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miércoles, 6 de enero de 2016

CAPÍTULO 26: ARBEIT MACHT FREI

ETAPA 26: VARSOVIA-ZATOR

Distancia total ruta: 338 kms
Tiempo total: 4 horas

Ciudades visitadas: 3
Paradas: 2
Consumo medio:  5,55 l/100


Con los recuerdos aún frescos de la noche en Varsovia, no podemos evitar pensar que la noche de ayer fue bastante provechosa. Casi sin querer, con un escueto mapa, y con nuestra intuición como guía, pudimos ver lo más bonito y granado de la capital polaca. Desde luego, todo un acierto coger hotel en el centro de Varsovia, con todo al alcance de una caminata, nuestro Falco Stradale descansó a cubierto tras largas y agotadoras jornadas por las más abruptos terrenos. Todavía hoy resuenan los ecos entre nosotros de la gesta de cruzar a Polonia por esos caminos olvidados por los mapas, unos 40 interminables kms de una aventura digna de un Dakar hecha con una moto de carretera. Acaso, ¿Se puede pedir más?

- Rafa, un poco más y nos volvemos a quedar atrapados en el barro en Lituania - me comenta inquieta por la mañana.
- Bueno, la mala experiencia de Skaulo me ha enseñado como tengo que llevar una moto tan pesada por esos terrenos.

- Al principio estaba asustada - replica ella.
- Si, y yo, porque teníamos la gasolina algo justa y no se veía el final de la carretera, pero al final cuando llegamos a Polonia...
- Nunca me alegre tanto por entrar en un país y eso que no es el mío - me dice con una amplia sonrisa mientras se pone el casco.

Pagamos nuestra estancia y nos despedimos del personal del hotel que tan bien nos han atendido. Es hora de comenzar la 26ª Etapa de Euro-Diversion 2013, así que partimos temprano hacia el sur del país. Pero antes, queda el tramite de repostar nuestra moto, cerca del hotel observo una gasolinera con un extraño símbolo, excusa perfectamente para, mientras M Carmen paga con la moneda local, hacer este video donde lo explico:



Tras la curiosidad del Halcón ponemos iniciamos nuestra ruta, deshaciendo el camino empleado para entrar en Varsovia. Por desgracia, nuevamente, me toca lidiar con las calles empedradas y los raíles de tranvía que la cruzan, que son como autenticas pistas de hielo. -¿A que mente despiadada se le ocurrirá construir por sistema algo así por todas las ciudades por las que pasamos?- Pienso. Está claro que es una cuestión ornamental y de conservación del pavimento antiguo para conservar un poco la esencia de los centros históricos de las ciudades. Pero, ¡Dios Santo! ¿Nadie ha pensado que esto es muy peligroso para los amantes de las dos ruedas? No os podéis imaginar lo difícil que es maniobrar con una moto tan pesada, de más de 300 kg, entre el caos del tráfico de Varsovia, atendiendo al equilibrio, a las señalizaciones de mi navegante y a que no nos embista ningún coche, que nos adelantan sin piedad por izquierda y derecha sin previo aviso. Evidentemente, la experiencia es un grado y yo desde que partimos de España he ido sumando horas de pilotaje a mi cátedra de aventuras en moto.

Con relativa facilidad y con unas indicaciones precisas de M Carmen, salimos de la capital de Polonia, rumbo al sur del país. Un país muy parecido a España en cuanto a extensión y numero de habitantes, el cual, por ahora nos esta gustando, a pesar de la precariedad de sus carreteras. Cogemos la E-67 rumbo a la ciudad de Piotrkow Trybunalski. Aproximadamente unos 138 kms de travesía no muy exigente, si no fuera por el hecho de que el asfalto polaco esta ondulado, menos mal que como solución adopto la idea de marchar por el arcén. Quizá no sea lo más ortodoxo y recomendable, pero así me evito los sustos que me llevé en la etapa anterior y en esta, en el que al intentar adelantar un camión por la izquierda hemos dado un bote considerable con nuestra moto. Si en la etapa de ayer hicimos el Paris-Dakar, en esta parece que vamos a poner a prueba nuestro Falco Stradale, "obligándole" a hacer moto-cross por asfalto, sinceramente, espero que aguante.
Cruceiro polaco
Encontrada la estabilidad, y con el buen tiempo imperante como acompañante, solo queda disfrutar del viaje entre verdes prados y cruceiros que nos ofrece Polonia. Pequeñas poblaciones se suceden a nuestro paso hasta llegar a la ciudad de Piotrkow, allí cambiamos de vía a la E-75 tal y como me indica mi novia. Desde luego, esta vez "la pelotita" se está portando y no nos está jugando ninguna mala pasada. Según me indica mi navegante, debemos seguir este rumbo hasta la ciudad de Myslowice, ciudad ya bastante próxima a nuestro destino. Por ahora, el viaje mañanero por tierras polacas está siendo tranquilo, sin mucho vehículo que perturbe nuestro paso, aunque si es verdad, que de vez en cuando se suceden adelantamientos kamikazes como los que vimos en las repúblicas bálticas.

De pronto, y sin previo aviso, abandonamos las vastas llanuras polacas y los pequeños pueblecitos de los alrededores para sumergirnos en la espesura de un bosque que atravesamos bajo el amparo de una sombra perpetua. Eso ocasiona que anteriormente agradable, baje hasta el punto de hacernos sentir frío como si, por un momento, hubiéramos vuelto a Noruega.

- ¡Vaya frío que hace Rafa! - se queja mi novia
- Aguanta no será mucho, dentro de poco volveremos con el sol.
Sin embargo, tras más de marcha 10 minutos seguimos a la sombra del espeso bosque, bello sin duda, bellísimo, pero incomodo para dos moteros cuyos forros perdieron hará más de tres semanas. El tráfico se intensifica, pero los polacos parecen ser algo más cívicos que sus hermanos del este. A pesar de los inconvenientes, intentamos disfrutar de esta bella visión, con cierto hálito de misterio, parece, por un momento, que hemos cambiado de país, -¿Habremos ido a parar al bosque de Sherwood sin saberlo? - pienso en voz baja. Pero no, seguimos en Polonia, y viajamos hacia el sur, en concreto hacia Zator, destino de nuestra etapa.

Tras atravesar el denso bosque, volvemos a carretera abierta, pero algo ha cambiado en la forma de conducir por Polonia, algo que sin aviso previo nos sobresalta. Resulta que de vez en cuando, esta carretera pasa por pueblos, como es lógico, pero aquí no deben de conocer los carriles de incorporación o salida de la vía principal, porque directamente lo que hace la carretera es convertirse directamente en un gran cruce con varias intersecciones, reguladas por semáforos. Dicha novedad, nos pilla por sorpresa y casi me hace saltarme un semáforo (aquí tampoco avisan de su presencia con antelación), lógico teniendo en cuenta que uno viaja por autovía a una media de 100 km/h, espera de todo menos pararse de buenas a primeras por un semáforo. M Carmen, siempre atenta me avisa, con antelación para que me pare en los numerosos cruces que nos encontramos. Desde luego, no es tarea sencilla para el Falco Stradale y más teniendo en cuenta el peso que llevo conmigo. Por eso, me está echando una mano en esta tarea, extrañamente, sin protestar, creo que ella misma se ha dado cuenta de que las carreteras polacas están mal indicadas y que es difícil jugar a ser adivino conduciendo por este país.

Una vez pasado el trance, hacemos parada en Czestochowa para repostar nuestra moto al haber llegado ya, y sobrepasado, los 200 kms de ruta. Debo decir que desde que abandonamos Escandinavia, me está costando acostumbrarme al hecho de que en esta parte de Europa se pueden alargar los repostajes un poquito más de lo que lo hacíamos en tierras nórdicas, por fortuna. Habrá que tenerlo en cuenta a partir de ahora.

Mientras reposto y me acerco a pagar, M Carmen aprovecha para consultar vía WIFI nuestra ruta, la cual seguimos con gran precisión. Al salir de la tienda, me indica en el mapa que ya nos queda poco para llegar a nuestro destino.

- Hoy nos va a cundir la mañana Rafa, debemos seguir esta carretera hasta Myslowice, y después cambiar a la E-462, tras eso sólo nos queda tomar rumbo sur para llegar a Zator.
- ¡Que alegría! - Exclamo - No todas las etapas van a ser de llegar a las tantas de la noche. Ya iba siendo hora de concluir las etapas a una hora normal.
- ¿Cuantas habremos tenido así? - pregunta con una gran curiosidad - Las cuento con un dedo de la mano M Carmen - sentencio.

