ETAPA 36: BARCELONA-CASTELLÓN DE LA PLANA
Distancia total ruta: 290 kmsTiempo total: 3 horas 45 minutos
Ciudades visitadas: 2
Paradas: 2
Consumo medio: 6,17 l/100
Comenzamos nuestro periplo en España, extraña sensación esta de despertarte en tu casa, pero no exactamente en ella. No obstante, el calor asfixiante que ya se deja sentir en la ciudad condal nos expulsa de la cama rumbo a nuestro siguiente destino: Castellón de la Plana. Pero antes, resistiéndonos a irnos de Barcelona, vamos a dar una última vuelta intentando ver alguna cosa más que añadir al bagaje de nuestro viaje. Vamos a visitar el Parque de Güell y el Camp Nou, como buen culé que soy.
¡Rafa, que bien, ya podemos usar los datos del movil para usar el GPS! - exclama M Carmen entusiasmada.
Efectivamente, en Barcelona, ya podemos disfrutar de la tarifa de datos de nuestra compañía. Y además de hacer llamadas, podemos trazar de forma más eficiente la ruta en el GPS del móvil, se acabaron los movimientos extraños de la bolita dichosa, lo cual es una buena noticia tras casi 20 días de travesía.
Recogemos y empaquetamos todo, lo colocamos en nuestra moto, la cual dejamos convenientemente aparcada en el parking del hotel y nos ponemos en marcha hacia el oeste de la ciudad subiendo una ligera colina. El tráfico es fluido y poco concurrido, es una delicia rodar por Barcelona con el apoyo de mi navegante y con el GPS que fielmente nos guía por el camino. Cuando nos quedan pocos kms para llegar a nuestro primer destino, el Parque de Güell, tenemos una inesperada parada, un agente de la guardia urbana nos da el alto.
- Buenos días, ¿Me muestra la documentación del vehículo, por favor?
- Aquí tiene agente - le digo mientras se la entrego - Lo cierto es que me ha costado Dios y ayuda encontrarla en el fondo de mi bolsa sobredeposito.
- ¿Donde tiene la pegatina de la ITV?
- Aquí mismo agente - le digo mientras le señalo la parte trasera de mi guardabarros delantero
- ¿Sabe que debería estar en un sitio visible? - me pregunta como preludio a lo que seguramente será una multa.
- Si, lo se, pero es que tenía miedo de perderla en extranjero - en ese momento cuando aprovecho para contar que estamos haciendo la vuelta a Europa en moto y que ya estamos de regreso. Lo cual despierta el interés de los agentes de la guardia urbana, los cuales por un momento, olvidan el asunto de la multa y empiezan a preguntarme cosas sobre nuestras aventuras en moto por el viejo continente. Estaban particularmente interesados en Noruega, país al que uno de ellos le gustaría viajar y sin duda para mi es más bonito. Creo que lo embriagador de la historia hace que los agentes, finalmente, no me multen, así que nos marchamos del lugar antes de que se arrepientan.
- Rafa, ¿Sabes porqué creo que te han parado? - me pregunta M Carmen, casi como sabiendo la respuesta.
- No - le respondo incredulo
- Te han parado por llevar la bandera de España en la moto - responde ella con rotundidad
- ¡Venga ya!, no creo - respondo con asombro
- Bueno, bueno, yo ya te lo he dicho piensa lo que quieras. - sentencia
Nada más aparcar nuestra moto en las inmediaciones del lugar, nos damos cuenta de que el Parque de Güell no es un parque a la antigua usanza, más bien parece un museo al aire libre. El parque debe su nombre a Eusebi Güell rico empresario catalán miembro de una influyente familia burguesa de la ciudad condal. Hombre polifacético y de gran cultura, fue escritor, pintor, lingüista, químico y biólogo. Asimismo, militó en el catalanismo y fue diputado en las Cortes (1878). En 1910 fue nombrado conde por el rey Alfonso XIII. Amigo íntimo y mecenas de Gaudí, le encargó muchas de las obras efectuadas por el arquitecto modernista, sin interferir en sus decisiones artísticas. Y eso dió pie a un increíble collage de obras en pleno parque plagadas de ricos mosaicos, capaces de iluminar hasta el más gris de los días. Afortunadamente, el sol reinante en la ciudad condal hace todavía más espectacular y reluciente este insigne parque.
El 13 de febrero de 1998, fue catalogado como estadio con categoría de élite por la UEFA, siendo el segundo de España en conseguir dicha categoría.
