rápido que yo, los cuales intentan pasarme por la izquierda dentro de su carril con lo que vuelven a adelantarme de forma peligrosa. La verdad es que cuesta acostumbrarse a los nuevos hábitos de circulación de los bálticos con lo que no queda más remedio que tener los cinco sentidos puestos en la carretera.

Rafa, ten cuidado estos rusos son un salvajes conduciendo - me dice con gran angustia
Me habían dicho que conducían mal pero esto roza lo inconcebible, tendré que estar más atento o sino no lo contamos.
- A ver si es ver verdad que antes casi chocamos con un coche, menos mal que me di cuenta yo que si no...

Y es que quizá por el cansancio, la rutina, o la agresiva conducción rusa ya he tenido un par de despistes que nos han podido causar un disgusto. Menos mal que mi navegante está siempre al quite para salvar la situación, aunque a veces pueda resultar algo pesada provocando mi cabreo, tengo que admitir que ella esta desarrollando una labor muy importante en esta aventura, siempre atenta a los movimientos de la "bolita", todo lo que sucede a nuestro alrededor, y aún así, tiene tiempo para tomar fotos de nuestro viaje por estas lejanas tierras de Europa.
Cerca de Parnu
Para relajar un poco la tensión del tráfico báltico hacemos una parada en la ciudad de Pärnu, a escasos kms de la frontera estona con Letonia. Mientras reposto y pago, M Carmen me vigila desde un merendero que ha ocupado disponiendo algo de pan y queso. Yo me uno a la fiesta aparcando la moto delante de ella y me pongo a buen cobijo del sol de justicia que preside esta etapa. Debo decir que causamos algo de impresión en las personas sentadas a nuestro alrededor, supongo que los estonios no están muy acostumbrados a ver moteros de tan lejanas latitudes y sobretodo con una moto tan cargada, parece que vamos con la casa a cuestas. Intentamos permanecer ajenos a tanta expectación actuando con naturalidad y comentando mientras comemos la mala suerte de no haberse podido quedar en Tallin un poco más.

Rafa, que pena que no hayamos podido quedarnos a dar una pequeña vuelta por Tallin, parecía una ciudad muy bonita - se lamenta M Carmen

-Ya, pero sin GPS, el tiempo que gastemos en ver algo y sobretodo volver a la ruta es un lujo, ya que todavía nos queda mucho para llegar a Riga - le respondo, aunque dentro de mi comparto su pesar, estoy seguro que Tallin no nos hubiera decepcionado. Intentaré que ese tiempo sea empleado en conocer el doble la capital letona.

Mientras estamos comiendo y comentando las primeras impresiones de este país antes de cruzar al siguiente, se nos acerca un hombre bastante mayor, ataviado con una chaqueta de cuero de Harley Davidson, el cual tiene mucha curiosidad con respecto a nosotros. Con una voz dulce, pero algo baja, le pregunta en ingles a mi novia de donde es, ella me pasa el testigo para hablar con él.

No sabría recordar muy bien su nombre, pero la calidez de su voz al hablar hizo que esos minutos se hicieran muy agradables. Sin embargo, si recuerdo que era de Finlandia y que ha ido a Estonia a pasar el fin de semana con su mujer y a celebrar sus bodas de oro. Aprovecho para contarle un poco nuestra aventura de dar la Vuelta a Europa en Moto y el buen hombre se muestra entusiasmado. También le hace a M Carmen gestos para hacerse entender como queriendo decir: "¿Lo habéis hecho en esa moto?","¿Como has aguantado el viaje hay atrás?". Ella se ríe de forma tímida y responde a este señor resoplando:

Lo peor ha sido aguantarle a él - dice entre risas aún sabiendo que este señor no la entenderá, pero sin duda la sonrisa es un lenguaje universal. Vuelvo a ser el centro de atención de las burlas, pero no me importa, estamos pasando un rato muy agradable con una agradable persona. En esos momentos, me acordé de la pareja a bordo de la BMW RT que me dió la bienvenida a Finlandia - que pena que M Carmen se lo perdiera - pensé - Bueno ahora se lo está pasando genial, como cuando conocí fugazmente a esa pareja.

Cuando mejor nos lo estamos pasando se acerca una señora, que le dice a nuestro amigo una frase en finlandés que no alcanzamos a entender. Lo que si es cierto es que el señor se marcha, y mientras vuelve intenta hablar con M Carmen, pero al no entenderla, vuelvo a intervenir como interprete. Esta señora era por supuesto, su mujer y efectivamente están en Estonia para celebrar sus bodas de oro ya que ella es de este país. Mientras hablo con ella me doy cuenta de que no tiene ninguna ropa motera, tan solo un vaquero, blusa y un pañuelo rosa que le rodea el cuello, algo no me cuadra si están viajando juntos. Ella enseguida nos lo aclara.

Estoy viajando con mi marido en coche para asegurarme de que no le pasa nada, el sin embargo, obstinado, se empeñó en hacer este viaje en moto, le encantan, son su pasión.
- ¡Y vaya moto! - pienso - una Harley Davidson de gran cilindrada y peso, creo que una Ultra Glide de color negro y con los tubos de escape y motor en plateado, preciosa, impoluta belleza que se encuentra aparcada al lado del Falco Stradale. La mujer por supuesto, está impresionada con la hazaña que estamos llevando a cabo con nuestra moto, sin duda un viaje de estas magnitudes merece la admiración de cualquiera que sea un apasionado de las motos o al menos sepa lo que supone llevar una moto por las carreteras de cualquier confín.
Un amigo en una Harley Davidson
Mientras hablamos y sin darnos cuenta, se presenta el hombre con una lata de cerveza para su mujer y mi novia y una Coca-Cola para mi. Otro gesto más de la hospitalidad escandinava que nos reconforta, sobretodo habiendo dejado la península atrás hará 3 horas escasas. Agradecemos este gesto y mientras continuamos con nuestro almuerzo esta simpática pareja se marcha rumbo a Helsinki, mientras observo como el hombre se monta en su moto, me doy cuenta y otorgo más valor si cabe a su pasión de las motos. Y es que este señor está encorvado y cojeando, no se si por causa de los kms o porque tiene algún tipo de dolencia, la cuestión es que a pesar de todo, ahí está echándole un par de bemoles para realizar un viaje con la mejor compañía, la de su mujer. Bonita escena que resume perfectamente lo que representa el amor a la moto, como estilo de vida y de viajar, algo difícil de explicar para los prófanos, pero que cualquier amante de las dos ruedas comprenderá a la perfección sin que me tenga que extender o esforzar en explicar.

