ETAPA 26: VARSOVIA-ZATOR
Distancia total ruta: 338 kmsTiempo total: 4 horas
Ciudades visitadas: 3
Paradas: 2
Consumo medio: 5,55 l/100
Con los recuerdos aún frescos de la noche en Varsovia, no podemos evitar pensar que la noche de ayer fue bastante provechosa. Casi sin querer, con un escueto mapa, y con nuestra intuición como guía, pudimos ver lo más bonito y granado de la capital polaca. Desde luego, todo un acierto coger hotel en el centro de Varsovia, con todo al alcance de una caminata, nuestro Falco Stradale descansó a cubierto tras largas y agotadoras jornadas por las más abruptos terrenos. Todavía hoy resuenan los ecos entre nosotros de la gesta de cruzar a Polonia por esos caminos olvidados por los mapas, unos 40 interminables kms de una aventura digna de un Dakar hecha con una moto de carretera. Acaso, ¿Se puede pedir más?
- Rafa, un poco más y nos volvemos a quedar atrapados en el barro en Lituania - me comenta inquieta por la mañana.
- Bueno, la mala experiencia de Skaulo me ha enseñado como tengo que llevar una moto tan pesada por esos terrenos.
- Al principio estaba asustada - replica ella.
- Si, y yo, porque teníamos la gasolina algo justa y no se veía el final de la carretera, pero al final cuando llegamos a Polonia...
- Nunca me alegre tanto por entrar en un país y eso que no es el mío - me dice con una amplia sonrisa mientras se pone el casco.
Pagamos nuestra estancia y nos despedimos del personal del hotel que tan bien nos han atendido. Es hora de comenzar la 26ª Etapa de Euro-Diversion 2013, así que partimos temprano hacia el sur del país. Pero antes, queda el tramite de repostar nuestra moto, cerca del hotel observo una gasolinera con un extraño símbolo, excusa perfectamente para, mientras M Carmen paga con la moneda local, hacer este video donde lo explico:
Con relativa facilidad y con unas indicaciones precisas de M Carmen, salimos de la capital de Polonia, rumbo al sur del país. Un país muy parecido a España en cuanto a extensión y numero de habitantes, el cual, por ahora nos esta gustando, a pesar de la precariedad de sus carreteras. Cogemos la E-67 rumbo a la ciudad de Piotrkow Trybunalski. Aproximadamente unos 138 kms de travesía no muy exigente, si no fuera por el hecho de que el asfalto polaco esta ondulado, menos mal que como solución adopto la idea de marchar por el arcén. Quizá no sea lo más ortodoxo y recomendable, pero así me evito los sustos que me llevé en la etapa anterior y en esta, en el que al intentar adelantar un camión por la izquierda hemos dado un bote considerable con nuestra moto. Si en la etapa de ayer hicimos el Paris-Dakar, en esta parece que vamos a poner a prueba nuestro Falco Stradale, "obligándole" a hacer moto-cross por asfalto, sinceramente, espero que aguante.
De pronto, y sin previo aviso, abandonamos las vastas llanuras polacas y los pequeños pueblecitos de los alrededores para sumergirnos en la espesura de un bosque que atravesamos bajo el amparo de una sombra perpetua. Eso ocasiona que anteriormente agradable, baje hasta el punto de hacernos sentir frío como si, por un momento, hubiéramos vuelto a Noruega.
- ¡Vaya frío que hace Rafa! - se queja mi novia
- Aguanta no será mucho, dentro de poco volveremos con el sol.
Sin embargo, tras más de marcha 10 minutos seguimos a la sombra del espeso bosque, bello sin duda, bellísimo, pero incomodo para dos moteros cuyos forros perdieron hará más de tres semanas. El tráfico se intensifica, pero los polacos parecen ser algo más cívicos que sus hermanos del este. A pesar de los inconvenientes, intentamos disfrutar de esta bella visión, con cierto hálito de misterio, parece, por un momento, que hemos cambiado de país, -¿Habremos ido a parar al bosque de Sherwood sin saberlo? - pienso en voz baja. Pero no, seguimos en Polonia, y viajamos hacia el sur, en concreto hacia Zator, destino de nuestra etapa.