Efectivamente, 44 kms después y en un abrir y cerrar de ojos, cambiamos la E-75 por una carretera comarcal, de pésimo estado, en concreto la 781, a la altura del pueblo de Chrzanow, señal, sin duda, de que ya nos queda poco para llegar a Zator. Espero que lleguemos sin muchos problemas, ya que aquí es cuando nuestro GPS improvisado empieza a hacer de las suyas. Curiosamente eso no sucede y llegamos sin problemas a Zator, a la hora de comer aproximadamente, sin embargo, no encontramos ninguna referencia hacia nuestro hotel. No hay problema, hacemos una parada en una panadería cercana para comprar provisiones, donde adquirimos pan de cereales en bloque (al estilo noruego), un poco de queso, leche y mantequilla. Mientras M Carmen paga en Zlotys, yo le pregunto, en ingles, a la cajera como llegar a River Park, nombre de nuestro hotel aquí en Zator. Por lo que se ve es fácil, tan sólo hay que bordear la iglesia y bajar una cuesta, 3 kms más adelante encontraremos una gasolinera, allí deberemos girar a izquierda y ya habremos llegado a nuestro destino.

Nos ponemos en marcha, y efectivamente, las indicaciones de la dependienta eran acertadas, a las afueras del pueblo nos encontramos con unos carteles bien grandes que anuncian nuestra llegada a River Park, aunque para llegar a la entrada tendremos que callejear un poco. Mientras avanzamos por esos caminos de tierra me doy cuenta de que River Park se anuncia como una especie de resort de vacaciones para toda la familia, con mucha estética de dinosaurios y selva, muy al estilo de Jurassic Park. Como curiosidad, en el camino nos encontramos con otro parque de extraña temática: Park Mitologii un parque dedicado a los dioses de la mitología griega, no se si es un parque acuático, de columpios o de lo que sea, pero lo que yo me pregunto es: ¿Como demonios es un parque sobre los dioses griegos? Por desgracia, lo único que alcanzo a ver es un Zeus de cartón piedra enorme y a una familia se aventura a su interior. Supongo que nos quedaremos con la duda. Más adelante, esta la entrada de River Park, quizá me esperaba algo más digno de la famosa película de Spielberg, pero lo importante es llegar al destino, ¿no?
Nuestra cabaña polaca
Deberíamos aparcar nuestra moto a la entrada del parque, pero como el recinto tiene más bien el aspecto de un camping decido avanzar motorizado hasta la recepción, a la que llegamos tras pasar por delante de un restaurante y ante el asombro de los que allí se encontraban comiendo. Nos recibe una amable chica, esta vez M Carmen no hace la descarga de nuestras cosas, el recinto es cerrado y en principio seguro, así que dejamos el Falco Stradale con todo esperando, mientras nosotros subimos con la chica para hacer el check-in. Nuestra cabaña es la primera según entramos así, deshacemos el camino y volvemos a la entrada del camping. Cuando llegamos nos encontramos con una cabaña muy al estilo de las noruega toda hecha en madera, quizá más austera, y algo menos preparada, pero bastante amplia, y menaje de sobra para preparar la comida. Además tiene el detalle de tener un porche y un pequeño vallado que nos aísla de los visitantes del parque, es como si tuviéramos un mini-chalet entero para nosotros. Ya dentro, con las cosas descargadas, ataviados con ropa más cómoda y con la moto como testigo, nos relajamos mientras almorzamos a la sombra de un pino cercano, mientras algunas familias pasan delante nuestra con destino al restaurante.

Tras la comida, rematamos la sobremesa dando un paseo hasta el restaurante, a M Carmen como no, le apetece un café, y yo aunque no soy muy dado a ello, caigo en la tentación de pedirme una copa de helado colosal servido en una especie de caracola de cristal. Pero no hemos venido hasta estos recónditos lares del sur de Polonia, en busca de un excelente café y de helado. Esta etapa, termina en Zator un pequeño pueblo polaco a orillas del río Skawa, así que, en teoría hoy sería un día de descanso al no tener la población muchas cosas de interés, al contrario que otros sitios en las que hemos parado que invitaban más a la exploración. Sin embargo, a nosotros no nos gusta lo fácil, la relajación o el tedio, nuestra intención al venir hasta que es simple: Queremos visitar el Campo de Concentración de Auschwitz, el cual se encuentra situado a unos 18 kms de este lugar, en la localidad polaca de Oswiecim, nombre del pueblo donde se encuentra y que los nazis sustituyeron por el de Auschwitz-Birkenau. Aún hoy, a pesar de que han pasado casi 70 años del fin de la II Guerra Mundial la gente cuando se refiere a esta población la nombra como Auschwitz (por el campo de concentración) y no como Oswiecim.

Nos ponemos en marcha con decisión, hacia el oeste por una carretera comarcal numerada como 44, al principio vuelve a engullirnos la espesura del bosque polaco, pero por poco tiempo, ya que empezamos a ver paisaje urbano, compuesto por polígonos y casas bajas a ambos lados de la carretera. Casi se puede decir que el viaje transcurre como subidos a un tranvía, siempre a velocidad constante y sin adelantar, tampoco hay oportunidad, ya que son habituales las rotondas, ¡Dios! cuanto las odio - pienso. Con la cantidad de ángulos muertos que dejan al girar y la imprevisibilidad del tráfico del Este de Europa, hacen que me quede bastante receloso cada vez que tomo una. Afortunadamente, en un abrir y cerrar de ojos y sin previo aviso, a nuestra derecha va surgiendo de entre unos arboles unos altos muros en ladrillo rojo coronados por una alambrada, creo que ya hemos llegado.
Entrada aparcamiento de Auschwitz

Efectivamente, a los pocos metros, tenemos indicaciones de que hemos llegado al aparcamiento del complejo Auschwitz-Birkenau, aparcamiento, por cierto, que esta hasta los topes, tanto es así que aparcamos nuestro Falco Stradale en el único sitio que había libre.

- Rafa, ¿será de pago el aparcamiento? - Pregunta M Carmen - No lo se, pero visitar Auschwitz es gratis - Le respondo.
A la entrada del complejo
Vamos caminando, hasta lo que parece un puesto de control, pero no es para comprar las entradas, sino para contratar un guía o alquilar una audioguía (en varios idiomas). Nosotros, intrépidos exploradores, preferimos descubrir por nuestra cuenta, así pasamos sin entretenernos demasiado. Una vez dentro del recinto, vemos como una gran explanada con unos bancos donde la gente descansa a la sombra de algunos arboles. El césped de un verde intenso, por un momento, eclipsa lo gris y austero de los edificios que lo rodean y que nos recuerda que estamos en un campo de concentración de la II Guerra Mundial, por desgracia, el más famoso. Sin embargo, este recinto no difiere demasiado de lo que podría ser una cárcel normal y corriente de la época, pero poco a poco, según vamos avanzando hacia el arco de la entrada principal, entre una legión de cárteles explicativos (en polaco,ingles,hebreo) nos vamos dando cuenta de que este no es recinto turístico normal. No sabría muy bien como explicarlo pero al estar en frente de ese cartel siento un estremecimiento como nunca antes había sentido.






Entrada a Auschwitz
Tanto es el estremecimiento que, si bien empezamos la jornada haciéndonos alguna foto a la entrada del complejo, al pasar por ese arco y ver a más personas haciéndose fotos por allí, sentimos un profundo sentimiento de estar faltándole el respeto a las personas que allí murieron.

- Rafa, espera un momento, mira, no veo adecuado que hagamos fotos, mira esos, parecen que están jugando. Me siento mal aquí

La verdad es que esos chavales parecían que estaban de excursión, y sinceramente Auschwitz no me parece un espacio de recreo, sino de recogimiento, de reflexión sobre a donde puede llegar lo peor del ser humano. Una barbarie irracional que sumió a la humanidad en años de oscuridad, del que hoy quedan tan sólo las reminiscencias propias de una pesadilla, pero que, sin embargo, no hay que olvidar. Por eso, me vuelvo hacia mi novia y le digo:

- El pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla. - le digo con seguridad. No hago, sino recordad la frase que dijo en su día Napoleón Bonaparte.

Efectivamente, esta, aunque nos pese, es una parte de la historia que es preciso no olvidar, sólo así podremos evitar que se repita lo que aquí ocurrió hace más de 60 años. M Carmen y yo nos miramos sumidos en un profundo silencio, por primera vez en la aventura, tenemos ganas de irnos del lugar que visitamos, sin duda, influidos por el profundo sentimiento de tristeza que impera en el lugar. A pesar de ello, decidimos continuar haciendo fotos, las justas eso si, con el mayor respeto posible, y evitando salir en ellas, prescindiendo por completo del video, dando así testimonio mudo de los horribles hechos acaecidos aquí entre 1940 y 1945. Creo que las imágenes que a continuación pondré en este post reflejan fielmente lo que vimos allí y lo que sentimos al pasar por los distintos pabellones del complejo.
Arbeit macht frei
Los primeros carteles del recinto te informan en varios idiomas de como están dispuestos los pabellones y como era la vida en Auschwitz, leyendo esas líneas te das cuenta de lo dura que era la vida dentro de esos muros.

