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lunes, 3 de noviembre de 2014

CAPÍTULO 17: SUEÑOS DE UNA NOCHE BLANCA DE VERANO

ETAPA 17: SKAULO-KAUTOKEINO


Distancia total ruta:  304 kms


Tiempo total:   5 horas

Ciudades visitadas:   3  

Paradas:  3

Consumo medio:  5,17 l/100


Tras el pequeño susto de ayer, al salir indemnes de nuestra tercera caída, la segunda en marcha, nos despertamos con la moral alta y capaces de todo. Es lo que tienen las crisis, que te hunden o te ensalzan, a nosotros nos ha pasado lo segundo. Hemos aprendido a fuego una gran lección de este viaje: Mirar siempre el lado positivo de las cosas. Si ayer, llegar hasta Skaulo, por sorpresa, fue una pesadilla, hoy nos despertamos 46 kms más cerca del destino de nuestra próxima etapa: Kautokeino en Noruega. Pasaremos de Suecia a Noruega, previo paso por un tramo de 100 kms pertenecientes a Finlandia. Tres países en un día, al igual que en la novena etapa de Euro-Diversion 2013 donde pasamos por Alemania, Dinamarca y Noruega. Abandonaremos Suecia, y eso me pone algo triste, un país mágico donde, sin lugar a dudas, hemos tenido las sensaciones más puras en moto. Volvemos a nuestra añorada Noruega, pero esta vez será diferente, ya hemos dejado atrás la Noruega de los fiordos para adentrarnos en la región Finnmark (Tierra del Fin del Mundo). La laponia noruega nos espera, y en medio de ellos nos encontraremos con la otra parte de laponia, la de Finlandia, todo un misterio. 

Después del desayuno y tras realizar tareas de limpieza en la cadena del Falco Stradale, toca despedirse de nuestro amable anfitrión. El cual para despedirse nos aconseja que tengamos cuidado con los mosquitos. No es nada nuevo, lo que asegura el anciano, por alguna extraña razón que escapa a mi comprensión aqui, a pesar del frío, los mosquitos proliferan, son mortalmente pesados. Ya me había advertido de estos molestos acompañantes, pero sinceramente creí que era producto de la exageración de los turistas, una vez más me equivocaba. Nos ponemos en marcha con decisión hacia el norte de Europa una vez más por la E-10, aunque no es por mucho tiempo, a la altura de Svappavaara deberemos cambiar de nuevo a la E-45, carretera que no tendremos que dejar hasta nuestro paso a Finlandia. 


Suecia se va despidiendo como nos recibió con profusos bosques verdes de interminables copas que ciegan hasta el sol, interminables carreteras de asfalto semiperfecto, que se funde en la lejanía con el cielo más azul que hemos visto desde que pisamos tierras nórdicas. No sabría describir muy bien lo que es, pero estas tierras tienen algo mágico, algo especial, algo que te hace sentir diferente y eso en la moto se hace más palpable. Incluso para mi novia, la que, a pesar de ser mi acompañante, se siente también extraña y maravillada por lo que llevamos descubierto hasta ahora. Su silencio por el intercomunicador atestigua su fascinación por estas tierra. 



Volviendo de nuevo a la tierra, no hay despreciar el peligro que suponen los renos que se apostan en el borde de la carretera. De momento, al menos, no tenemos ninguna sorpresa. También, como en el cruce a otros países, hay que estar atento al paso de frontera. La eliminación de las mismas por la UE hace casi 20 años hace que pasar de un país a otro se haya transformado en un mero trámite que puede pasar tan inadvertido como el paso del Círculo Polar Ártico en Jokkmokk. La ausencia de burocracia y de sello en el pasaporte. Pero también de ese romanticismo propio del viajero, impaciente por descubrir las nuevas cosas que le esperan al cruzar la línea. 