Tras atravesar el denso bosque, volvemos a carretera abierta, pero algo ha cambiado en la forma de conducir por Polonia, algo que sin aviso previo nos sobresalta. Resulta que de vez en cuando, esta carretera pasa por pueblos, como es lógico, pero aquí no deben de conocer los carriles de incorporación o salida de la vía principal, porque directamente lo que hace la carretera es convertirse directamente en un gran cruce con varias intersecciones, reguladas por semáforos. Dicha novedad, nos pilla por sorpresa y casi me hace saltarme un semáforo (aquí tampoco avisan de su presencia con antelación), lógico teniendo en cuenta que uno viaja por autovía a una media de 100 km/h, espera de todo menos pararse de buenas a primeras por un semáforo. M Carmen, siempre atenta me avisa, con antelación para que me pare en los numerosos cruces que nos encontramos. Desde luego, no es tarea sencilla para el Falco Stradale y más teniendo en cuenta el peso que llevo conmigo. Por eso, me está echando una mano en esta tarea, extrañamente, sin protestar, creo que ella misma se ha dado cuenta de que las carreteras polacas están mal indicadas y que es difícil jugar a ser adivino conduciendo por este país.
Una vez pasado el trance, hacemos parada en Czestochowa para repostar nuestra moto al haber llegado ya, y sobrepasado, los 200 kms de ruta. Debo decir que desde que abandonamos Escandinavia, me está costando acostumbrarme al hecho de que en esta parte de Europa se pueden alargar los repostajes un poquito más de lo que lo hacíamos en tierras nórdicas, por fortuna. Habrá que tenerlo en cuenta a partir de ahora.
Mientras reposto y me acerco a pagar, M Carmen aprovecha para consultar vía WIFI nuestra ruta, la cual seguimos con gran precisión. Al salir de la tienda, me indica en el mapa que ya nos queda poco para llegar a nuestro destino.
- Hoy nos va a cundir la mañana Rafa, debemos seguir esta carretera hasta Myslowice, y después cambiar a la E-462, tras eso sólo nos queda tomar rumbo sur para llegar a Zator.
- ¡Que alegría! - Exclamo - No todas las etapas van a ser de llegar a las tantas de la noche. Ya iba siendo hora de concluir las etapas a una hora normal.
- ¿Cuantas habremos tenido así? - pregunta con una gran curiosidad - Las cuento con un dedo de la mano M Carmen - sentencio.
Efectivamente, 44 kms después y en un abrir y cerrar de ojos, cambiamos la E-75 por una carretera comarcal, de pésimo estado, en concreto la 781, a la altura del pueblo de Chrzanow, señal, sin duda, de que ya nos queda poco para llegar a Zator. Espero que lleguemos sin muchos problemas, ya que aquí es cuando nuestro GPS improvisado empieza a hacer de las suyas. Curiosamente eso no sucede y llegamos sin problemas a Zator, a la hora de comer aproximadamente, sin embargo, no encontramos ninguna referencia hacia nuestro hotel. No hay problema, hacemos una parada en una panadería cercana para comprar provisiones, donde adquirimos pan de cereales en bloque (al estilo noruego), un poco de queso, leche y mantequilla. Mientras M Carmen paga en Zlotys, yo le pregunto, en ingles, a la cajera como llegar a River Park, nombre de nuestro hotel aquí en Zator. Por lo que se ve es fácil, tan sólo hay que bordear la iglesia y bajar una cuesta, 3 kms más adelante encontraremos una gasolinera, allí deberemos girar a izquierda y ya habremos llegado a nuestro destino.
Nos ponemos en marcha, y efectivamente, las indicaciones de la dependienta eran acertadas, a las afueras del pueblo nos encontramos con unos carteles bien grandes que anuncian nuestra llegada a River Park, aunque para llegar a la entrada tendremos que callejear un poco. Mientras avanzamos por esos caminos de tierra me doy cuenta de que River Park se anuncia como una especie de resort de vacaciones para toda la familia, con mucha estética de dinosaurios y selva, muy al estilo de Jurassic Park. Como curiosidad, en el camino nos encontramos con otro parque de extraña temática: Park Mitologii un parque dedicado a los dioses de la mitología griega, no se si es un parque acuático, de columpios o de lo que sea, pero lo que yo me pregunto es: ¿Como demonios es un parque sobre los dioses griegos? Por desgracia, lo único que alcanzo a ver es un Zeus de cartón piedra enorme y a una familia se aventura a su interior. Supongo que nos quedaremos con la duda. Más adelante, esta la entrada de River Park, quizá me esperaba algo más digno de la famosa película de Spielberg, pero lo importante es llegar al destino, ¿no?