 Por lo que se ve los internos, al menos al principio, erán sometidos a jornadas maratonianas de trabajo de más de 15 horas en un campo de trabajo cercano, hiciera el tiempo que hiciera, todo ello aderezado con escasas raciones de comida, con poco descanso, y con condiciones higiénicas lamentables. Al terminar la jornada tenían que regresar al campo de concentración con los cadáveres de los compañeros muertos a cuestas, mientras a su entrada los recibían con música, algo que sin duda, resulta surrealista e infame. La primera impresión que uno se lleva al entrar en Auschwitz I es que estamos ante lo que se podría considerar como una prisión normal y corriente, como las muchas que tenemos en nuestro país. Sin embargo, algo raro se respira en el ambiente, a pesar de lo que se han esmerado en "alegrar" la imagen del lugar y del relativo gentío que circula por las calles del complejo. Es como una especie de silencio que estremece el alma.


A ambos lados se disponen diversos pabellones en los que el visitante puede hacerse una idea de como era la vida de los internos en los escasos momentos de asueto que tenían, en condiciones ciertamente lamentables.

 Flanqueando los pasillos de estos pabellones, hay un sinfín de fotografias de los numerosos presos de Auschwitz I, testimonio mudo de lo mucho que se sufrió entre estos muros. Hay personas de todas las edades y condición, de diversas nacionalidades, todos con sus datos personales. Pero a mi el dato que más me impresionó fue el de la fecha de entrada y el de salida del Campo de Concentración, es decir, la fecha de su muerte. De todos los que vimos, y vimos muchos, solo dos murieron al año de estar en Auschwitz, los demás se movian entre 3 o 4 meses a lo sumo. También había un grupo numeroso de gente que moría en menos de un mes.

No es de extrañar tan baja supervivencia, teniendo en cuenta  las jornadas de trabajo tan maratonianas. Por respeto a estas personas mi novia y yo decidimos no hacer ninguna fotografía de las hojas de identifación de estas personas anonimas.

Pasando a la planta baja de este pabellón nos encontramos con una galería ciertamente lugubre, con poca iluminación y húmeda. Seguimos el pasillo sin saber muy bien nuestro destino, a los pocos metros nos encontramos con unas extrañas verjas que dan acceso a algo parecido a un hueco de escalera con unas puertas pequeñas en los muros.Esas puertas dan acceso a una celda de castigo de 1 metro cuadrado a compartir entre cuatro o cinco personas, las cuales tienen que convivir durante los días de castigo las 24 horas sin luz y de pie.

Unas imagenes impactantes que hacen que en nuestro pecho crezca una angustia inusitada. Hasta a M Carmen le cuesta respirar allí, somatizada quiza por la imagen de esas personas hacinadas sin espacio ni para sentarse en el suelo. Al salir de allí, sentimos un profundo alivio en nuestros corazones por la experiencia vivida, y durante un momento existe la tentación de salir del campo de concentración, pero el deseo de descubrimiento puede más que nuestro miedo o respeto a la atrocidad de la historia, y continuamos visitando pabellones de Auschwitz I.

Todos los pabellones son de dos plantas y comienzan con largos pasillos donde podemos observar más y más fotos de los presos que allí sucumbieron. Al principio, en estos muros padecieron la ira nazi presos politicos, disidentes, comunistas, etc., después judíos de todos los rincones de Europa. Al observar cada foto no puedo evitar pensar que cada una de ellas cuenta una historia llena de ilusiones, de metas, de anhelos que fueron cortados por el III Reich. Historias que por desgracia, en la mayoría de los casos, se han perdido en el olvido. Estos anonimos testigos de la historia nos dan paso a otras dependencias que parecen, extrañamente vacías, sin embargo, al mirar a nuestra izquierda nos percatamos de nuestro error. Otra historia muda se cierne sobre nosotros.

Una parte de las habitaciones en las que entramos tenían una mampara blindada, de unos 5 metros o más de largo y en su interior, todo tipo de objetos de los miles de personas que allí estuvieron acumulados a modo de osario, unas vistas que, sin duda, helaron nuestra sangre y nuestro espíritu. Los objetos parecían vertidos de cualquier manera en esa sección de la habitación, pero el extremo silencio del lugar y el conocimiento de lo que allí pasó, te ponían rapidamente en sintonía con el sufrimiento de las gentes de Auschwitz I. Había de todo desde zapatos, libros, maletas, ropa, pizarras  hasta pelo. Si como estais oyendo, había una habitación llena de pelo, de todos los colores y formas. Según leí en un cartel cercano, los objetos que vemos acumulados pertenecen a todos los que pasaron por el campo de concentración, según llegaban a Auschwitz les quitaban todas sus pertenencias para venderlas o usarlas en la industria alemana, les rapaban el pelo (para hacer pelucas) y les vestían, con el atuendo que tantas veces hemos visto en películas, con un traje de rallas negras sobre blancas. Aunque no todos los presos eran iguales, según su religión, pensamiento político, etc eran identificados con unos brazaletes. Por ejemplo, los judios eran identificados con las estrella de seis puntas de David en color amarillo. Como pude leer algunos presos, incluso, tenían cierto rango y mando dentro de los internos, además de privilegios. Todo ello, por supuesto, con el beneplácito de los nazis. También es cierto que no duraban mucho en el cargo, desconozco el motivo, pero puede que vieran demasiadas cosas.

A continuación, llegamos a una habitación que en vez de estar llena de pelo lo estaban de latas de un producto llamado Zylon B. Efectivamente, esas latas contenian un gas pesticida con las que masacraban a la gente, en las infames duchas, que estaba enferma o impedida para seguir trabajando en el campo de concentración. Un producto basado en el cianuro que con sólo 4 gramos podía matar a una persona, una solución ante la creciente llegada de presos, y el coste elevado de las balas. Por ese motivo se usó el Zylon B,  toneladas y toneladas de ese veneno y precisamente cientos y cientos de latas usadas amontonadas yacen aquí hasta una altura superior a nuestras cabezas. Para colmo de males, nos encontramos con un mapa que señala a Auschwitz como un lugar idoneo para exterminar a los judíos dada la cercanía a las poblaciones judías y por la buena conexión ferroviaria.

Creo que en ese momento nuestra mente dijo basta y nos mandó salir de allí a toda prisa. Aún así, esa visión y la imagen de la horrible muerte que sufrieron nos tortura a ambos. Salimos de los pabellones ciertamente impactados y sin ganas de ver nada más, solo tenemos ganas de regresar a Zator. Sin embargo en el camino nos encontramos con un pequeño patio que no existe entre otros pabellones visitados. Al acercarnos más me doy cuenta de que estamos ante un paredón de fusilamiento, aún setenta años después de aquello se pueden observar los diversos impactos de bala que mellan todo el muro. Como homenaje a todos los que perdieron la vida allí, vemos unas flores.

La escalera de la segunda foto da, precisamente, a donde estaban las celdas de castigo, sin duda, la antesala a la pena de muerte que esperaba al otro lado de la puerta.

Poco a poco va atardeciendo en Auschwitz, pero nosotros hace mucho tiempo que nos hemos quedado helados ante lo que hemos visto aquí. Y creo que también sólos, porque desde que hemos salido del paredón, no hemos visto a un alma en el lugar, de pronto un pitido de un guardia de seguridad que nos pone sobreaviso de que son más de las 20:00 y el horario de visita ha terminado. Ciertamente, el tiempo ha pasado volando, aunque no por el disfrute de la experiencia sino por el efecto de jet lag que ha tenido viajar al pasado para recuperar este desagradable episodio de la historia de nuestro continente. Mientras enfilamos la salida intento compartir con mi navegante los pormenores de esta experiencia, pero ella se muestra muy reacia a hablar a pesar de mis intentos por sacarle una palabra.

- Date prisa, a ver si nos van a dejar aquí a pasar la noche - le insinuo a mi novia
- Yo aquí de noche no me quedo ni de coña, me da algo, vamos- espeta M Carmen

En el camino de vuelta podemos echar un furtivo vistazo a uno de los hornos crematorios donde quemaban a los muertos del campo, el único que se ha conservado desde la época de la Guerra. Y es que los nazis, una vez vista la imposibilidad de ganar la guerra, se cuidaron mucho de borrar las huellas de su barbarie, afortunadamente no lo consiguieron.

Una vez flanqueada la puerta del complejo, momento en el que nos sentimos como si nos hubieran quitado un peso de encima, nos dirigimos al parking, donde un señor nos espera para cobrarnos 2 euros por su uso. Esta claro que aquí lo único gratis es la entrada a Auschwitz, pero sinceramente, pago casi sin mirar, dado que pésimo estado de ánimo. Cuando montamos en la moto rumbo a Zator, una duda invade mi mente: Si Auschwitz I estuvo unos 5 años operativo, es relativamente pequeño y tiene el aspecto de una cárcel ¿Como es posible que aquí murieran más de 1500000 personas?Honestamente, y aunque pueda parecer frívolo, no me salen las cuentas. Saldrían a casi 1000 personas cada día, es decir, 1000 bajas diferentes todos los días y eso es demasiado incluso para este lugar. 