Exteriormente, el recinto no parece un estadio de fútbol, más bien un centro comercial. Yo que he tenido la ocasión de entrar en estadios tan insignes como el Santiago Bernabeú o San Mamés, me he quedado maravillado ante construcciones imponentes y verticales al estilo de un coliseo romano. Sin embargo, el estadio del FCB es un estadio ancho y bajo, a mi modo de ver. Dejo a M Carmen a cargo del Falco Stradale (está algo cansada por la caminata en el Parque Guell) y me aventuro por los alrededores del aparcamiento, encontrando rapidamente la zona comercial del estadio, todo lleno de tiendas y, por supuesto, con las taquillas para comprar entradas o visitas guiadas al Estadio y donde se pueden observar las estrellas de las diversas secciones deportivas que tiene el Barcelona. Y es que no sólo de fútbol vive el hombre, va a ser verdad eso que dicen de que el FCB es más que un club.
Cierto es que la capital catalana, puede encerrar algún inconveniente como la carestía de las atracciones para el turista, pero aún así no hay que obviar esta ciudad en un viaje de esta índole. Además los moteros somos gente adaptable y positiva que sabemos disfrutar de las pequeñas y de las grandes cosas que nos rodean. Eso nos da una visión del mundo desconocida un gusto por lo sencillo que te hace valorar lo más insignificante, porque lo importante no es llegar sino disfrutar del camino y una vez allí vivir el sitio con pasión y sin ataduras de tiempo ni convencionalismo. A cada km que hago con mi moto somos más conscientes de que la aventura, poco a poco, toca a su fin. Y eso le añade un plus de tristeza a nuestro peregrinaje por la costa brava. Sin embargo, un refresco a orillas del Mediterráneo ahuyenta nuestros fantasmas y alegran la jornada bañados por el sol.
Tras el descanso llega el dilema de salir de Cataluña de la manera convencional (es decir, pagando peaje de autopista) o de manera más rebuscada y sin coste. Optamos por la segunda opción que aunque más incómoda y costa en tiempo, estoy seguro que nos deparará mejores sensaciones a lomos de nuestro Falco Stradale.
Tras haber comido y dar de beber a nuestra moto, ponemos rumbo al sur con paso firme y decidido. El paso firme y decidido que da el saberte conocedor de estas tierras aunque no hayas estado jamas en ellas porque estas en tu país. Continuamos al filo del Mediterráneo con el sol cada vez más al oeste escoltando nuestro rodaje por un asfalto perfecto de curvas sin fin que coquetean con los riscos y acantilados de la Costa Dorada. Ciertamente, la estampa es bellísima y recuerda a todos los evocadores anuncios de Estrella Damm tan típicos de los veranos. Verano, que estamos empezando a descubrir desde más o menos tierras finlandesas, porque lo de antes fue poco menos que un infierno blanco.
Pasamos con fugacidad por el Delta de la desembocadura del Río Ebro y continuamos hasta Peñíscola y su cercano Parque Natural de Sierra de Irta. Un pequeño oasis verde entre tan mar de arena blanca y fina, rico en fauna y flora y con unas rutas senderistas 100 % recomendables. Nosotros decidimos hacer una expedición corta hacia el Acantilado de Torre Badum por ser uno de los más altos de la Comunidad Valenciana.
Tras bajar con nuestro Falco Stradale por el famoso acantilado, retomamos la N-340 hacia Castellón pasando por el pueblo de Benicassim, famoso por su internacional festival de música. Festival que, por desgracia, ha concluido hace una semana, así que nos quedamos con las ganas de conocerlo. Quien sabe, a lo mejor es mejor así, teniendo en cuenta el programa de nuestro aventura y que a la conclusión de esta nos espera la vuelta al trabajo a la rutina.
Rutina, maldita rutina, esas cadenas que nos atenazan bajo un falso sentimiento de seguridad, un calor bajo cuyo abrigo decides no aventurarte para saber que habrá allá afuera. Algo que escribe tu destino y marca el rumbo de tu vida. La rutina ha sido y es el gran enemigo de los soñadores, porque mata los corazones más intrépidos lentamente. Por eso siempre que puedo intento escapar de su influjo con aventuras como estas hasta el último confín de Europa.
- M Carmen, ya hemos llegado a Castellón
- Jo, se me ha pasado volando, y encima hemos llegado a una hora razonable, ni me lo creo
No le falta razón a mi novia, tras más de un mes de aventura puedo contar con los dedos de una mano las veces que hemos llegado antes de que se pusiera el sol. Bueno, exceptuando nuestro periplo de 14 días por Escandinavia
Entramos en Castellón,
capital alicantina, bastante más cansados de lo habitual, pero a estas
alturas, cualquier mínima molestia no hace sino sumarse al gran
cansancio acumulado que llevamos en esta aventura. Por primera vez en
nuestra aventura decidimos no salir a la calle a descubrir la ciudad, y
es que después de más de un mes de travesía, estamos realmente exhaustos
por la carga de kms del viaje. Aunque eso no evita que nos vayamos a la
cama con un profundo sentimiento de satisfacción y gozo ya que estamos
próximos a completar nuestra Vuelta a Europa en moto.
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