Después de 31 kms dejamos atrás Svappavaara, y sin apenas pisarla cogemos la E-45, rumbo a Finlandia. Los últimos kms de Suecia discurren con la tranquilidad más absoluta, como en el resto de nuestro recorrido nos escoltan los altísimos arboles, todos ellos compitiendo por tapar el sol que nos guía hacia el norte. Nuevamente, sentimos la soledad de la carretera, la bella soledad que te pone en comunión por partida doble. Con mi moto y con mi pareja, solos los tres en la inmensidad de la Laponia, aquí en Suecia me siento casi, casi como si estuviera en otro planeta. Sin embargo otros peligros a parte de los renos nos acechan y esta vez no son ellos, sino, las innumerables obras de mantenimiento de la carretera que estamos encontrando durante el trayecto que no avisan de su presencia hasta que las tenemos encima, tal y como nos advirtió nuestro agradable anfitrión de Skaulo. Tanto es así, que a la altura de Vittangi, el asfalto nos cambió de pronto a tierra, sin previo aviso, haciendo que se desestabilizara nuestra moto y casi provocando nuestra caída. Afortunadamente, pude hacerme con ella sin problemas, aunque no sin el sobresalto de M Carmen. Deberé estar, a partir de ahora, más atento.



Pasado el susto, a los márgenes de la carretera surgen más renos que parecen acudir a nuestro encuentro para despedirse. A pesar de que provoquen el malhumor de los locales a mi, particularmente, me parecen encantadores y una curiosa anécdota que contar a nuestros familiares.



-Rafa, ¿A que no sabes lo que me ha dicho mi sobrino Samuel sobre los renos?
-No,¿el que? 
-Que esos no pueden ser los renos de Santa Claus, que los renos de Santa Claus no se les cae el pelo como a estos. Yo le he dicho que los verdaderos renos de Santa Claus están en su aldea. - La inocencia de mi sobrino Samuel, provoca en mi una sonrisa cómplice con mi novia.
-Dile a Samuel, que dentro de 4 días visitaremos la aldea de Santa Claus y le enseñaremos los renos auténticos.


Entre esta y otras conversaciones no muy trascendentales van pasando los kms poco a poco, como deshojando las páginas de un calendario, sin embargo, a pesar de que avanzamos bien y a buen ritmo, empieza a surgir en mi un sentimiento de impaciencia. ¿Habremos pasado de Suecia a Finlandia y no nos habremos dado cuenta? Nuevamente, el síndrome de Jokkmokk hace acto de presencia. Y es que otra de las cosas a las que el GPS ayuda es a saber en todo momento donde estas y cuanto te queda para llegar. Sin él, estamos a expensas de nuestro precarios mapas y a la escasa señalización que hay por estas tierras del norte. 

Instantes después empieza a chispear, y nosotros por precaución, nos ponemos los trajes de agua. Sabia decisión, porque al poco tiempo, empieza a llover a raudales. Decidimos hacer una parada técnica en una gasolinera, sin otro ánimo que el de tomar un café caliente para cargar las pilas, repostar el Falco Stradale e inflar los neumáticos de la moto.



Mientras nos lo tomamos, vuelvo a indagar en busca de algún aceite para hacer el cambio a nuestra moto (al llegar a los 8000 kms), sin fortuna. Al acercarme a pagar, y quizá conmovida por mi cara de cansancio, la dependienta me regala un mapa de carreteras de Suecia, Noruega, y Finlandia, bastante detallado. ¿Donde estaba este mapa cuando lo necesitaba en Hegra? me pensé para mis adentros sobre el mapa. Insisto en pagar, (el mapa cuesta unos dos euros) aunque ella lo declina, me dice que si quiero ir al norte tan solo debo seguir esta carretera hasta llegar a Karesuando, la última población sueca antes de pasar a Finlandia, cuya "frontera" está marcada por un puente. Dado el consejo, la dependiente me desea buen viaje y se despide con una sonrisa. No deja nunca de sorprenderme la voluntad de ayudar de los escandinavos en general. Instantes después de salir de la gasolinera, y a pocos kms de la frontera sueco-finesa vuelvo a mirar mi odometro y me llevo otra alegría.