En fin, mañana volveremos, en busca de más respuestas a Auschwitz II. De momento, dejamos Auschwitz I atrás perdiendose en el horizonte por el retrovisor de mi Falco Stradale, a la par de un sol que para nosotros brilla hoy un poco menos. No sabría decir lo que nos ha pasado entre esos muros, pero lo que si se es que por primera vez en esta aventura, nos hemos quedado 25 kms (los que nos separan de Zator) en un improvisado, escrupoloso y respetuoso silencio, no se si hacia todas las personas que perdieron la vida, o porque todavía estamos intentando asimilar lo que allí hemos visto y sentido.

Nunca en mi aventura, había tenido estas sensaciones de agobio, tristeza, frío, sin haber nada físico que te lo provoque, aún así recomiendo visitar este lugar por todo lo que representa en nuestra historia más reciente. Por fortuna, el mundo ha cambiado mucho desde la época de la II Guerra Mundial, pero para evitar que caigamos en esas atrocidades es necesario que existan lugares como este que nos recuerden de lo peor que es capaz la única raza que habita en todos los continentes: La raza humana.

martes, 5 de enero de 2016

CAPÍTULO 25: COMO CRUZAR POLONIA ILEGALMENTE

ETAPA 25: VARENA-VARSOVIA

Distancia total ruta: 375 kms
Tiempo total: 6 horas 35 minutos
Ciudades visitadas: 1
Paradas: 3
Consumo medio:  5,31 l/100



Amanecemos con el suave cantar de los pájaros en Varèna y el plateado brillo del reflejo del sol en el Lago Glukas que se cuela por el interior de nuestra habitación flotante. Que pena no poder quedarse un día más ya que el sitio es estupendo y nos están tratando de maravilla, por un momento, parece como si toda la buena energía de Lituania se hubiera concentrado en este recóndito lugar. Pero no queda más remedio que seguir avanzando en nuestra aventura, con destino a otro nuevo país y a otra nueva ciudad: Nos espera Polonia y su capital Varsovia. Así que sin más dilación recogemos nuestras cosas y las cargamos en nuestra moto. Siguiendo el consejo de nuestra anfitriona vamos a desayunar en el hotel, aunque no esté incluido.Me pregunto qué sorpresa nos encontraremos.
Desayunando en el Lago Glukas
- Nos sentamos en el mismo lugar en el que cenamos anoche y allí que está nuestra "Rocio" esperándonos con una sonrisa.
- Buenos días, me alegro de que me hayan seguido mi consejo ¿que van a desayunar? - nos dice
- Pues no se, ¿que nos recomienda? - le dice M Carmen con mi ayuda.
- Bueno como no saben que pedir, diganme lo que quieren de beber y yo les traigo lo demás
M Carmen pide un café americano y yo un chocolate en polvo con leche, claro está. Aquí decir la palabra Cola-Cao o Nesquik le suena a chino a los locales. Es curioso, tenía la impresión es que estas marcas españolas de cacao eran famosas y tenían proyección internacional, sin embargo desde que abandonamos España me he tenido que conformar con chocolate en polvo. Mientras reflexiono sobre estas cosas más mundanas, sin darme cuenta ya nos han puesto el desayuno, y encima nos ponen música soul para hacer más amena la velada matutina en la que como ayer estamos solos, pero ¡que caray! podemos disfrutar en exclusiva de estas maravillosas vistas en este enclave tan idílico ¿Acaso hay algo más perfecto?


Nuestro desayuno
En fin, llega la hora de ponerse en marcha, así que sin más dilación pagamos la cuenta y es cuando allí nos llevamos la primera grata sorpresa de la mañana.
- Son 7 Litas - Nos dice nuestra "amiga" lituana, lo que al cambio equivale a unos dos euros.
- ¿Siete litas, por cada desayuno, verdad? - le digo mientras saco el dinero de mi cartera.
- No, no, no, son 7 Litas los dos desayunos, en total - Nos dice ante nuestra incredulidad. No creo que haya ningún lugar en el España, que por dos euros desayunen dos personas. Por eso, durante unos segundos guardo silencio, a la espera de que alguien me aclaren si nos están gastando una broma.
- Ya les dije que desayunaran aquí que les iba a salir barato - nos dice mientras nos sonrie.
Nuestra anfitriona tenía razón con que el desayuno iba a ser barato, pero por lo que hemos comido, más bien parece el agradable regalo de una desconocida sin más intención que la de agradarnos, desde luego lo ha conseguido.
- Bueno, pues muchas gracias, nos tenemos que ir, pero ojalá pudiéramos quedarnos un poco más. Nos ha encantado este sitio, es precioso.
- Muchas gracias, ha sido un placer.
En ese momento, M Carmen me hace gestos para que le pregunte sobre la mejor manera de llegar a Polonia. Durante el desayuno lo hemos estado viendo y según el GPS el camino más recto para llegar al país polaco es a través de Bielorrusia. Si bien este país no es de la UE es posible que por su cercanía puedan dejarnos pasar sin muchos problemas. Por si acaso aclaro las duda con la recepcionista.
- Por cierto, tenemos la intención de ir a Polonia, ¿Cual sería la mejor manera de llegar? He visto que por Bielorrusia es más recto.
- ¿Tienen pasaportes con visado?
- No
- Entonces no crucen por ahí, en la frontera no se pueden sacar el visado de turista. Y si deciden cruzarla por algún punto que no sea fronterizo podrían ser detenidos, la policía está muy pendiente en la frontera y no tienen muy buen sentido del humor la verdad.
- Muchas gracias por la información- La verdad es que "Rocio" nos lo ha pintado tan mal que es mejor no arriesgarse a ser detenido por cruzar ilegalmente por una frontera.

Será mejor ceñirse al plan establecido y llegar a Polonia a través de Lituania sin tocar Bielorrusia. Por favor, si ya nos han parecido toscos y malhumorados los nativos de estos tres países bálticos que pertenecen a la UE no quiero ni pensar como nos tratarían los bielorrusos si encima entramos en sus fronteras por donde no debemos. Otra opción sería entrar en Polonia a través de Kalingrado (Rusia), al menos hasta allí las carreteras son buenas. Sin embargo, nuestra amiga lituana también nos devuelve a la realidad, aunque sea pequeño en el mapa Kaliningrado no deja de ser una provincia más dentro de la vasta Rusia y de gran importancia estratégica, y por lo tanto hay que llevar visado. Es cierto que se puede sacar en frontera, pero a precio de 90€ por cabeza y con unos requisitos muy estrictos.

Sinceramente, me parece caro pagar 180€ por visitar un sitio en el estaríamos horas como mucho. Con este revés, me temo que habrá olvidar por completo cualquier idea de entrada en Rusia, aunque la tengamos cerca. Eso hubiera supuesto un hito interesante en nuestro viaje, pero también un mar de burocracia y de comprobaciones en frontera lentísimo e innecesario. Teniendo en cuenta que íbamos a rodar por un territorio de, como mucho, el tamaño de Córdoba, hace que no merezca la pena adentrarse en tierras rusas, tendremos que dejarlo para mejor ocasión. Una pena, casi tanto como el hecho de que tenemos que abandonar este lugar tan idílico, que nosotros sin duda, aunque este algo escondido recomendamos.




Listos para salir
Con este panorama, nos encaminamos hacia nuestra moto con todos nuestros enseres para cargarlos. La recepcionista nos acompaña para abrirnos la cancela de la pequeña finca en cuya carpa esta nuestro Falco Stradale. Tras cargarlo todo nos despedimos de Rocio con un fuerte abrazo y con los mejores deseos por su parte para nuestra aventura. Volvemos a hacer el camino de regreso a la carretera a través de los frondosos bosques de Glukas. Como la noche anterior llovió el terreno está algo farragoso, sin embargo, no lo suficiente como para que el barro suponga un problema para avanzar. Eso si, el camino está bien surtido de baches, aunque afortunadamente, no son tan insalvables como los que encontramos en Skaulo.

Recién metido en el civilizado asfalto, llega el momento de encontrar una gasolinera para repostar y para inflar los neumáticos. La encontramos, por suerte, a los pocos kms a las afueras de Varena. Nuevamente allí, somos testigos de la poca hospitalidad lituana (Está claro que lo del Lago Glukas fue una excepción). Pero como la experiencia es la madre de toda ciencia con astucia me hago del manómetro justo cuando otro lo suelta en el suelo con desgana, mientras M Carmen infla las ruedas, yo lleno el deposito con unos 10 euros de combustible, es decir, unas 34,5 Litas. Casi parecemos un equipo de Formula 1 haciendo dos cosas a la vez, pero en estas latitudes los buenos modales hay que dejarlos a un lado si quieres que te respeten. A la hora de pagar, el dependiente parece cabreado pero no suelta ningún exabrupto que nos intimide - prueba superada- pienso. Ya somos rusos.
Nos ponemos en marcha cogiendo desde Varena la DK61, una carretera bastante recta y anodina sino fuera por los interminables bosques que la circundan, no en vano estamos inmersos en mitad del Parque Nacional de Dzükijos. Un vasto bosque al sur de Lituania que prácticamente engulle a poblaciones por las que pasamos fugazmente como: Perloja, Merkine y Kibysiai. Cuando llevamos aproximadamente, 50 kms de aventura llegamos a la ciudad de Leipalingis donde nos surgen varios caminos para escoger. Nos encontramos a unos 29 kms de la frontera con Polonia, en ese momento, mi navegante me pide parar la moto para ver que rumbo vamos a tomar.