Tras el almuerzo, nos ponemos de nuevo rumbo a Riga, ya nos quedá poco, tan sólo unos 180 kms. Pero antes habrá que cruzar nuestra décima frontera y pasar a nuestro undécimo país. Siguiendo el curso de la autovía del Báltico y prestando la máxima atención a la carretera, observamos como el paisaje no ha cambiado mucho desde que abandonamos Finlandia. Allí teníamos frondosos y verdes bosques a ambos lados de la carretera, aquí tan sólo el lado derecho nos parapeta del sol y de un viento casi inexistente, la carretera es recta hasta perderse en el horizonte y si no fuera por la falta de educación vial de los estonios rodar por este país sería un dulce paseo. En el margen derecho también, cada pocos kms, se disponen varios puestos de venta de una cosa negra que se vende por cajas, no se lo que es, pero lo que es cierto es que debe ser algún tipo de fruto que los locales cogen del bosque cercano y venden a los que circulan por aquí.

Sin embargo la E-67 no dispone de carriles adicionales, de aceleración o desaceleración, ellos aquí no saben de eso, si les interesa comprar este producto tan sólo tienen que pararse en mitad de la autovía, y lo hacen sin señalizar la maniobra. Casi sufrimos un choque con un uno que se paró sin previo aviso, para disgusto de mi navegante. Una costumbre peligrosa sobretodo para gente como nosotros que no está familiarizada con esta forma de comprar tan extraña. Nueva cosa a la que hay que prestar la atención en esta carretera en apariencia, tranquila, pero que no está exenta de emociones. Mientras presto a estos simpáticos puestos improvisados, mi navegante me avisa de otra cosa.

Rafa, mira creo que son...¡son putas!
- ¿Quienes?
- ¿No has visto esas chicas con minifalda?
- No
- Que vista tienes, no te das cuenta de nada, ¿No las ves?¿con las minifaldas y que no llevan casi ropa?

Por raro que parezca no te me estaba haciendo el sueco, pienso que o ellas estaban muy escondidas y mi novia las divisaba con unas gafas infrarrojas o yo es que directamente no me enteraba de nada. Lo cierto es que estaban ahí junto a los puestos de venta de esa especie de bayas, pero yo era incapaz de verlas, sea como fuere, desde luego los estonios no tienen reparos en vender dos de las cosas más necesarias para el hombre, la comida y la...bueno dejémoslo ahí.



Después de unos 64 kms desde Parnu, llegamos a un terreno baldío, una gran explanada donde se disponen como dos grandes complejos parecidos a los puestos de cobro de una autopista, uno con la bandera de Estonia y enfrente está otro con la bandera de Letonia. Curiosamente, en el lado estonio de la frontera, se erige un recóndito McDonalds (Desde luego, esta compañía está conquistando los más increíbles lugares). Hasta ahora siempre que habíamos cruzado un país y debido a la supresión de fronteras dentro de la UE, podías pasar de un país a otro sin darte cuenta, casi con la misma facilidad que pasas de un pueblo a otro. Teníamos que hacer verdaderas cábalas para dar con el paso de frontera de un país a otro para fotografiarlo. Sin embargo, aquí todavía sigue un poco el influjo de la Guerra Fría, y de la Unión Soviética, aunque destartalados no resulta difícil imaginar como sería, antaño, el cruce de frontera de estos países, sobretodo desde que se independizaron de la URSS . Aprovechando el poco tráfico existente, nos tomamos unos instantes para fotografiar y reseñar nuestro paso a la segunda de la repúblicas bálticas.

Hora y media de camino o lo que es lo mismo 120 kms nos separan de Riga la capital de Letonia, donde finalizará esta etapa de Euro-Diversion 2013. Por supuesto, sigo fiel a la senda que me marca la E-67 en dirección sur, senda que por cierto, no ha cambiado ni un ápice al cambiar de país. Aquí volvemos a los carriles para cada sentido, a los carriles lentos y a los "adelantamientos imposibles" de los letones, pero sinceramente otra cosa es la que ocupa mi mente en estos primeros kms por tierras letonas, ¿Qué habrá al otro lado del bosque? Desde la carretera apenas se vislumbra algo, así que ni corto ni perezoso sigo a unos coches hasta un cruce cercano al la ciudad de Tüja (aquí no hay carriles de desaceleración) y allí M Carmen y yo hacemos un increíble descubrimiento.

- ¡¡Rafa, una playa!! - dice mi novia asombrada.
Una playa, no me lo puedo creer.

Estupefacto, apenas alcanzo a responderle, sólo tengo capacidad para aparcar la moto y dirigirme a la playa como atraído por el extraño influjo de la olas del mar. Con los movimientos torpes que nos proporcionan nuestros trajes moteros M Carmen y yo nos adentramos en la playa, ante la mirada atónita de cuantas personas estaban allí. No es para menos, mientras la gente se baña en bikini y bañador, allí que aparecen dos tipos vestidos de astronauta camara en ristre, desde luego, desnudos hubiéramos causado menos impacto. Nosotros, ajenos a todo y a todos, decidimos hacernos algunas fotos en esta mágica playa a orillas del Báltico, verdadero tesoro del Parque Natural donde nos encontramos.