Tras la comida, rematamos la sobremesa dando un paseo hasta el restaurante, a M Carmen como no, le apetece un café, y yo aunque no soy muy dado a ello, caigo en la tentación de pedirme una copa de helado colosal servido en una especie de caracola de cristal. Pero no hemos venido hasta estos recónditos lares del sur de Polonia, en busca de un excelente café y de helado. Esta etapa, termina en Zator un pequeño pueblo polaco a orillas del río Skawa, así que, en teoría hoy sería un día de descanso al no tener la población muchas cosas de interés, al contrario que otros sitios en las que hemos parado que invitaban más a la exploración. Sin embargo, a nosotros no nos gusta lo fácil, la relajación o el tedio, nuestra intención al venir hasta que es simple: Queremos visitar el Campo de Concentración de Auschwitz, el cual se encuentra situado a unos 18 kms de este lugar, en la localidad polaca de Oswiecim, nombre del pueblo donde se encuentra y que los nazis sustituyeron por el de Auschwitz-Birkenau. Aún hoy, a pesar de que han pasado casi 70 años del fin de la II Guerra Mundial la gente cuando se refiere a esta población la nombra como Auschwitz (por el campo de concentración) y no como Oswiecim.
Nos ponemos en marcha con decisión, hacia el oeste por una carretera comarcal numerada como 44, al principio vuelve a engullirnos la espesura del bosque polaco, pero por poco tiempo, ya que empezamos a ver paisaje urbano, compuesto por polígonos y casas bajas a ambos lados de la carretera. Casi se puede decir que el viaje transcurre como subidos a un tranvía, siempre a velocidad constante y sin adelantar, tampoco hay oportunidad, ya que son habituales las rotondas, ¡Dios! cuanto las odio - pienso. Con la cantidad de ángulos muertos que dejan al girar y la imprevisibilidad del tráfico del Este de Europa, hacen que me quede bastante receloso cada vez que tomo una. Afortunadamente, en un abrir y cerrar de ojos y sin previo aviso, a nuestra derecha va surgiendo de entre unos arboles unos altos muros en ladrillo rojo coronados por una alambrada, creo que ya hemos llegado.
Efectivamente, a los pocos metros, tenemos indicaciones de que hemos llegado al aparcamiento del complejo Auschwitz-Birkenau, aparcamiento, por cierto, que esta hasta los topes, tanto es así que aparcamos nuestro Falco Stradale en el único sitio que había libre.
- Rafa, ¿será de pago el aparcamiento? - Pregunta M Carmen - No lo se, pero visitar Auschwitz es gratis - Le respondo.
- Rafa, espera un momento, mira, no veo adecuado que hagamos fotos, mira esos, parecen que están jugando. Me siento mal aquí
La verdad es que esos chavales parecían que estaban de excursión, y sinceramente Auschwitz no me parece un espacio de recreo, sino de recogimiento, de reflexión sobre a donde puede llegar lo peor del ser humano. Una barbarie irracional que sumió a la humanidad en años de oscuridad, del que hoy quedan tan sólo las reminiscencias propias de una pesadilla, pero que, sin embargo, no hay que olvidar. Por eso, me vuelvo hacia mi novia y le digo:
- El pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla. - le digo con seguridad. No hago, sino recordad la frase que dijo en su día Napoleón Bonaparte.
Efectivamente, esta, aunque nos pese, es una parte de la historia que es preciso no olvidar, sólo así podremos evitar que se repita lo que aquí ocurrió hace más de 60 años. M Carmen y yo nos miramos sumidos en un profundo silencio, por primera vez en la aventura, tenemos ganas de irnos del lugar que visitamos, sin duda, influidos por el profundo sentimiento de tristeza que impera en el lugar. A pesar de ello, decidimos continuar haciendo fotos, las justas eso si, con el mayor respeto posible, y evitando salir en ellas, prescindiendo por completo del video, dando así testimonio mudo de los horribles hechos acaecidos aquí entre 1940 y 1945. Creo que las imágenes que a continuación pondré en este post reflejan fielmente lo que vimos allí y lo que sentimos al pasar por los distintos pabellones del complejo.
No es de extrañar tan baja supervivencia, teniendo en cuenta las jornadas de trabajo tan maratonianas. Por respeto a estas personas mi novia y yo decidimos no hacer ninguna fotografía de las hojas de identifación de estas personas anonimas.