- Rafa, según el GPS móvil nos quedan unos 30 kms para llegar a la frontera con Polonia, pero si tomamos este camino, que es más recto, nos ahorramos más de la mitad del camino. Mira es por aquí, por esta carretera - Observo con detenimiento el mapa de la zona y parece factible.
- Venga, vamos a hacerlo.

Ponemos rumbo a Veisiejai a través de interminables bosques de verde perenne sin atisbo de cualquier signo de civilización en una carretera desconocida con rumbo incierto. Si no me he fijado mal estamos en la DZ-134 y vamos rumbo a Veisiejai. Sin embargo, la espesa vegetación no nos deja ver el pueblo, ni el lago Ancla por el que pasamos, mi navegante me indica que debo seguir recto dirección oeste. Todo recto por esta carretera que poco a poco se va quedando sin asfalto hasta convertirse en un camino de tierra más o menos asentada, aunque con muchos baches eso si. Nuevamente, volvemos a caminos poco civilizados para los que mi moto no está preparada, en fin, espero que no nos pase como en Skaulo, donde tuvimos que dar marcha atrás para evitar tener que decir adiós prematuramente a nuestra aventura.

Tras unos 20 kms cogemos la DZ 2503 justo al llegar a Veisiejai atravesamos el Parque Natural de la región y la carretera empieza a ponerse peor por momentos, los baches ocasionales han dado paso a unos pequeños baches intermitentes que estremecen nuestra moto como si estuviéramos pasando por una parrilla. Las huellas tienen pinta de ser de tractores o más bien de tanques.
- M Carmen, a ver si nos estamos metiendo en una zona militar para maniobras. - le digo a mi navegante.
- Tranquilo, no tiene pinta, mira aquí hay gente paseando en bicicleta y todoterrenos pasando a toda mecha

Si bien es cierto que el estado del camino deja mucho que desear, también es verdad que no estamos sólos en la carretera y cada cierto tiempo pasando algún dominguero con su todoterreno a toda pastilla, no le deben tener mucho aprecio a los amortiguadores de su vehículo, la verdad. En fin, supongo que si tenemos algún problema alguien nos ayudara, no obstante, el hecho de que no estemos solos en esta carretera apartada de la mano de Dios no significa que no sea inquietante el avanzar sin ninguna señal de tráfico que sirva de referencia e indicativa de por donde vamos. Tan solo la "bolita" del GPS de mi navegante nos sirve de guía en esta yerma tierra, por extraño que parezca todavía no hay sorpresas ni saltos de la "bolita" y eso que la geolocalización funcione perfectamente, lo cual es un alivio.

Siguiendo el curso de esta carretera cuaternaria llegamos a un cruce de caminos, tan solitarios como nuestras almas por estos lares. Mi novia me ordena que pare porque va a hacer una comprobación de nuestro rumbo. Por lo que se ve a encontrado un nuevo atajo.
- Mira Rafa, aquí estamos nosotros, si seguimos recto iremos por este camino haciendo una curva a derechas y luego acabaremos atravesando la frontera por aquí cerca de ............ Pero si seguimos por ese camino tenemos la frontera a apenas unos kms. ¿Qué dices?
-¿Vamos por el nuevo camino?
La verdad es que no soy muy fan de hacer experimentos, es decir, que si no sabes el camino hacia un sitio es mejor coger las rutas conocidas, pero lo que me enseña mi navegante es que estamos tan cerca de Polonia que parece como si de un salto pudiéramos cruzar a otro país. Sin embargo, la ruta que me propone M Carmen tiene un problema.
- Cielo, si para delante seguimos la ruta del movil, para atrás volvemos sobre nuestros pasos, y por la derecha da a una casa cercana, entonces para coger el camino que propones debemos ir a la izquierda, ¿no?
- Si
- Pues la carretera que tenemos a la izquierda no existe en el mapa del movil - le digo a mi novia ante su asombro.
Por unos segundos se hace el silencio más absoluto, por desgracia, tengo razón en mi afirmación: La carretera de la izquierda no existe en el GPS del móvil, pero nosotros la estamos viendo, surge entonces entre nosotros la pregunta ¿Qué hacer? ¿Nos la jugamos por una carretera desconocida o seguimos el rumbo que nos marca la ruta del GPS, aunque suponga dar más rodeo? Un dilema de difícil solución, pero bueno, al fin y al cabo, en eso consiste una aventura,¿no? en adentrarse en lo desconocido.
- M Carmen, vamos a arriesgarnos y a tomar el camino de la izquierda, Polonia, como tu dices no está tan lejos, seguro que pronto llegamos y salimos de esta mala carretera.
- ¡Venga, adelante con la aventura!
A punto de tomar la carretera fantasma
Cogemos la carretera de la izquierda con la esperanza de encontrar pronto alguna señal o algo que nos indique que hemos salido de Lituania, mi novia comprueba y corrobora que seguimos el rumbo de manera correcta, de forma inexorable hacia la frontera de Polonia. Pero allí, a parte de nosotros, no hay nada ni nadie a quien preguntar, únicamente un camino bacheado que parece horadado por un tanque y que , ahora si, empieza a embarrarse y a encharcarse. En cuanto veo los problemas que presentar el terreno y acordandome de Skaulo, paro mi moto y le pido a mi navegante que se sujete fuerte. Nos volvemos a enfrentar a dificultades dignas de un Dakar con una moto de carretera cuyo habitat es el gris y firme asfalto. No obstante, no hay que distraerse, me coloco en posición, acelero suavemente el Falco Stradale y me dispongo a sortear los primeros charcos de la etapa.

- Rafa, ten cuidado, no te vayas a caer, ¿quieres que me baje? - me pregunta ella ofreciéndose a ayudar.
- No, M Carmen, si fuera por un momento....pero por lo que veo nos esperan unos cuantos kms de barro. No vas a estar siguiéndome andando todo el rato.
- Vale, pero no tengas prisa, intenta evitar los charcos y ve suave con el acelerador - me aconseja mi navegante.
- Lo intentaré pero maniobrar a baja velocidad con una moto de 300 kgs es difícil
- Rafa, animo, tu puedes - me anima desde la cercanía del intercomunicador.

Por ahora, la cosa va bien, tengo bastante control sobre la moto y voy sorteando los charcos con relativa solvencia. No obstante, y a pesar de la experiencia adquirida ya durante esta aventura el maniobrar con una moto de 300 kgs de peso, con precisión de cirujano se hace duro y se está dejando sentir en mi cuerpo. Los músculos, sobretodo de los brazos, se cargan sobremanera intentando pasar por las zonas más firmes del camino, esquivando en lo posible el paso por los charcos. En mi lucha constante por mantener el equilibrio, no dejan de venir a mi mente "flashes" de mi caída en Skaulo, también me cuestiono si no habría sido mejor idea coger el camino marcado por el GPS. Menos mal que M Carmen, a través del intercomunicador, me anima a continuar hacia adelante en pos de cruzar por fin a Polonia.

Como en Skaulo los minutos parecen horas y los kms parecen años-luz, el tiempo se detiene, como nuestro pésimo avance, en el que fácilmente habremos recorrido un km en una hora. Pero no podemos rendirnos al desaliento, al menos aquí en mitad de ninguna parte. El tiempo pasa y poco a poco abandonamos los charcos, y mi moto puede avanzar con más soltura, aunque sin muchas alegrías, dado que seguimos embarrados. Mi navegante insiste en que seguimos el camino correcto, pero lo cierto es que por ahora no he visto que hayamos cruzado la frontera lituano-polaca.

- ¿Estaremos ya en Polonia? pregunta mi novia inquieta.
- No lo se, lo que si se es que llevamos unos 10 kms y no veo nada en el horizonte, ¿Estas segura de que es por aquí? Parece como si estuviéramos dando vueltas en círculos.
- Si, lo estoy.
- Espero que tengas razón, no es por asustarte pero tenemos para otros 20 kms más de andadura, después de eso podríamos quedarnos sin gasolina.
- ¡No me diga eso! Lo que faltaba quedarse tirado aquí en tierra de nadie
- Si en 10 kms no veo nada tendremos que volver para atrás a ver si encontramos a alguien que nos lleve a una gasolinera cercana.
- Espero que no hayan cortado la carretera más adelante - dice mi novia con claro tono de preocupación.
- A ver si va a ser esto una zona de prueba de misiles o campo de maniobras del ejercito y nos vemos de repente huyendo del ejército lituano, ¿Te imaginas? como en Indiana Jones, jejeje - le digo a mi navegante con la clara intención de que este chascarrillo la haga olvidarse por un momento de los problema, le haga esbozar una sonrisa y de paso rebajar un poco la tensión del momento
- Prefiero no imaginármelo, voy a empezar a rezar - contesta ella con cierta risa nerviosa
- No te preocupes, saldremos de esta como hemos salido de todas hasta ahora.