Torre de Radio y TV de Riga
Tras la sesión de fotos, y con esta bella estampa de Letonia volvemos a la carretera para seguir en dirección sur hacia la capital del país. Además de esta playa tan escondida, algo que no deja de llamarnos la atención: Continuamos con el comercio de bayas y otras cosas en los márgenes de la carretera. Coqueteando con el litoral Báltico y siempre escoltados por un bosque de interminables copas llegamos a Riga capital de Letonia. Una ciudad de 700000 habitantes, muy similar en tamaño a Helsinki y que es la más poblada de los países bálticos, también podemos decir que nos encontramos más o menos en el centro de la región formada por Estonia, Letonia y Lituania. Según vamos nos vamos aproximando y vamos pasando puentes sobre el río Daugava en el horizonte y en una isla fluvial llamada Zakusala nos encontramos con una extraña construcción en forma de flecha. En efecto, es la Torre de Radio y TV de Riga, una esbelta construcción de 368 metros de altura, la más alta de la zona y la tercera torre en tamaño del continente sólo por detrás de la Torre Ostakino de Moscú y la Fersenhturm de Berlín. Por desgracia, a causa de la crisis, estas instalaciones permanecen cerradas y tan sólo se puede visitar de esta torre un mirador que posee a 97 metros de altura. A pesar de todo, la magnificencia de esta edificio corona toda la orilla del río Daugava.

Nosotros, sin embargo, debemos dejarnos de recreos, por primera vez en esta aventura, ahora si, sin señalizaciones claras y en un país en el que el ingles no es idioma dominante, debemos orientarnos para llegar a nuestro hotel. Así que sin más dilación M Carmen, con la ruta previamente guardada, se pone a buscar nuestro itinerario para llegar lo más pronto posible. Sin embargo, el GPS del móvil vuelve a hacer de las suyas y la dichosa bolita nos vuelve a meter por los sitios más insospechados, direcciones prohibidas, calles sin salida, se suceden ante nosotros. Para colmo de males, Riga también es una ciudad plena de calles adoquinadas en su centro y de tranvías por toda la urbe, así que a la tensión de que nos hemos perdido se une también el hecho de circulamos casi por una pista de hielo. Todo ello combinado con el agresivo tráfico, los vehículos no tienen escrúpulos en adelantar por izquierda o por derecha sin señalizar la maniobra, sinceramente no se si podremos salir de aquí.

Mi navegante, por primera vez en esta aventura, se encuentra en serias dificultades, siempre diligente esta vez se ha perdido por completo, y por desgracia, al ir pilotando el Falco Stradale no puedo ayudarla, tan sólo escuchar sus instrucciones. La dichosa bolita nos va a costar un disgusto, cuando parece que retomamos el rumbo adecuadamente hacia el hotel da un salto y vuelve a llevarnos a las afueras de la ciudad, entre obras, raíles de tranvía, calles empedradas y coche que "muerden" estoy empezando a perder los nervios y a hacer pagar a quien no tiene culpa el infortunio de nuestra pérdida. No me habré acordado en mi vida más de la madre del que inventó en Tomtom como hoy. Si ese aparatito no nos hubiera dejado vendidos en Hegra, ya habríamos llegado al hotel con el consecuente ahorro de tiempo, dinero y combustible, porque el Falco Stradale llega a la barrera psicológica de los 200 kms y va pidiendo un repostaje. Por nuestro bien, espero que nos quedemos sin gasolina en mitad de Riga, eso podría ser demencial.

Es tanta la tensión acumulada, que decidimos parar hasta en tres ocasiones para relajarnos y juntos intentar dar con la mejor manera de llegar al hotel. Pero ni por esas, volvemos a perdernos en la vorágine del tráfico de Riga y otra vez volvemos a dar vueltas en círculos, repitiendo puentes y calles sin sentido. Tampoco ayuda el hecho de no encontrar ningún taxi o policía cercanos, pero sin saber letón, creo que la comunicación iba a ser del todo imposible. M Carmen desde el intercomunicador me pide con insistencia que aminore la marcha para que le de tiempo a predecir los movimientos de nuestra "bolita", pero no resulta fácil maniobrar una mole de 300 kgs entre este irrespetuoso tráfico. Sinceramente, la tensión de estos kms urbanos están siendo más agotadores, que circular entre los vientos implacables que hemos sufrido en Dinamarca o Noruega.

Tras muchas pruebas M Carmen parece haber encontrado el rumbo y sin sorpresas nos vamos encaminando correctamente a nuestro destino, demasiado bonito para ser verdad. Porque a algo más de 10 kms la ruta se borra de su iPhone ante su asombro. Creo que el grito de rabia que pego se dejo sentir en toda la Unión Soviética, definitivamente y tras más de una hora de lucha estamos perdidos en Riga.



Con un agradecimiento infinito por nuestra parte, nos despedimos de él mientras M Carmen guarda silencio. Tras unos minutos de reflexión me confiesa.

Rafa me quito el sombrero, tenías razón los moteros son gente de otra pasta, diferente.
- Exacto, siempre dispuestos a ayudar a otro compañero en apuros. - le contesto, mientras M Carmen asiente la cabeza en claro gesto de admiración hacia nuestro angel salvador. Bueno, más bien, bucéfalo, y es que Normon por lo que ponía su chaleco pertenece a los Bucéfalos de Riga.
Vas a pensar que estoy loca, pero juraría que Normon nos llevaba siguiendo un buen rato
- Es posible, que viera la bandera de España y que nos viera perdidos, entonces, aprovecho que paramos para echarnos una mano.

Aunque Normon, no nos ha dejado exactamente en el hotel, sí nos ha dejado en la calle del mismo, así que será bastante fácil encontrar el nº 8. Efectivamente encontramos el hotel en un barrio de las afueras de Riga, que tienen pinta de todo menos de hotel, más bien parece una residencia de ancianos o un antiguo colegio.