-¡¡¡M Carmen, ya llevamos 6000 kms de aventura!!!
-¡¡¡¡¡¡Bien!!!!!! seguimos hacia Nordkapp

Como si de un cumpleaños se tratara, ella responde con alegría y energía, dando un grito que se pierde en la lejanía de mi oído. Ciertamente, esta contenta, poco a poco va viendo posible (si quedaba algún atisbo de duda) que la consecución de esta aventura es posible. Yo también me siento más capaz y seguro de nuestras posibilidades como equipo. Hemos tenido algún que otro contratiempo, quizá al peleilla, pero lo importante es que seguimos adelante con nuestra loca aventura. Bendita locura esta, pensarán muchos, la de dar la vuelta a Europa en moto en 40 días. Con una moto alejada enormemente del perfil de motos que se ven por aquí. Todas motos de alta cilindrada y de alto standing, con las que quizá este viaje podría ser más cómodo, pues en fin, aquí estamos M Carmen y yo en casi el fin del mundo, demostrando que con una moto humilde, coraje y algo de suerte se puede vivir una gran aventura formando con tu pareja un equipo.

Mientras mis pensamientos se pierde en lo conseguido hasta ahora, esta claro que en Escandinavia o llueve un diluvio o nada, no hay termino medio. Al menos el viento respeta nuestra marcha, al contrario que en Dinamarca y creo que por primera vez en este viaje lo tenemos de cola. Quizá por eso nuestros siguientes kms se hacen más cortos. En ello también influye el hecho de que no hay muchos asentamientos humanos por estas latitudes, espero no tener que necesitar la ayuda de nadie. Porque si algo no ha cambiado en esta etapa ni en la anterior, es la sensación de soledad más absoluta. De forma extraña, poco a poco, la naturaleza va cambiando sutilmente a nuestro lado. El paisaje se va apagando y pareciendo más yermo. Es como una transición de un país a otro, de modo que los frondosos bosques del principio de Suecia, dan paso a una vegetación menos. De pronto es como si el horizonte se abriera, aunque por desgracia, eso nos esta marcando el final de este país tan maravilloso. Sólo han sido dos días en Suecia, pero ha dejado en nosotros una impronta indeleble en nuestros corazones. Un país maravilloso donde creo que he tenido las sensaciones más puras sobre dos ruedas. Es algo difícil de explicar, pero que cualquier motero de pro sabrá comprender. Sin duda, si te has perdido en la vida, aquí en la Laponia sueca es muy posible que te encuentres.





Llegamos a Karesuando, último pueblo de Suecia, un pequeño pueblo de 300 habitantes, situado en la frontera con Finlandia, tan sólo a 2 kms de ella. El pueblo es tan pequeño que casi nos lo pasamos de largo y pasamos a Finlandia sin dilación. Paramos justo en el comienzo del puente que delimita ambos países y M Carmen realiza esta foto. Ya "sólo" nos faltan 434 kms para llegar a Nordkapp, nuestro objetivo esta cerca. 


Damos la media vuelta para repostar nuestra moto antes de pasar a Finlandia, que será más caro y de paso tomar un chocolate caliente. Nada más estacionar en la gasolinera nos arrepentimos de hacerlo, los mosquitos nos atacan sin piedad, haciendo que la más rutinaria tarea, como sostener el boquerel, se convierta en un infierno. Junto con M Carmen me refugio de ellos en la gasolinera, y nada más entrar me doy cuenta de que no es una estación de servicio al uso. Allá donde miro, solo veo cabezas de osos y renos disecadas, multitud de escopetas, munición, utensilios de pesca, accesorios y ropa de caza, en fin, todo un compendio de cosas que hacen a la gasolinera parecer más un supermercado de la caza que otra cosa. Encima como el local está a tope, da la sensación de que es el fin del mundo y que le gente se está aprovisionando para protegerse. Además, todos parecen hablar un extraño idioma que parece ruso, pero parece que no lo es, me suena algo robotico, la verdad.

-M Carmen, están hablando en finlandés
-Es verdad, no se le entiende nada
-Borut, me dijo una vez que el finlandés y el estonio, parecen lengua extraterrestre, ya que no derivan ni tienen similitud con ninguna lengua del entorno. Algo muy curioso, es uno de los idiomas más raros del mundo

Una locura de lugar, a la que nosotros parecemos ajenos por completo. Estamos demasiado atareados debatiendo sobre que rumbo tomar en Finlandia, país que tenemos a tan sólo 2000 metros de distancia. Suecia, no es que haya sido un prodigio de señalización vial, y vuelven a surgir, por tanto, los miedos a perderse en la inmensidad de los bosques fineses. También hay tiempo para comentar lo molesto de estos mosquitos, la autentica Fuerza Aérea de Noruega, no consigo comprender como pueden proliferar tanto con estas temperaturas, es increíble.