M Carmen, se ha quedado muda, no es para menos, quedarse sin gasolina puede ser el menor de nuestros problemas, ya que si se nos echa la noche encima, ¿Donde dormiremos?¿A quien acudiremos en busca de ayuda si por aquí no ha pasado nadie en horas? Manda narices, creía que las carreteras más inhóspitas de nuestro viaje las habíamos dejado atrás en Escandinavia y resulta que en este punto fronterizo no se ha visto un alma desde hace horas - Pensamientos recurrentes en mi mente que, de pronto, se ven interrumpidos por el hecho de que, definitivamente, abandonamos el barro para volver al asfalto, aunque no es la única noticia. Resulta que pocos metros más adelante veo un cartel rojo con un águila blanca y una frase que no acierto a traducir, pero si veo que pone: Polska, es decir Polonia.

Estamos en Polonia
- M Carmen, mira ese cartel, creo que nos está dando la bienvenida a Polonia
- ¡¡¡Estamos en Polonia!!! - grita M Carmen con tanto entusiasmo como si se tratara de nuestro regreso a España finalizando nuestra aventura.

Según cruzamos el cartel, el camino embarrado se convierte en asfaltado y con esta simbólica evolución del marrón al gris oficialmente estamos Polonia, aunque no se si por el sitio que deberíamos haber entrado. Menos mal que la supresión de fronteras entre Lituania y Polonia por ser de la UE, hace este paso meramente anecdótico. Sin embargo, todavía no podemos cantar victoria. Si bien, tras largo tiempo hemos cruzado nuestra decimocuarto frontera y pasado a nuestro decimotercer país, la prioridad ahora es abandonar estos bosques y volver a la civilización cuanto antes en busca de una gasolinera o no podremos celebrar como se merece el hecho de haber pasado de Lituania a Polonia de "forma ilegal" por donde creo que nunca nadie más ha pasado. Afortunadamente, pasado unos pocos kms encontramos una a las afueras de Giby. donde repostamos.
Cruceiros polacos
Con las fuerzas renovadas iniciamos nuestra marcha rumbo a la capital de Polonia, tomando la A-16 en dirección a Augustow, lugar donde cambiamos de carretera por la A-61. Lo cierto es que el cruce la frontera lituana ha hecho que el paisaje boscoso de Lituania ha cambiado bastante aunque aún conserva el verde de los vastos campos de estas solitarias carreteras polacas. Eso, si, al igual que en los países Bálticos, en las carretera polacas, de momento, de calidad aceptable, se ven cada ciertos kms un sinfín de cruces, muy parecidas a nuestros cruceiros del Camino de Santiago.

Pero, me da a mi que el fin de estas cruces es otro que el de indicar el camino, por tierras gallegas hasta Santiago de Compostela, las cruces están llenas de flores y coronas. Al igual que en España se dedican flores en puntos donde ha muerto gente en la carretera, pero aquí se levantan verdaderos mausoleos improvisados para rendirles homenaje. Al pasar por estas cruces no puedo evitar tragar un poco de saliva, no en vano, nos metemos en el país con las peores carreteras de nuestro viaje y eso siempre supone un peligro. Supongo que habrá que agudizar los sentidos al máximos, porque si los polacos conducen igual que los bálticos entonces la carretera será el menor de nuestros problemas.

Desde que entramos en Polonia, se abre ante nosotros un país de vastas llanuras verdes, bañadas por un sol de justicia. Parece mentira todo lo sufrido en los países escandinavos, pero curiosamente ha sido abandonar Helsinki y mejorar la meteorología de forma increíble. No es que no hayamos disfrutado de las etapas anteriores, pero puede ser que ahora estemos más relajados viajando por estas carreteras rectas, aunque algo bacheadas del territorio polaco.

Pasados unos kms, la carretera empieza a empeorar, más o menos a nuestro paso por Grajewo, no obstante nuestro avance no se detiene. Los numerosos baches de la carretera se deben a los innumerables camiones que circulan por la vía, eso ha provocado que el asfalto este parcheado, pero lo más peligroso: ondulado. Si, he dicho ondulado, porque en la parte central de los carriles el firme se ha hundido formando una ligera onda a modo de ola de asfalto. Algo curioso, que no deja de ser peligroso, a la hora de adelantar a un camión a vehículo, ya que la moto se desestabiliza mucho. A eso, se une que en esta carretera que pasa por numerosos pueblos de la zona, cada dos por tres nos encontremos con cruces en forma de equis, controlados por dos señales de STOP (Espero que nadie se los salte) y con semáforos en plena carretera. Eso ocasiona que, te encuentres viajando a 100 km/h de velocidad de crucero y de repente, sin previo aviso por señal alguna, el semáforo de turno se ponga rojo y tengas que frenar bruscamente y detenerte en seco. Algo extraño la verdad a lo que habrá que acostumbrarse en nuestro devenir por Polonia.

Creía que no iba a echar de menos las glorietas, pero debo reconocer que no vendrían nada mal tenerlas en este país para regular mejor el tráfico. Con esta reflexión y siempre atento a los, por ahora, civicos polacos, cruzamos el ingente Parque Nacional de Biebrzanski compuesto por los bosques de Bor, Piska y Kurpiowska que son testigos de nuestro paso. Tras una hora y media de camino llegamos hasta Zambrow, ciudad donde, tras una parada por culpa de los dichos semáforos, cogemos el desvío para coger la E-67, la cual, nos llevará hasta la capital del país: Varsovia.

Afortunadamente, al coger la E-67 vuelve la cordura a la carreteras polacas, por fin nos encontramos con una carretera principal con una calidad similar a las que podríamos tener en España, incluso con estaciones de servicio. Precisamente, en una de ellas a unos kms de Zambrow cerca de un centro comercial, hacemos una parada para repostar nuestro Falco Stradale. Curiosamente, mientras estoy repostando me doy cuenta de un detalle que ya había observado en las Repúblicas Bálticas y es el hecho de que los vehículos repostan enganchando el boquerel en el lado derecho, casi a la altura del tubo de escape -que raro- pienso.
Fijándome un poco en los carteles de la gasolinera me doy cuenta de que estos coches no usan gasolina ni diesel, sino gas liquado del petroleo (GLP), una especie de gas de gasolina. Me pregunto si será muy caro hacer la conversión de gasolina a GLP en un turismo como los que he visto aquí, porque lo que es el combustible en si es la mitad de barato que la gasolina de 95 oct.

Tras el repostaje vamos a almorzar con algo de queso, pero, por desgracia, nos falta el pan. Nuevamente, a pesar de la barrera idiomática (No creo que muchos polacos hablen inglés) me meto dentro del Centro Comercial para comprar pan y otras provisiones, entre tanta tienda de ropa y de electrónica habrá algún supermercado, no? mientras M Carmen me espera custodiando nuestras cosas.

Como termino, antes de lo esperado, de hacer las compras caigo en la tentación de curiosear por las tiendas de informática del lugar. Mi intención no es otra que la de ver el precio de un GPS Tomtom para moto y si es posible comprar uno para completar nuestra aventura. Por ahora no nos va mal en nuestra aventura, a pesar de nuestra perdida en Riga, pero lo cierto es que me ha hartado de ir dando tumbos por las remotas llanuras de Europa del Este, donde nadie habla mi idioma y encima las cosas están muy mal indicadas. Con la ayuda del único dependiente de la tienda que habla inglés logro localizar el navegador, curiosamente cuando, harta de esperar, mi novia se presenta en escena.

- ¿Se puede saber que estas haciendo aquí? - me pregunta indignada por mi tardanza
- Quiero comprar un GPS para el viaje igualito que el que se nos estropeo, así ganaremos tiempo, que podremos usar en ver más cosas de las ciudades que visitamos - le respondo
- Ummmm, buena idea, podría ser útil, ¿Cuanto cuesta?¿Podemos permitírnoslo?
- Pues 299 euros al cambio, casi 100 más barato que en España
- Pero, en caso de que nos falle ¿que pasaría?
- Pues no se, voy a preguntar al dependiente.

Al dependiente se le tuerce un poco el gesto al preguntarle por el proceso de devolución en caso de fallo, por desgracia, confirma nuestros peores presagios: El producto tiene 2 años de garantía, pero en caso de que falle deberá ser entregado en la misma tienda donde se compre, es decir, o tengo un amigo en Polonia o me desplazo aquí desde España para cambiarlo en caso de que falle. Por un momento, reflexiono sobre lo que puedo ganar o perder con esa decisión, ya sería mala suerte que me cargara dos GPS en un viaje, ¿no? podría ser buena idea dejar de hacer kms en balde, pero cualquiera se arriesga a perder del presupuesto una cantidad tan importante de dinero que podría ayudarnos ante cualquier problema más grave que localizar un hotel o monumento. Al final tras mucho pensar, opto por no coger el GPS, parece que mi navegante se las esta arreglando relativamente bien con el móvil para guiarnos por Europa. Además en esto consigue la aventura, ¿no?aunque, sinceramente dentro de mi espero que no nos perdamos demasiado en lo que resta de viaje.