Dejo mi moto, en la entrada ante la mirada atónita pero fría de algunos transeúntes. Es curioso, pero desde que pisamos la antigua URSS he notado en la gente una forma extraña de mirar, que me incomoda sobremanera. No sabría muy bien como describirla y ahora, la verdad, es que estoy muy cansado como para analizar la forma de ser de los letones. Como excepción eso si, de agradecer la gran ayuda de Normon que nos ha llevado hasta aquí, sino fuera por él hubiera sido imposible encontrar este sitio.
Al entrar nos encontramos con una mujer que no habla ingles, así que volvemos a tener un problema para comunicarnos. Por suerte y gracias al google translator que tiene ella en su PC puedo hablar y hacer el check-in, descargamos nuestra moto y entramos con todas nuestras cosas en la habitación. Una habitación bastante amplia con una cama enorme de cerca de 2 metros. Sin embargo el tamaño de la cama es inversamente proporcional al tamaño del baño ya que es inexistente y hay que compartirlo con otros huéspedes. Una incomodidad sin duda, pero que es una molestia pequeña en comparación con lo que hemos pasado para encontrar este lugar.

Por turnos vamos a la ducha y cenamos un poco de las provisiones que tiene mi navegante, mientras hablamos de las vicisitudes de esta etapa. Sin duda, Estonia y Letonia son muy diferentes a lo que hemos visto de otros países, en cuanto a paisajes, pero sobretodo en cuanto a la forma de ser de la gente, bastante fría la verdad. Aunque, por fortuna, hay excepciones, y esa excepción la hemos encontrado en Normon.
Las vistas al patio (destartalado) no son muy halagüeñas y en la TV están echando Blade en letón, encima audiodescrito. Así que ante esta perspectiva, decidimos salir al portal del hotel para sentarnos en la escalera del mismo a contemplar, con admiración, nuestro primer atardecer en la aventura desde hace 14 días. Decimos, por tanto, adiós, en el día de hoy a las noches blancas de Escandinavia con un inolvidable sol rojo en esta bella ciudad a orillas del Báltico llamada Riga.

jueves, 17 de diciembre de 2015

CAPÍTULO 22: LA PERLA BLANCA DEL BALTICO

ETAPA 22: VIITASAARI-HELSINKI

Distancia total ruta: 367 kms
Tiempo total: 4 horas 36 minutos
Ciudades visitadas: 2
Paradas: 3
Consumo medio: 4,56 l/100