Tras el parón, nos acercamos a la iglesia de Karesuando en la ribera del río que separa Suecia de Finlandia, para hacerle alguna fotografía. Nos ha llamado la atención su forma, en pico, la arquitectura nórdica nos resulta ciertamente peculiar. Mientras mi novia hace alguna foto, me paro a reflexionar, no se explicar muy como pero parece como si de alguna forma estuviera intentando retrasar la entrada en Finlandia. Afortunadamente, los mosquitos nos invitan a que nos montemos en la moto y nos vayamos de sus dominios.

Volvemos al principio del puente y del cartel. Un profundo sentimiento me invade: Lo que antes teníamos a más de 6000 kms ahora lo tenemos a poco más de 400. Cada vez veo más posible conseguir nuestra gesta, y eso, me llena de alegría. Está es la penúltima frontera que cruzaremos hasta llegar al ecuador de nuestra aventura y el octavo país que visitaremos. Al igual que Noruega lo haremos en dos fases, esta transitoria, y luego otra más en serio de tres días en el país de los mil lagos. Veremos si su fama le precede. 

Un profundo suspiro sirve de preludio a mi avance por el puente, bastante titubeante la verdad. 



Poco a poco avanzo hasta el cartel de Finlandia con la estrellas de la UE, me paro y me hago algunas instantáneas con mi novia para simbolizar nuestra entrada de nuevo en la zona Euro, después de algo más de una semana (desde Dinamarca nos hemos manejado con coronas). En el cartel descubro una curiosidad, debajo de las estrellas y del nombre Finland, pone: Suomi, ¿Qué significará? Pues bien resulta que aunque su origen es desconocido, la teoría más extendida es que proviene de la proto-palabra "Zeme", que significa "tierra". Además su ortografía es muy parecida al término Saami, que se utiliza para designar al pueblo lapón. Así pues, a los lugareños de este país se les puede denominar entonces de tres maneras: finlandés, finés, o suomi. Acabamos de pisar Finlandia y ya hemos aprendido algo, por si fuera poco, a escasos metros del puente nos sorprende un cartel con el nombre del pueblo: Karesuvaanto. Muy parecido Karesuando en Suecia, ¿Será esta la versión nórdica de Villa Arriba y Villa Abajo? 



Con la única referencia previa del trayecto, en la ciudad finlandesa de Enontekio, emprendemos la marcha con la esperanza de encontrar algún cartel que nos indique el camino a través de Finlandia. Sin embargo, no tenemos suerte, salimos de Karesuvaanto, sin rastro de esa ciudad y siguiendo recto, acabamos en una zona de descanso en medio de un cruce. A M Carmen le entran ganas de ir al servicio, cuando vuelva preguntaré al dependiente como llegar a Enontekio, y si sabe el camino hasta Kautokeino. 


Por fortuna, no me hace falta pasar, al regreso de M Carmen, ambos observamos un grupo motero finlandés de Harley Davidson a cada cual más espectacular. Me acerco a estos hombres, con algo de respeto, ya que entre los tatuajes, pinchos, el cuero, los bigotes, e imponente presencia, tira un poco hacia atrás. No parecen muy amigables, al menos desde mi posición, parecen que están enfadados por algo. Les pido ayuda sobre como llegar a Enontekio y luego atravesar el país para llegar a Kautokeino. Entre ellos se ponen a hablar en finlandés, de forma airada, no entiendo que pasa. Uno de ellos, el más grande, se acerca a mi y me dice de forma amigable, que si quiero llegar a Enontekio debo coger la E-8, a la izquierda del cruce que tenemos enfrente y seguir recto. Una vez en la ciudad, sin entrar en ella hay una glorieta, allí debo coger la salida hacia la E-93. Esa carretera nos llevará hasta la frontera con Noruega y, siguiendola, hasta Kautokeino. Agradeciendo el gesto, nos despedimos de ellos con una sonrisa. Después de todo, aunque parezcan siempre enfadados cuando hablan, y su idioma no se entienda, poseen la misma disposición a ayudar a los demás, de la que hacen gala suecos y noruegos.