Pasando a la planta baja de este pabellón nos encontramos con una galería ciertamente lugubre, con poca iluminación y húmeda. Seguimos el pasillo sin saber muy bien nuestro destino, a los pocos metros nos encontramos con unas extrañas verjas que dan acceso a algo parecido a un hueco de escalera con unas puertas pequeñas en los muros.Esas puertas dan acceso a una celda de castigo de 1 metro cuadrado a compartir entre cuatro o cinco personas, las cuales tienen que convivir durante los días de castigo las 24 horas sin luz y de pie.
Unas imagenes impactantes que
hacen que en nuestro pecho crezca una angustia inusitada. Hasta a M
Carmen le cuesta respirar allí, somatizada quiza por la imagen de esas
personas hacinadas sin espacio ni para sentarse en el suelo. Al salir de
allí, sentimos un profundo alivio en nuestros corazones por la
experiencia vivida, y durante un momento existe la tentación de salir
del campo de concentración, pero el deseo de descubrimiento puede más
que nuestro miedo o respeto a la atrocidad de la historia, y continuamos
visitando pabellones de Auschwitz I.
A continuación, llegamos a una habitación que en vez de estar llena de pelo lo estaban de latas de un producto llamado Zylon B. Efectivamente, esas latas contenian un gas pesticida con las que masacraban a la gente, en las infames duchas, que estaba enferma o impedida para seguir trabajando en el campo de concentración. Un producto basado en el cianuro que con sólo 4 gramos podía matar a una persona, una solución ante la creciente llegada de presos, y el coste elevado de las balas. Por ese motivo se usó el Zylon B, toneladas y toneladas de ese veneno y precisamente cientos y cientos de latas usadas amontonadas yacen aquí hasta una altura superior a nuestras cabezas. Para colmo de males, nos encontramos con un mapa que señala a Auschwitz como un lugar idoneo para exterminar a los judíos dada la cercanía a las poblaciones judías y por la buena conexión ferroviaria.
Poco a poco va atardeciendo en Auschwitz, pero nosotros hace mucho tiempo que nos hemos quedado helados ante lo que hemos visto aquí. Y creo que también sólos, porque desde que hemos salido del paredón, no hemos visto a un alma en el lugar, de pronto un pitido de un guardia de seguridad que nos pone sobreaviso de que son más de las 20:00 y el horario de visita ha terminado. Ciertamente, el tiempo ha pasado volando, aunque no por el disfrute de la experiencia sino por el efecto de jet lag que ha tenido viajar al pasado para recuperar este desagradable episodio de la historia de nuestro continente. Mientras enfilamos la salida intento compartir con mi navegante los pormenores de esta experiencia, pero ella se muestra muy reacia a hablar a pesar de mis intentos por sacarle una palabra.
- Date prisa, a ver si nos van a dejar aquí a pasar la noche - le insinuo a mi novia
- Yo aquí de noche no me quedo ni de coña, me da algo, vamos- espeta M Carmen
En el camino de vuelta podemos echar un furtivo vistazo a uno de los hornos crematorios donde quemaban a los muertos del campo, el único que se ha conservado desde la época de la Guerra. Y es que los nazis, una vez vista la imposibilidad de ganar la guerra, se cuidaron mucho de borrar las huellas de su barbarie, afortunadamente no lo consiguieron.
En fin, mañana volveremos, en busca de más respuestas a Auschwitz II. De momento, dejamos Auschwitz I atrás perdiendose en el horizonte por el retrovisor de mi Falco Stradale, a la par de un sol que para nosotros brilla hoy un poco menos. No sabría decir lo que nos ha pasado entre esos muros, pero lo que si se es que por primera vez en esta aventura, nos hemos quedado 25 kms (los que nos separan de Zator) en un improvisado, escrupoloso y respetuoso silencio, no se si hacia todas las personas que perdieron la vida, o porque todavía estamos intentando asimilar lo que allí hemos visto y sentido.
Nunca en mi aventura, había tenido estas sensaciones de agobio, tristeza, frío, sin haber nada físico que te lo provoque, aún así recomiendo visitar este lugar por todo lo que representa en nuestra historia más reciente. Por fortuna, el mundo ha cambiado mucho desde la época de la II Guerra Mundial, pero para evitar que caigamos en esas atrocidades es necesario que existan lugares como este que nos recuerden de lo peor que es capaz la única raza que habita en todos los continentes: La raza humana.
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