Despertamos a orillas del precioso lago Keitele, aquí en Viitasaari, con los ánimos renovados y sintiéndonos cada vez más próximos al sur, afortunados de seguir en la liza de dar la Vuelta a Europa en Moto. Mientras los pájaros que anidan encima nuestra comienza a canturrear, nosotros aprovechamos para desayunar con una última vista al lago y sus inhóspitas islas, lágrimas de tierra en mitad del "mar" de Finlandia. No sabría muy bien describir las sensaciones, pero parece como si acabáramos de despertar de un dulce sueño con tintes de pesadilla. En dicho sueño, lo hemos pasado muy mal como por ejemplo el camino a Nordkapp, las caídas, el frío, pasar por Dinarmarca, pero también muy bien: Llegar a Nordkapp, atravesar el Círculo Polar Ártico, conocer a Santa Claus, etc. Ahora, después de casi tres semanas de aventura y bajo el amparo de los bosques fineses M Carmen y yo vamos reflexionamos sobre todos esos momentos que para bien o para mal van conformando poco a poco la historia de este viaje. Un gran viaje para conocer nuestro continente y descubrirse a uno mismo.
En los bosques del Lago Keitele
Sin duda los momentos previos al comienzo de la 22ª Etapa de Euro-Diversion 2013, son siempre emocionantes, de desconocimiento hacia lo que está por venir, aunque algo molestos por el largo proceso de montar nuestras alforjas en la moto. Casi he perdido la cuenta de las veces que ha habido que hacer la maniobra, con cada comienzo de etapa, con cada fin de la misma, con cada excursión por la ciudad, etc., supongo, simplemente, que son los gajes del oficio de ser nómada. Pero ese tedio no es nada comparado con el incordio de los mosquitos, que creo deben de hacer turnos entre ellos para estar siempre ahí para molestar. Aunque sus ataques han perdido virulencia, no ha disminuido su insistencia, a pesar de ellos, cuando terminamos, antes de partir, hacemos unas fotos de la cabaña "ewok" y de sus alrededores dignos de mención. Ayer por desgracia, se nos echó el tiempo encima y fue totalmente imposible, no sería nada extraño pensar, que este lugar, perfectamente, bien hubiera podido servir de inspiración a George Lucas para su famosa batalla de la Luna de Endor. Con todo preparado, nos ponemos en marcha de nuevo, con un sol de justicia, como hacia mucho tiempo no habíamos disfrutado, dejando atrás la localidad de Viitasaari. Eso si, sin perder de vista al lago Keitele, que nos acompaña, siempre fiel, por nuestra izquierda hasta llegar a la localidad de Ääneskoski, después de haber recorrido 58 kms desde el inicio de la etapa. En España, por increíble que parezca, creo que no estamos acostumbrados a que un lago sea tan grande que tardes una hora de reloj en atravesarlo. No en vano, Keitele es el segundo lago en extensión de este país. A mi ciertamente se me ha hecho algo pesado esta pequeña travesía, porque me daba la impresión de estar clavado en el mismo sitio, sin avanzar, siempre con agua a mi izquierda y con un desfile sinfín de frondosos arboles.
Por un momento, parecía que estábamos bordeando una costa de algún fiordo o algo parecido. Sin embargo, aquí los fiordos hace mucho que se fueron, dejando paso a estos lagos glaciares como vestigios de la última glaciación. Paisaje bello, salvaje el que atravesamos y por que no decirlo, hipnótico que hace que los kms transcurran como lo segundos en un reloj hasta Jyväskylä. Ciudad que estuve a punto de perder porque casi me equivoco en un cruce, menos mal que mi navegante está siempre atenta a cualquier eventualidad, saca su movil para corregir el rumbo y observa que, por ahora, lo mantenemos.
- Rafa, tu sigue siempre las indicaciones hacia la E-75, el final de esa carretera es Helsinki
- OK - le respondo.
Curioso puente
Así como usamos la E-39 para subir por Noruega, aquí la E-75 será nuestra guía para bajar hasta la capital del país. Dado que hemos abandonado Laponia anulamos la regla de repostar cada 150 kms, dado que en estas latitudes ya empieza a divisarse más gasolineras, y de esta forma sentimos que el viaje va cundiendo mucho más a la par que estamos más relajados durante el rodaje de la etapa. Las carreteras han mejorado ostensiblemente en comparación con las suecas y noruegas, y además, por primera vez en muchos días podemos decir que el tiempo acompaña. Si en Noruega y Suecia teníamos un día de lluvia y otro nublado alternos, por estos lares hemos vuelto a la estabilidad desde que entramos en Finlandia hará cosa de dos días. Lo que si es verdad que elevará la tensión será cuando lleguemos a Helsinki y no tengamos ni idea de encontrar el hotel en cuestión, menos mal que muy preventivamente, guardo de cada hotel que vamos a visitar una copia de la reserva con la dirección.
Sin embargo, no es tiempo de preocuparse de eso y si de disfrutar del viaje que se muestra ante nosotros, grandes planicies se extienden a lo largo del horizonte. Entre los arboles que nos flanquean se cuela de vez en cuando el destello de la luz reflejada en los lagos, o mejor dicho del lago Päijänne, que nos flanquea por nuestra derecha. Este lago es una masa de agua tan vasta que deja al lago Keitele en un mero charco. Según avanzamos podemos ver en algún la multitud de islas que salpican el lago al igual que en Viitasaari, casi nos da la sensación de no haber avanzado al "navegar" entre dos de los lagos más grandes de Finlandia, sin embargo, hemos avanzado por más de 100 kms.
Es justamente el cuentakilometros el encargado de avisar de la pronta necesidad de repostar, sin duda, este acto tan protocolario en los viajes en moto, se convierte a veces, es la fea pausa de un espectáculo increíble. Nosotros la hacemos en una gasolinera (a lo grande, como todo aquí en Finlandia) cercana a la localidad de Heinola. Allí encontramos la ocasión perfecta para parar, calentarse un poco, estirar un poco las piernas y porque no, reflexionar sobre el devenir de la etapa del día. A esto último me dedico mientras M Carmen va al baño, entonces me sucede algo que mi novia lamentaría haberse perdido.
De pronto, se para frente a mi una BMW RT 1200 de color plateado con dos personas a bordo, la de atrás parece una mujer. Ambos se encuentran perfectamente conjuntados con un traje negro de cordura Rukka, y un casco BMW rojo. Ella se baja de la montura, mientras el hombre espera, se quita al casco y se dirije hacia mi. La mujer tendrá en torno a los 45 años, pero no me quedan claras sus intenciones - ¿Querrá preguntarme una dirección?¡A menudo le va a preguntar! - pienso.
En un gasolinera de Finlandia
- Hola, ¿Como estas?¿Viajas sólo? - pregunta ella en ingles.
- Bien, no estoy esperando a mi novia - respondo con extraña timidez. Y digo extraña porque siempre había recibido con alegría el encuentro con cualquier persona durante el viaje. Sin embargo, este encuentro se ha dado de improviso y me encuentro un poco inseguro de hacia donde va esta conversación.
- ¿De donde venís? - dice con curiosidad mientras mira el Falco Stradale y observa las banderas nacionales que portamos.
- Somos de España y venimos de allí - respondo con cautela.
- A mi marido y a mi nos encanta España, las mejores vacaciones de nuestra vida fueron allí - En ese momento, se hace una pausa, interrumpe su discurso me coge la mano y me dice con profunda emoción: ¡¡Bienvenidos a Finlandia!!, espero que te guste mi país tanto a nosotros el tuyo ¡Buen Viaje!
La extrañeza de la situación me hace emitir un somero: "Gracias" acompañado por una sincera sonrisa, la cual ella me devuelve. A continuación se monta en la moto y se marchar de forma tan cauta y educada que cuando vinieron. Para cuando M Carmen vuelve a mi encuentro ellos se han ido, sin embargo no ha desaparecido de mi la cara de asombro y una pose con mi mano de derecha en claro gesto de dar la mano a alguien que ya no está.
- Rafa, ¿Que te pasa? - pregunta mi novia intrigada.
- M Carmen, no te lo vas a creer ha venido una pareja de motoristas. La de atrás, que era una mujer se ha bajado, me ha dado la mano y me ha dado la bienvenida a su país, luego se ha marchado, sin más. - le cuento de forma resumida.
-¿Y no les ha dicho que esperen?nos hubiéramos hecho alguna foto con ellos o invitado a un café.
-M Carmen no he podido, cuando he querido reaccionar se han marchado - me explico con algo de pena por quedarme con las ganas de saber algo más de estas hospitalarias personas
Esta claro que aunque lo intentamos no es fácil quitarnos el "chip" que portamos de tierras hispanas. Aquí parece normal pararse y desearle a un desconocido un buen viaje. En nuestro país esto podría ser el preludio de un hurto y robo. Sin duda, tenemos mucho que aprender en civismo y educación de la gente del Norte de Europa.
La amabilidad de este par de desconocidos finlandeses colma los temas de conversación entre nosotros de camino a la capital del país. Desde luego, es agradable conocer gente, aunque sea de esta manera tan breve. Gente que casi con toda seguridad no volveremos a ver jamás, pero que gracias a la moto hemos conocido, aportando algo a nuestra aventura. Desde que empezó la misma allá por finales de Junio he observado en M Carmen algunos cambios en cuanto a la concepción de los amantes de las dos ruedas y de los viajes en moto. Poco a poco se va dando cuenta de que los moteros viajeros somos como una gran familia en la que poco importan los idiomas, etnias o las nacionalidades, en la carretera eres uno más y todos tenemos en común el canal del negro asfalto por el que rodamos y las ganas de descubrir nuevas cosas de este gran mundo.
Siguiendo el curso de la E-75 llegamos hasta la ciudad de Lahti, ya nos queda poco para Helsinki - que corta está siendo esta etapa - pienso. Está claro que lo mejor para viajeros desasistidos por GPS con malos mapas de carreteras es seguir una carretera principal y bien señalizada como esta para encontrar tu destino. De A a B parece que lo vamos a hacer bien, la cuestión será parar llegar a C, mientras, decidimos no preocuparnos y disfrutar del viaje. Aunque poco a poco el paisaje silvestre va tornándose cada vez más urbano, ya que las poblaciones se va sucediendo con más frecuencia, se nota que ya va quedando menos para llegar a Helsinki, la perla del Báltico. Después una hora de viaje, y pasando la ciudad de Vantaa entramos en el radio de la capital finesa, por fin hemos llegado a Helsinki, tras una etapa de lo más tranquila en lo meteorológico, tan acostumbrados a que nos cosas que se nos hace raro tener la conclusión de la etapa tan próxima. Mi navegante toma más protagonismo, y con su ruta grabada en el móvil intenta guiarme por la capital. Como de momento, la geolocalización tiene retardo, yo no me complico y me dirijo hacia el Centrum de Helsinki a ver que nos encontramos.
Trafico de Helsinki
Nos sumergimos de lleno en el tráfico finlandés con el miedo de que sería un caos, sin embargo, Helsinki tiene un tráfico similar a cualquier capital española, que no sean Madrid y Barcelona obviamente. La perla del Báltico nos recibe con el sol propio de los meses de verano en los que estamos viajando, parece que la tempestad nórdica ha quedado definitivamente atrás. Poco a poco empezamos a comprender el porque de apelativo "La Perla de Báltico".
Helsinki es una ciudad bellísima, con edificios de una arquitectura modernista muy diferentes a lo que habíamos visto hasta ahora en nuestra aventura, se nota sin duda la influencia soviética en la clasicismo, sobriedad de sus edificios, y en la disposición concéntrica de sus calles. También se vislumbra una cierta influencia sueca en la limpieza de las mismas y en la abundancia de espacios verdes de la ciudad. Tanto me encandila la capital finlandesa que sin saber muy bien como acabamos en la zona del puerto.
- Rafa, espera un momento, que no se por donde vamos - me dice M Carmen algo desesperada.
- Vale - le respondo mientras paro mi moto para orientarnos.