Tras el almuerzo, nos ponemos en marcha de nuevo, pero la puesta en ruta casi nos causa una caída porque nada más salir del Centro Comercial nos topamos de lleno con una ola de asfalto. El firme se ha ondulado de tal manera que a poca velocidad damos unos botes impresionantes dignos del más alto y rudo de los badenes de nuestro país. Parece como si el asfalto fuera de lava, y no por lo caliente, sino por la ondulación del terreno. Hay que tener un cuidado extremo a la hora de adelantar o de cambiar de carril ya que si no, nos veremos haciendo surf por lo gris de Polonia.

En fin, salimos de Zambrow tras el sufrido periplo por Polonia, de todas las actividades que esperé hacer en este viaje hacer surf con mi moto no entraba en ninguna de mis listas, sin duda alguna estoy ante las peores que he visto durante nuestra aventura. Afortunadamente, volvemos a carreteras más civilizadas del país polaco, la E-67 convierte los últimos 126 kms de travesía en un paseo que invita al relax y la contemplación de las vastas laderas verdes que pueblan estos lares. Largas rectas custodiados por árboles de hoja caduca que son testigos de nuestro paso hacia la capital de Polonia. Mientras avanzamos sin novedad, he de decir que aunque las carreteras polacas, al menos las no principales, son bastante deficientes bien es cierto que los polacos son bastante más cívicos al volante que los rusos.

Mi novia, por supuesto me comenta la experiencias surferas, pero sin duda lo que más le ha llamado la atención ha sido la curiosidad de los vehículos GLP algo totalmente inédito en nuestro país, donde tímidamente asoman los vehículos eléctricos.
- Rafa, ¿has visto los vehículos de GLP?¿Y eso porque no existe en España? Parece que cualquier coche se puede convertir en un GLP
-No le faltaba razón a mi novia en su afirmación porque vimos bastantes modelos de los año 80 y 90 alimentados con esta nueva forma de propulsión.
- Pues no se M Carmen, quizá en España se esté apostando más por los vehículos eléctricos, además no sabemos el precio de la conversión, ¿Será caro?¿Pasará la ITV? ni idea.
Tranvia
Casi sin darnos cuenta dados los excelentes kms de carretera, llegamos a Varsovia, capital de Polonia y allí nos damos cuenta de que volvemos tras bastantes días de viaje al a vorágine de una gran ciudad. No en vano, en Varsovia, ciudad más poblada de país, viven cerca de 2 millones de almas, lo cual nos acerca mucho a otras ciudades que hemos visitado como Amsterdam, Paris, Madrid, etc. Llega la hora de sumergirnos en el caos polaco a eso de la media tarde con la eterna incógnita de si seremos capaces de encontrar el camino hacia nuestro hotel. Pero algo me dice que esta vez será más fácil dar con el lugar, ya que hice la reserva en el hotel Ibis Centrum de la capital, sin ser un experto si sigo las indicaciones que pone "Centrum" sea donde sea donde nos lleve será relativamente fácil llegar a nuestro destino. No obstante, que sea fácil llegar no puede hacerme bajar la guardia. Al igual que en otros países de la Europa del Este por los que hemos pasado , aquí también se llevan transportes tan poco comunes en España como el tranvía y el trolebús. Lo que ocasiona que el firme (que encima está empedrado) se encuentre cruzado constantemente por railes que hace muy resbaladiza nuestra rodada.
Llegada al hotel
Efectivamente tras unos momentos de incertidumbre llegamos al hotel con una facilidad inusitada. Con una gran prestancia, dada la gran práctica acumulada durante el viaje, desenganchamos nuestras cosas y juntos y con la moto a cubierto, vamos a hacer el check-in. Entramos a una estancia algo particular Mientras esperamos cola le comento a M Carmen algún detalle sobre nuestro periplo polaco con suficiente volumen como para despertar la atención de la recepcionista, la cual nos llama y nos pide que nos acerquemos.
- ¿Españoles? - nos pregunta ella
- Si - decimos los dos al unísono con algo de incredulidad.
- Yo me llamo Paulina y estoy estudiando español
- Pues lo hablar mejor que yo, hija - le dice M Carmen con su habitual naturalidad
- Que alegría encontrar a alguien que hable nuestro idioma - digo mientras suspiro, y pienso que por una vez el check in será sencillo.
La chica coge nuestros DNI, hace el registro en el ordenador y nos da la llave, no sin antes decirnos, muy amablemente, que si necesitamos cualquier cosa no dudemos en llamarla.
- Una pregunta más Paulina, ¿Podemos aparcar ahí fuera bajo los soportales del hotel?
- Sin problema, mientras no obstaculice la bajada y subida de viajeros. Tenemos parking privado pero es caro, 18 euros diarios. De verdad, que donde la has dejado - mirando en ese momento por la ventana no estorba para nada.
Como último favor, le pedimos a nuestra amable recepcionista un mapa turístico de la ciudad de Varsovia. Tras ello subimos a nuestra habitación para dejar nuestras cosas, ducharnos, descansar un poco y planear nuestra pequeña excursión, por la capital de Polonia, como viene siendo habitual. Y es que desde que comenzamos nuestra aventura, dan igual los kms recorridos, las horas de ruta, las perdidas de rumbo, la lluvia, el viento, el cansancio, que siempre al final de nuestra etapa, nos enfundamos ropa de calle y salimos a conocer la ciudad que nos alberga. Aunque a veces tengo que reconocer que uno no tiene muchas ganas, pero esta aventura no esta hecha para gente mojigata, esta diseñada para valientes, para aventureros, para gente deseosa de conocer y descubrir.
Juan Pablo II
Iglesia de Chodna
Y a descubrir Varsovia nos lanzamos M Carmen y yo con gran interés para ver lo que la ciudad tiene que ofrecernos. Pero a diferencia de otras veces y aprovechando que estamos en el centro, haremos la excursión a pie, así de paso podremos estirarlas y nuestro Falco Stradale podrá descansar. Comenzamos nuestro periplo por la capital polaca, con la única ayuda de un mapa, que sin embargo, no evita que nos volvamos a perder por unos parques cercanos a nuestro hotel pero que nos llevan a la bonita iglesia de Chodna bajo el amparo de la noche.

Tras la visita exterior del templo volvemos a retomar la calle principal, con la única ayuda de un escueto mapa turístico que mi navegante maneja con tanta soltura que empiezo a dudar seriamente si ella no ha estado aquí antes. Sea como fuere, vamos viendo por las calles como los polacos, profundamente católicos, le tiene un afecto incondicional al desaparecido Papa Juan Pablo II. Una placa adornada con flores decora la calle a modo de homenaje y sirve de antesala al vagón de tranvía que tenemos enfrente nuestra bajo la atenta mirada de una catedral de San Miguel con sus dos torres de 75 metros. La verdad es que Varsovia está preciosa por la noche y aunque, estamos cansados del viaje, merece la pena sacrificarse un poco por poder disfrutar y compartir con vosotros estas imágenes de la capital de Polonia, la cual, sin duda, se viste de gala para dejarnos deslumbrados a nuestro paso.












Frederic Chopin
Pero Varsovia no es solo la ciudad de Juan Pablo II sino de Chopin, famoso músico polaco del siglo XIX que da nombre, por supuesto, a su conservatorio. La capital polaca se abre antes nosotros con una inusitada y desconocida familiaridad. Supongo que será por el hecho que desde Amsterdam o Hamburgo no hemos visto una gran urbe en este viaje y ahora, llegados a Varsovia, nos sentimos como pez en el agua entre la apacible paz de la noche. Despreocupadamente, seguimos por unas calles casi desiertas a excepción de algún coche, tenemos Varsovia entera para nosotros.

Este paseo está siendo toda una delicia, a pesar de los pesares para entrar en este país, supongo que es lo que tiene hospedarse en el centro mismo de la ciudad que todo lo tienes al alcance de la mano. Y casi como de una colección de postales se tratara vamos pasando de un lugar de interés a otro con facilidad pasmosa. Lo único malo es que no tenemos mucha idea de lo que estamos viendo, menos mal que el mapa prestado por Paulina, aunque esté en polaco, posee fotografías de todo lo interesante por ver en esta ciudad.