Nos adentramos en la inhóspita Finlandia, los frondosos bosques suecos y los fiordos noruegos han quedado atrás, dejando paso a una tierra yerma con escasa vegetación y mucha roca salpicando los márgenes de la carretera. Aunque seguimos en un entorno natural digno de visitar, digamos que ha perdido un poco de alegría. Al menos, como nota positiva, puedo decir, que se ha abierto el horizonte ante nosotros, eliminando la dulce claustrofobia de los bosques de Suecia. Sin embargo, nos hace más vulnerable al viento, el cual empieza a golpearnos con fuerza. Reduzco velocidad para hacer más liviana la travesía, intento con ello podemos apreciar los numerosos lagos, de pequeño tamaño, que comienzan a aparecer a nuestro lado, como el lago Lintu. Se suceden a modo de pecas sobre la tierra, o como migitas de pan que nos guían a través de país. Durante los primeros kms por terrenos fines seguimos coqueteando con la frontera con Suecia. Al igual que allí, aquí nos acompañan también renos en nuestra travesía. Aunque se muestran algo tímidos a nuestro paso, huyendo incluso a la mínima que detecta que hago ademán por para la moto. 


Tras 40 kms lindando con Suecia, tomamos el desvío que nos conduce a Enontekio y ya si, nos adentramos en Finlandia de pleno. Según mis cálculos, habremos hecho la mitad del trayecto por tierras finlandesas de la etapa de hoy. Seguimos en dirección Este, pasando por los impresionantes lagos Sotka y Muotka, tan vastos como mares interiores, en los que vislumbrar la orilla se hace del todo imposible, por los arboles que nos tapan la visión. A pesar de ello, no son tan abundantes como en Suecia, pero rompen con la monotonía del paisaje que teníamos hasta ahora. Ambos lagos están comunicados con otro, el lago Ounas, situado enfrente del aeropuerto de Enontekio. Señal, sin duda, de que nos queda poco para llegar a Enontekio, población que alcanzamos casi sin darnos cuenta. Sin entrar en ella, tomamos, como nos dijo nuestro amigo de Harley, la salida de la glorieta que marca E-93. Según nuestro amigo, no deberemos abandonar dicha carretera hasta la frontera con Noruega.

-M Carmen, no se lo que pasa pero se me está haciendo esta etapa, cortísima. No deben de quedar de 150 kms para llegar a Kautokeino.
-Normal, se ayer nos hicimos casi 60 kms de más, hoy los tenemos de menos - me replica ella un poco contrariada por un comentario tan evidente

Es posible que haya pensado en voz alta que, esta todo discurriendo con tanta fluidez y facilidad, que me parece mentira que vayamos a llegar a nuestro destino sin ningún incidente. Desde que comenzamos esta aventura por Europa, todos los días nos ha pasado algo digno de mención, a veces malo, a veces bueno. Podría contar con los dedos de una mano las jornadas en las que no ha habido novedad en el frente, sin duda hoy sería una de esas veces. Eso, combinado, con tener una etapa 100 kms más corta que la media de los últimos días está haciendo que la jornada transcurra, al menos para mi, como un dulce paseo y se me esté haciendo más corta de lo normal. No obstante, creo que también nos merecemos días así, tras todo lo sufrido hasta ahora. 


El viento, parece no compartir la misma impresión que nosotros, dándonos de vez en cuando una sacudida, impidiendo así, que bajemos la guardia. M Carmen, esta atrás en una sorprendente calma tensa. Por ahora no han sido necesarios los servicios de mi navegante. Pero ella, siempre metódica, comprueba de vez en cuando nuestra posición con el GPS del móvil, para corroborar nuestro rumbo. Efectivamente, una vez superado Enontekio, tan sólo nos queda viajar hacia el norte atravesando los Parques Naturales de Tarvantovaaran y Pöyrisjärven, además de los lagos Lijanki, Matala, Mukka, y Palo. Observando los larguísimos nombres de las cosas en las señalizaciones en Finlandia, uno puede llegar a imaginar que el finés es un idioma harto complicado, ¿acaso alguien sabe como se pronuncia Tarvantovaaran o Pöyrisjärven? Son tan largos que uno se queda sin aire al pronunciarlos, y más teniendo en cuenta la costumbre española, y sobretodo andaluza, de acortarlo todo.  