Barco turístico Helsinki
Las vistas desde el paseo marítimo son también dignas de mención con la presencia, por ejemplo, de un barco turístico anclado que hace las veces de restaurante por el día y discoteca por la noche, muy parecido al barco Santísima Trinidad anclado en Málaga hará ya unos años. Sin embargo, aquí no esta nuestro hotel y debemos ponernos de nuevo en su búsqueda. Lo que ocurre es que todo el paseo marítimo se encuentra adoquinado y atravesado, en algunos tramos, de vías de tranvía. No hay nada más peligroso para un motero y que más odie que las vías de tranvía, autenticas barras de hielo que resbalan muchísimo al atravesarlas y que comprometen junto con los adoquines la estabilidad de nuestra sobrecargada montura. M Carmen sigue intentando que la "pelotita" del geolocalizador aclare nuestra situación, así que pregunto a una camarera de un restaurante por si nos puede ayudar. Muy amablemente nos indica un camino, pero parece ser que no me exprese muy bien porque esta muchacha nos ha guiado, sin saberlo al mismo centro Helsinki. Acabamos cerca de una céntrica plaza con una cafetería con una estética muy parecida de los Estados Unidos de los años 50, pero aunque esta imagen es evocadora de otros tiempos, volvemos a estar irremisiblemente perdidos.
- M Carmen, me voy a volver loco ¿Que le pasa al móvil? - pregunto algo airado
- Pues que la maldita bola va dando saltos de un sitio a otro, no se lo que ocurre - responde ella algo apurada. - Pregúntale a alguien por la calle - me apunta ella.
Todos mis intentos acaban en un rotundo fracaso debido a que los finlandeses parecen haberse olvidado del ingles para comunicarse con extranjeros perdidos como nosotros. Desesperado ante la falta de una solución a nuestro problema, observo en una marquesina de autobús un cartel que pone WIFI. En ese instante se me enciende la bombilla, rápidamente le cojo el móvil a mi novia y desbloqueo el modo avión, busco las redes WIFI cercanas y observo una que pone: HELSINKI-WIFI, totalmente libre y sin clave. Pulso sobre ella y automáticamente se calcula nuestra ruta hacia el hotel en el GPS del movil, estamos salvados.
- ¡M Carmen, tenemos WIFI! - grito de alegría ante el asombrado gentío.
- ¿Y eso? - pregunta ella extrañada
- No lo se, es posible que toda la ciudad de Helsinki tenga una red WIFI gratuita para los ciudadanos
¡Venga ya! - dice ella con incredulidad. Mientras hablamos sorprendidos entre nosotros, se acerca a nosotros una chica y aprovecho para preguntarle por el WIFI. Efectivamente, me confirma que aquí el WIFI es gratuito para los ciudadanos, evidentemente con una velocidad standard. Además me apunta otra curiosidad: Resulta que en toda Escandinavia se puede hablar como si de una llamada local se tratará, es decir que en Dinamarca, Noruega, Suecia y Finlandia, la gente puede hablar sin pagar roaming, y lo mismo pasa con el internet en el movil. Simplemente, sin palabras, M Carmen y yo nos miramos con una cara de asombro que no nos cabe en el casco .
-Desde luego, Rafa cada vez pienso más que en España las grandes compañías no hacen más que sacarnos el dinero descaradamente. - exclama indignada
- Bueno, supongo que es la diferencia entre un país serio y otro bananero. -
Con el asombroso descubrimiento del WIFI de Helsinki y con el GPS del móvil funcionando a pleno rendimiento mi querida navegante nos guía sin problemas al hotel. Un hotel situado a las afueras de la ciudad, dentro de un barrio de bloques de pisos, bastante tranquilo la verdad, que por el aspecto parecen frecuentados por estudiantes. Al llegar comprobamos que el hotel es un bloque de pisos que ha sido reconvertido en una residencia de estudiantes, aunque algunas de sus habitaciones han sido destinadas a huéspedes. Aún así tiene un aspecto cuidado y minimalista, sin duda una buena residencia a bajo precio, hago el check-in mientras M Carmen deja nuestros bártulos en la entrada. La recepcionista me da la llave de la habitación que está en un 7º piso y allí nos dirigimos con ganas de ponernos ropa más cómoda y lanzarnos a la búsqueda de Helsinki, aunque apremia más la búsqueda de algún lugar barato para comer. M Carmen acude al rescate y ya tiene preparada una mini-guía sobre que ver en Helsinki en un día, con recomendaciones de lugares para comer. Por lo que pone hay un buffet libre llamado Golden Rax frecuentado por los estudiantes de la capital en los que por 8€ (durante el día) puedes hartarte de todo.
Vista desde nuestro buffet
Así que allí nos dirigimos con un hambre desmedida después, y con el estomago lleno, podremos visitar la perla del Báltico tranquilamente. Nos montamos en nuestra moto con ropa más cómoda y con la asistencia de nuestro móvil nos movemos por Helsinki con gran solvencia, aún así tengo que distraerme lo menos posible dado que las calles adoquinadas y los raíles del tranvía son muy traicioneros. Casi sin darnos cuenta llegamos al sitio en cuestión, que esta situado enfrente de un teatro con cierto aire retro de "Metropolis". Según mi novia debería estar más lleno, pero sorprendentemente esta vacío, quien sabe, quizá la hora española de comer no coincide con la finlandesa. Subimos al primer piso y allí encontramos el self-service y con una amplia variedad de comidas para todos los gustos, desde italiana a china pasando por turca, por ejemplo. Con vistas a las calles peatonales de Helsinki, M Carmen y yo degustamos una pizza entre otros de los platos que probamos.
Después del almuerzo y antes de visitar más cosas de Helsinki, decidimos ir andando hasta la Estación de Trenes de la capital que se encuentra cerca de nosotros, con la clara intención de cambiar moneda para los países que tenemos por visitar en los próximos días. Todavía tenemos algunas monedas y billetes de Suecia y Noruega (las coronas danesas fueron cambiadas a noruegas). En principio, la misión parece difícil dado lo grande del edificio y su enigmática estampa digna de las películas de Batman. En ocasiones me parece que esta estación de trenes está inspirada en Gothan, tanta es mi perplejidad que M Carmen tiene que llamarme la atención para volver a la Tierra y concentrarme en la tarea del cambio. Parece que ella ha localizado un puesto de cambio. Antes de hablar con la chica que lo regenta, hablamos sobre el cambio que debemos efectuar.