Como por ejemplo, el Palacio de la Cultura de Varsovia, edificio más alto de la capital con 230 metros y símbolo de la antigua influencia de la extinta URSS en el país. Fue construido en 1952 como "regalo" de Stalin a la ciudad, aunque no pudo verlo concluido ya que terminó su construcción en 1955. (Stalin murió en 1953). Lo desconozco, pero teniendo en cuenta los antecedentes históricos no creo que sea un edificio que cuente con el cariño de los locales, además su feo y anodino diseño no ayuda en absoluto, menudo mamotreto colocaron estos rusos en el corazón de Varsovia. En fin, proseguimos nuestro peregrinaje por las calles de la capital, encontrando a pocos metros de allí y flanqueado por sendas banderas polacas tenemos el Ayuntamiento de Varsovia con una estatua de Julius Slowacki, famoso poeta, dramaturgo y filosofo polaco del siglo XIX. Por desgracia, dadas las horas que son tan sólo podemos contemplar la belleza de estos lugares en la lejanía, al encontrarse cerrados, una verdadera lástima.
Ayuntamiento de la capital polaca
Como llevados por el influjo de una música desconocida que retumba en la distancia, nos acercamos hasta un vasto complejo que tiene un aspecto exterior similar al Partenon de Atenas, resulta que hemos llegado al Gran Teatro Wielki de la capital polaca. Este teatro es sede de la Opera Nacional de Polonia y esta situada en la Plaza del Teatro. Fue inaugurado en 1833 aunque fue totalmente destruido en la invasión alemana del país. A la conclusión de la II Guerra Mundial fue reconstruido y reinaugurado en 1965. Grata sorpresa esta la que nos hemos llevado ante la magnificencia de este complejo arquitectónico. Sin embargo, me ha quedado la duda de que sería esa música que rondaba en el ambiente. Bueno, pues parece que en el Gran Teatro, debe de haber alguna fiesta discotequera, o quien sabe un desfile de una firma de moda.


- ¿Que te parece si entramos, M Carmen? - le pregunta a mi novia, anticipando, por supuesto, su respuesta en mi mente.
- ¿Con las pintas que llevamos? ni lo sueñes
Evidentemente, era por picarla un poco, estaba claro que en una fiesta, donde los asistentes acuden con coches de lujo y engalanados, no iba a haber sitio para dos aventureros, con mucha curiosidad y poca vergüenza (y dinero). En nuestro camino también hay tiempo para descubrir el Palacio Presidencial de Polonia y otros edificios igual de interesantes.












Palacio Real y Columna de Seguismundo III
Entre risas continuamos con nuestra andanada hasta llegar al barrio antiguo de la ciudad, allí llegamos a una gran plaza con una estatua en el centro de la misma y un Castillo enorme coronado por una torre del reloj, a orillas del río Vistula. Varsovia está preciosa por la noche y buena prueba de ello es este edificio que resulta ser nada más y nada menos que el Palacio Real. El edificio más famoso de Varsovia muy cerca de la zona conocida como La Ciudad Vieja. Es un Palacio de estilo barroco-neoclásico construido en el Siglo XIV, y que fue la residencia oficial del Rey de Polonia hasta 1795. Por desgracia, no podemos entrar en este edificio pero por lo menos nos deleitamos con la Columna de Segismundo III, construida en 1644 por el Rey Ladislao IV en memoria de su padre. La columna cuenta con 22 metros de altura y es uno de los símbolos de la capital polaca y de Polonia. Un monumento que, al igual que el Gran Teatro de Wieki fue destruido por los nazis durante el alzamiento de los polacos en 1944, fue reconstruída de nuevo a la conclusión de la II Guerra Mundial. Acorde con esto último encontramos una pequeña placa en honor a aquellos que dieron su vida por la lucha contra el comunismo.









De repente, interrumpen nuestra reflexiones sobre la crudeza de la Guerra, un gran estruendo que estremece a los que allí se encuentran. Dicha algarabía, proviene del Estadio Nacional de Polonia, el estadio de fútbol donde la selección polaca juega sus encuentros internacionales, me pregunto qué partido estarán jugando. Según me dijo un señor que pasaba en ese momento por allí, la selección de fútbol juega allí todos sus encuentros internacionales, al estilo de la selección inglesa con el Estadio de Wembley, en esos momentos, mientras me lo cuenta me pregunto una cosa: ¿No deberíamos hacer lo mismo en España? Observando en la lejanía, la magnificencia del recinto queda palpable la gran inversión que ha hecho el gobierno polaco con motivo de la celebración de la pasada Eurocopa 2012 que se celebró en este país y en Ucrania. Sinceramente, queda estupendo, pero ojalá hubieran invertido algo de dinero en mejorar la calidad de sus carreteras, lo hubiéramos agradecido sin duda. En ese momento, no puedo evitar rememorar nuestras peripecias por la frontera entre Polonia y Lituania, toda una aventura digna del Paris-Dakar.


Calle Solidaridad
Mientras recordamos nuestro paso furtivo por la frontera lituano-polaca. A nuestra derecha encontramos una calle que invita a su descubrimiento. Vamos caminando por la calle de la Solidaridad cuando nos encontramos con la curiosidad de un banco de granito negro con dos botones metálicos en sus extremos. A simple vista parece un piano, aunque algo empequeñecido, algo que sin duda haría las delicias del genial músico polaco. Pero además si pulsas uno de esos botones eres recompensado con una pieza musical de unos 30 segundos, compuesta por el maestro. Todo un deleite para los amantes de la música clásica y para los ávidos de curiosidades. Este, por lo que se ve, es el único banco superviviente de una serie que pusieron en circulación en la capital con motivo de bicentenario del nacimiento de Chopin en el año 2010. Testigo mudo de la impronta que este artista ha dejado en la cultura polaca y universal, el cual, nos sirve de breve descanso en nuestra excursión nocturna.




El tiempo pasa volando a más velocidad que si fuéramos en moto, se ha hecho tarde y debemos de regresar al hotel. Con el mapa turístico que nos ha prestado Paulina, nuestra amable recepcionista, creo que nos las arreglaremos. Mientras paseábamos por uno de los innumerables parques que pueblan la capital, oímos, en mitad de la noche profunda un grito desgarrador de una chica. El miedo parece que se ha apoderado de ella haciendo que, inmediatamente, nos sobresaltemos y agudicemos nuestros sentidos, como queriendo estar preparados para un incierto peligro. Afortunadamente, todo fue una broma pesada de un chico hacia su novia para asustarla, ambos corren gritando y riendo de entre los arbustos, inocentemente, sin percatarse de que su travesura casi nos cuesta que el corazón nos salga por la boca.

Tumba del Soldado Desconocido

Respiramos aliviados, y continuamos nuestro camino, pero entre tanta ajetreo hemos dado a parar a otro parque con una gran plaza en medio llamada Jozef Pilsuds. La verdad es que en plena noche todos los gatos son pardos y creo, sinceramente, que nos hemos perdido en mitad de un parque que parece engullirnos en la inmensidad de sus oscuras fauces. De repente, vemos cerca de allí una llama, una luz que llama nuestra atención e ilumina nuestra senda a medida que nos acercamos a ella. Sin pretenderlo esa luz nos ha mostrado el camino hacia uno de los monumentos más importantes de Polonia: El Monumento al Soldado Desconocido, una tumba de arco triple, que por desgracia es lo único que queda de la columnata del Palacio Sajón, destruído por los nazis en la II Guerra Mundial en 1944. Este Palacio Sajón, que fue el primer lugar donde vivió Frederic Chopin en Varsovia y actualmente contiene unas urnas provenientes de todos los campos de batalla del Siglo XX en los que han caído heroicamente ciudadanos polacos. En el centro al lado de la llama perpetua se encuentra una gran urna de bronce, que, por lo que podemos averiguar el 2 Noviembre de 1925 fue enterrada allí una víctima desconocida de la batalla por la defensa de la ciudad de Lvov, (ahora en Ucrania) y también hay unos recipientes grandes de bronce con tierra de todos los lugares en los que el ejercito polaco ha librado batallas. También hay placas conmemorativas de todas las batallas. Por supuesto, y como vimos en Italia y Francia, el monumento se encuentra custodiado de noche y de día, por dos soldados que hacen guardia impasibles a nuestra presencia y a nuestras fotos. Guardando un respetuoso silencio hacemos fotos sin flash de este conmovedor homenaje de los polacos hacia sus caídos.
Durante los minutos que estuvimos allí en medio de un sepulcral silencio casi podíamos escuchar los ecos de batallas pasadas, gritos de personas, entre cañonazos, en un clamor porque su sacrificio por la patria no fuera olvidado. Era una sensación que te compungía el corazón y no te dejaba ni respirar, todas esas placas cuentan una historia, en muchas ocasiones triste, dramática y de muerte, pero también son testigos de la valentía de unos hombres que cuando llegó la hora de la verdad lo dieron todo por su país, para mi, desde luego, no hay amor más grande. Merecen el más profundo de los respetos y sólo rezo para que nuestro país no se tenga que ver envuelto ni en la mitad de los conflictos que se ha visto inmersa Polonia.

Con la extraña sensación de respeto y recogimiento que deja siempre contemplar un monumento a los caídos en una guerra nos vamos de allí. Mientras caminamos no puedo evitar pensar en todos los actos que hacemos en la vida más o menos importantes y que se quedan, por desgracia, en el olvido, se pierden como lágrimas en la lluvia. Por ello, porque es importante recordar el pasado para construir el futuro, antes de irme decido pararme y hacer una foto de la llama perpetua, situada en el centro de este mausoleo, que recordará a estos hombres por siempre.

Llama del soldado desconocido