A los 37 kms llegamos a la frontera con Noruega, nuevamente volvemos a nuestro "país favorito", abandonando la UE y la zona Euro. Inauguramos también nueva región del país: Finnmark, la tierra del Fin del Mundo. Noruega ha cambiado mucho desde nuestra última estancia hará dos días. Esa Noruega verde, de espectaculares fiordos y barrancos, libro abierto para la geología y paraíso para los amantes de la naturaleza, se ha convertido aquí en un terreno totalmente plano y despejado, que sigue siendo verde, al contrario que los tintes grises de Finlandia, pero más monótono, con menos densidad de arbórea, y bajo un cielo cada vez más gris que amenaza lluvia. Por lo tanto, atravesar nuestra novena frontera no supone ruptura alguna con Finlandia. Ya que, a parte de una vegetación menos abundante, también tenemos un terreno salpicado de pequeños lagos.

Una vez en Noruega, ya sólo nos restan 44 kms hasta Kautokeino, parece mentira lo rápido que ha transcurrido esta etapa. Siguiendo siempre la senda de la E-93, supongo que a partir de aquí, con límites de velocidad máximos de 90 km/h bajaremos el ritmo. A la entrada nos encontramos con el impresionante lago Geadge, al que le siguen otros que se alternan con pequeñas lomas de verde pino, al mismo le siguen otros muchos bañados por caudalosos ríos que fluyen a nuestro alrededor. Quizá las vistas no sean tan espectaculares como en los fiordos, pero también impresionan. Por un momento, nos da la impresión de ser un glóbulo rojo dentro del torrente sanguíneo, con sus innumerables arterias, venas y capilares alimentando esta baldía tierra. Al igual que en Suecia y Finlandia, en estas latitudes de Noruega la soledad más absoluta nos invade. Al menos aquí, hay algo más que ver que en los anteriores países, es cierto que quizá sea algo monótono para los amantes de los paisajes. No obstante estos momentos, que para cualquiera podrían ser de tedio, para mi constituyen una oportunidad magnífica para reflexionar y porque no para hablar con mi novia de los pormenores que llevamos en la aventura hasta ahora.

-Cielo, sólo nos quedan 40 kms hasta Kautokeino
-¡¡¡Sólo!!!, a este ritmo vamos a llegar a la hora de comer - exclama ella con gran asombro ante mi noticia
-Ya ves, hoy vamos a tener una etapa perfecta, ojalá todas fueran así.
-Ya te digo - sentencia.  

Es verdad lo que dice ella, en lo que llevamos de aventura o por una cosa u otra, siempre hemos tenido alguna cosa que ha retrasado la conclusión de nuestra etapa. Unas veces por perdernos, otras por que nos hemos resistido a irnos de una ciudad que nos ha encantado, otras por sencillamente inclemencias del tiempo que ha ralentizado nuestro ritmo, lo que está claro es que si no hay ningún imprevisto concluiremos nuestra etapa en Kautokeino para la hora de comer. 

Efectivamente, tras los últimos 40 kms de travesía bajo un sol radiante, con los mosquitos acechando en cada parada, y casi sin darnos cuenta, llegamos a Kautokeino, final de la etapa de hoy. Nuevamente volvemos a perdernos, pero esta vez por un despite mío. El camping estaba a la entrada de la ciudad y era fácilmente localizable, pero me lo pasé, por quedarme mirando a unos renos que estaban a los márgenes de la carretera con ganas de cruzar la carretera, y ellos no avisan. Hay que tener, cuidado, por tanto. Aprovecho la ocasión al menos, para adentrarme un poco en Kautokeino y echar un vistazo. Pero dicha vuelta de reconocimiento, queda truncada porque el Falco Stradale nos "pide" una parada para repostar. Afortunadamente, hay una cercana a la E-93 en la entrada del pueblo, muy próxima a un supermercado, donde seguro M Carmen hará algunas compras.

Mientras estoy repostando caigo en la cuenta de varios detalles en lo referente al de las gasolineras: Resulta que aquí en Noruega y Suecia, al menos de momento, no existen las monedas pequeñas. La más pequeña es la de 1 KR, sin embargo, al repostar los precios vienen marcados, como en España con decimales. ¿Manera de resolverlo?, fácil: Si el importe a pagar es inferior a 0,5 se paga la cifra inferior y si es superior a 0,5 la cifra superior. Es decir, a mi este repostaje me ha salido, por 135,05 NOK (unos 16,17 €), al cambio, por lo tanto deberé pagar 135 NOK (16 €), si hubiera sido 135,51 NOK debería de pagar 136. 