- Rafa, ¿Qué moneda vas a cambiar? - me pregunta.
- Voy a cambiar la sueca y la noruega que nos sobraron del viaje y cambiarlas a Lats letones y Litas lituanos - le respondo
- Bueno, ¿Cuanto dinero vamos a gastar en esos países?
- Pues aproximadamente gastaremos el importe de los hoteles, más un repostaje en cada país y un poco para comida. - pienso en voz alta
- Eso no creo que sea mucho dinero, ¿No crees? ¿Porque no ajustamos la cuenta para estos dos países y el resto lo dejamos para Polonia? Recuerdo que vamos a estar allí dos días completos.
Esta claro que M Carmen tiene razón en su razonamiento, así que sacamos el móvil y con la aplicación del cambio calculamos un poco por encima cuales van a ser nuestros futuros gastos en Letonia y Lituania. Obviamente, Estonia queda descartada del gasto por dos motivos: En Estonia se maneja el Euro y vamos a pasar fugazmente por él, en el día de mañana pasaremos por tres países en un mismo día, igual que cuando pasamos de Alemania a Noruega pasando por Dinamarca. Sin duda, la de mañana será una jornada intensa. Por eso misma razón, con la tranquilidad que nos brinda Helsinki queremos hacer el cambio aquí para no perder tiempo mañana en alguna ciudad del Báltico.
Cuando por fin, me pongo ante la chica le explico la forma en que queremos hacer el cambio, aproximadamente dos terceras partes en Zlotys polacos, y el resto a partes iguales en Lats y Litas. M Carmen permanece en un segunda plano mientras hablo con la chica, pero no deja pasar la oportunidad de comprobar el cambio de estas monedas con respecto al Euro. La sorpresa llega cuando la operación se efectúa y nos cobra una comisión irrisoria de 1 euro aproximadamente. Ni punto de comparación con los 16 que me exigieron en un banco noruego por cambiar moneda danesa a coronas noruegas. Como consejo y lección aprendida puedo señalar que si necesitas cambio nunca vayas a un banco, intenta siempre cambiarla en aeropuertos, estaciones de trenes o buses, tu bolsillo te lo agradecerá.
Con el cambio efectuado salimos de la estación por una puerta diferente a la que entramos y vamos a dar a una concurrida plaza. Desde allí podemos admirar la altísima torre del reloj coronada por una impresionante cúpula de color verde bronce. Nuevamente andando y con la inestimable ayuda de la guía de mi novia, nos dirigimos a la Catedral de Helsinki, que se encuentra relativamente cerca de allí a los pies de una gran escalinata. Un edificio de mármol blanco a medio camino de edificio clásico, observatorio astronómico y panteón, que guarda cierto parecido, salvando las distancias, con el Sacre Coeur de París. Desde luego, ambas tienen cosas en común, su color inmaculado en contraste con el resto de la urbe, y su situación enfrente de una colina.

En su interior, igualmente blanco, no se encuentra nadie, tenemos un interior bastante sobrio muy a colación con la estética de las catedrales luteranas carente de adornos. Cuando entramos, se hace el silencio más absoluto, no hay nadie, estamos solos. Bueno casi, y digo casi porque hay una mujer vigilando nuestros movimientos. Nosotros ajenos a ella, disfrutamos del interior, damos una vuelta admirando su belleza y comprobamos como esta catedral es sede de pequeños conciertos, sin duda buena acústica tendrá.