Después de esta reflexión para advertir a los que decidan aventurarse por estas tierras, M Carmen y yo nos vamos al super a hacer algunas compras. Como siempre, compraremos lo más barato y necesario, ya que nuestro espacio es limitado. Todavía tenemos el jamón disponible, así que compramos un brik de leche, pan, salchichas, y esas patatas ali-oli nada picantes que estan buenísimas y que se pueden encontrar por un euro o dos como mucho al cambio. Una opción sin duda, atractiva para los que buscan un avituallamiento low-cost. Al salir me fijo en un curioso refresco, sabía que la compañía Rovio que realiza los juegos de Angry Birds era finesa, de hecho uno de los dibujantes es el hijo de un compañero de trabajo, pero me asombro de hasta donde ha llegado el éxito del merchandising de estos simpáticos pollitos.

Tras pagar, ahora si, volvemos a la afueras del pueblo para hacer el check-in en nuestro camping. 


Un camping pequeño, pero colorido y con amplio aparcamiento. Nos recibe una amable señora llama Ingra, la cual al ver que somos españoles intenta chapurrear algunas frases en castellano, sin mucho tino pero que arrancan de nosotros un sonrisa cómplice. Según nos cuenta, su marido es español, pero por desgracia, no se encuentra en el camping. Una pena, porque, seguro, habríamos tenido una interesante conversación con él. La señora aprovecha para contarnos lo bien que lo pasó en sus vacaciones por la costa valenciana.

-Yo no hablo español, pero mi hija si, además tenemos una compañera de trabajo que es italiana. - Nos dice con entusiasmo. Con esta última frase, empiezo a deducir que el camping es de gestión familiar. Mejor así, seguro que el trato será cercano y el ambiente idóneo para pasar una agradable estancia.
-Ah si! que casualidad, yo hablo italiano - le respondo con ilusión. Una ilusión suscitada por el hecho de poder usarla antes de tiempo,  de llegar a Italia.
-Pues esta tarde a las 20:00 da una reunión en nuestra tienda lapona para dar café a los asistentes y contar historias de Laponia.
-Que bien, pues ya tenemos plan, allí estaremos. 
-Que chico más aplicado tienes, no lo dejes escapar querida - le dice la señora a M Carmen. Ella sonríe, pero no ha entendido la frase dicha en un perfecto ingles. Yo sirvo de interprete y es entonces cuando la comprende. Mi novia deja escapar algún:   Bueeeeeno.....   riéndose con cierto rubor a continuación. En ese momento M Carmen (con mi ayuda) le pregunta a la mujer.
-Oiga no tendrá usted nada contra los mosquitos -
-¿Son molestos verdad? - responde ella, con cierto aire resignado.
-¿Como es posible que haya tantos con el frío que hace? - le pregunta, curiosa, mi navegante.
-Hay tantos por la enorme cantidad de zona pantanosas que hay aquí en Finnmark. Nosotros los llamamos la Real Fuerza Aérea Noruega. - Nuevamente el buen humor invade la recepción del camping. Mientras reímos, la señora haciendo caso a la petición de M Carmen, le obsequia con una espiral de un material liviano y poroso de color verde. 
Es una vela lapona, enciende un trocito cada noche que este aquí y los mosquitos no te molestarán.






Después del obsequio y de la distendida charla, pagamos nuestra cabaña, ella nos da la llave y salimos de recepción con aire renovado, es lo que tiene el buen humor. Eso, y el hecho de que estamos ya en nuestro destino antes de las 15:00. Nos montamos en el Falco Stradale y vamos al encuentro, nuevamente, de nuestro hytter. El camping esta dispuesto en forma circular con una enorme tienda lapona en el centro, las caravanas a un lado y bordeando el terrenos las cabañas. Las nuestra es la última de todas. Está pintado en rojo y blanco a orillas del lago. Por desgracia, no podemos disfrutar de esa vista porque el hytter no cuenta con ventanas que den a esa parte de la finca. Mientras descargamos, M Carmen y yo intentamos trazar nuestra agenda para el día de hoy.