Al terminar la breve visita, nos hacemos algunas fotos del exterior, en el que se puede observar las 12 estatuas de los 12 apóstoles situadas en la azotea, sus cúpulas verdes, sus cruces doradas coronándolas, etc. todo en ello se conforma un conjunto de belleza sin parangón. Sentados en la cima de la colina donde está situada la catedral, bajo la sombra de este edificio uno descubre porque este edificio es el más visitado de la ciudad y símbolo de Helsinki. Desde lo alto de la loma podemos observar con claridad varios edificios interesantes como el Senado de Finlandia, la Universidad de Helsinki (no creo que el campus) y la estatua de Alejandro II de Rusia, la cual corona los vastos dominios de la plaza, una plaza con vistas al mercado de la ciudad y al mar Báltico.

Comprendemos entonces porque a esta ciudad se la nombra como La Perla del Báltico. No es para menos, desde nuestra privilegiada posición observamos con altiva admiración esta bella ciudad mientras contemplamos el sol un poco más bajo de lo habitual. Es una señal inequívoca de que poco a poco el influjo del sol de medianoche va a desaparecer en cuanto abandonemos esta ciudad y sigamos rumbo al sur de nuestro continente de vuelta a casa.

Hemos disfrutado de unas horas que han pasado como minutos, pero va siendo hora de volver a nuestro hotel. Decidimos, gracias a la benevolencia del WIFI finés, visitar con más calma el paseo marítimo de Helsinki, una zona bulliciosa pero manejable en cuanto a tráfico se refiere, donde observamos con más calma los numerosos barcos atracados en el puerto, sin olvidarnos del barco turístico antes nombrado. El cansancio acumulado unido a la tensión de la etapa nos hace desistir de tomarnos algo en su cubierta y optamos por irnos hacia una iglesia que desde la lejanía nos ha llamado la atención.
Una iglesia de clara inspiración soviética, al menos es lo que nos parece a nosotros. A nuestra llegada descubrimos su nombre: Uspenski. Es una iglesia ortodoxa construida en honor de Alejandro II de Rusia que era el Duque de Finlandia durante la época de invasión rusa. Al igual que la Catedral de la ciudad se erige en lo alto de una colina mirando desafiante a su blanca oponente. No en vano, son los dos edificios más visitados por los turistas que se aproximan a la Perla del Báltico. Por desgracia está cerrada, pero no dejamos escapar la oportunidad de reseñar este bonito edificio de la capital finlandesa.

Tras las fotos, llega la hora de regresar a casa para cenar y descansar en pos de la etapa de mañana. Pero en mitad del trayecto y coincidiendo conque a mi moto le hace falta un repostaje decido para en una gasolinera para llenar el depósito y buscar aceite con la graduación 10/40, necesario para efectuar el cambio del mismo. Llevamos ya unos 8500 kms de aventura y la moto va pidiendo un cambio de aceite y del filtro del aire, por motivos de espacio no llevo conmigo para cambiar un filtro de aceite ya que por consejo de mi mecánico Beni se puede apurar el cambio del filtro de aceite por cada dos cambios de aceite.

Para mi suerte encuentro aceite de mi graduación, las dos últimas garrafas de la tienda de 1 litro, -¡que buena suerte, que alegría! - pienso en voz baja, pero por su precio ojalá no la hubiera encontrado, nada más y nada menos que 15 euros por garrafa, es decir, pago por un litro lo que en España sería el precio de 5. Por fortuna para el dependiente, estoy desesperado, así que hago de tripas corazón y pago sin querer ser consciente del sablazo económico del que acabo de ser víctima.

Una vez en el hotel aprovechamos para cenar en la habitación, ya ha desaparecido el jamón de nuestra dieta, pero nunca 1300 gr del manjar ibérico dieron para tanto, en su lugar tenemos queso, y la famosa salsa alioli (que no pica) de esta parte del mundo y un poco de yogurt. Aprovechamos también para hablar sobre lo vivido en el día de hoy. Una de las cosas que comentamos es que ha hecho tan buen tiempo, que las lluvias y sufrimientos de otros días parecen cosas del pasado. Todo ha cambiado como de la noche al dia. Precisamente, es la noche la que amenaza con aparecer de un momento a otro para oscurecer a la "perla", ya que vemos a un sol agónico asomando por el horizonte, sin embargo son más de las 22:00 y todavía no se ha ocultado.

Esta imagen simboliza un poco lo que pasará mañana: Con la etapa de mañana escribiremos la última página de nuestro viaje por Finlandia, y por ende, por la península de Escandinavia. Han sido 13 días de aventura (repartidos de esta forma: Noruega; 8, Suecia: 2, Finlandia: 3)en los que hemos vivido de todo,y en los que resulta imposible resumir todas nuestras experiencias: Hemos sufrido mucho por las inclemencias del tiempo, sobretodo en Noruega, pero también hemos disfrutado de la naturaleza indómita de estos tres países, tan diferentes a los del resto del continente. Noruega nos ha dejado de piedra con sus interminables túneles y fiordos, sus renos, sus hytter, la belleza cautivadora del Preikestolen y Trollstigen, la conquista de Nordkapp, las noches blancas y la belleza de grandes urbes como Stavanger o Bergen. Suecia nos ha deleitado con la estremecedora emoción de la soledad en mitad de ninguna parte, sin duda las mejores sensaciones a bordo de una moto las he tenido en las vastos bosques de la Laponia sueca. Y por último, Finlandia, con la ilusión de conocer a Santa Claus, con sus interminables lagos con islas, sus bosques y como colofón, la civilizada belleza de Helsinki que bien merece el sobrenombre de la Perla del Báltico.

Desde esta ciudad partiremos mañana en pos de descubrir las tres Repúblicas Bálticas de la antigua Unión Soviética, en una intensa jornada donde atravesaremos de una sola tacada tres países Finlandia, Estonia, para acabar en la capital de Letonia: Riga. Pero lo más importante no será la toma del ferry mañana en Helsinki o la llegada a la capital letona, lo más importante de todo será que mañana por primera vez, veremos, quizá para nuestra desdicha, ponerse el Sol y con él caer la noche para alimentar nuestros sueños, tras 14 días de noches blancas.