-Rafa, ¿Estas loco? no nos vamos a enterar de nada, como les de por hablar en noruego.
-No te preocupes, seguro que consigo que al menos a nosotros nos hable en italiano, y así más o menos lo entendemos todo. Merece la pena por mezclarse con los lapones.


Estamos tan asombrados (gratamente) de nuestra pronta llegada, que ahora nos sentimos abrumados por el mucho tiempo que tenemos disponible. De momento, nos ponemos a comer, que la verdad sienta muy bien cuando se hace en el lugar de destino. Evidentemente, el menú, como otras tantas veces tiene al jamón como protagonista. Lo acompañamos con un poco de queso en barra, comprado en el supermercado lapón y pan de cereales recién cortado. 

Tras la comida, queda pendiente en qué ocupar las horas que estemos en Kautokeino hasta mañana. No es cuestión de hacerlo todo hoy ya que volveremos a esta ciudad, una vez conquistado Nordkapp, pasado mañana. Mientras M Carmen va a ducharse, yo friego los platos en un módulo aparte de nuestro hytter. Supongo que separados ambos estaremos dando vueltas a la cabeza sobre la mejor manera de gestionar el tiempo libre. A la vez que friego estoy ensimismado en mis tareas, en ese momento, entra en el módulo (que también sirve de pequeño comedor) un señor de aspecto claramente británico, el cual no deja pasar la oportunidad de conocerme. Este hombre se llama Ian, es de Irlanda, y esta de viaje en caravana con su hijo. Es escritor, y se encuentra precisamente escribiendo un diario de todo lo que les pasa en el viaje. Por supuesto, ambos viajan a Nordkapp (Cabo Norte), y es que este destino no es exclusivo de los moteros, sino de cualquier amante de los viajes. Yo también le cuento la razón de nuestro viaje hasta Nordkapp, primero, y por Europa después. Parece interesarle mucho, inmediatamente relaciona mi aventura con la Ewan McGregor y Charlie Boorman (Long Way Round y Long Way Down). Sonrió y le doy la razón, aunque le indico que no cuento con tantos medios como ellos, lógicamente. Más sorprendido se queda al ver la moto con la que estoy realizando este viaje - ¿Con esta moto? - Me pregunta sin salir de su cara de asombro, al ver como asiento con la cabeza ante su pregunta, me dice:  - Los españoles, sin duda, sois gente valiente. Por supuesto, le digo que no estoy sólo en esta aventura, también me acompaña mi novia, M Carmen. Justo cuando la nombro, casi como llamada por un acto de telepatía, aparece en la sala donde Ian y yo estábamos hablando, vestida con un chandal y el pelo mojado. 

-Venga Rafa, ahora te toca ducharte.-  

Hora de marcharse, cosa que hago, no sin antes presentar a mi nuevo amigo irlandés, con el que he tenido una conversación de lo más interesante. Es agradable ver como en estos tiempos de stress y prisas. que todos sufrimos, todavía hay padres e hijos que se las ingenian para pasar momentos juntos, más allá de la infancia. Me ha sorprendido gratamente. 

Comidos y con todo hecho, ha llegado la hora de decidir que hacemos en Kautokeino.

-"La fiesta del cafe" es a las 20:00, pero mientras, ¿Qué sugieres?¿Vemos Kautokeino?
-Lo primero, y más importante, creo yo es planificar la etapa hasta el Cabo Norte de mañana. Después si queda tiempo podemos ver la ciudad, y si no pues dentro de dos días volvemos a Kautokeino, ¿no?

Dicho y hecho, nos vamos a la recepción para planificar la siguiente etapa. Aunque ya no está la amable señora. En su lugar hay una joven muy simpática, que nada más entrar en el hall de recepción nos pregunta si nos apetece un poco de té y unas pastas. Nosotros, con la desconfianza española, le decimos que no, creyendo que nos va a cobrar. Nada más lejos de la realidad, según ella es una cortesía que se tiene con todos los clientes y es totalmente gratis. Abrumados un poco por nuestro rechazo inicial aceptamos su invitación con gusto. Resulta que esta chica es la hija de la recepcionista y conoce nuestro idioma, así que no dudamos en hablar con ella. Lo aprendió cuando estuvo en Valencia durante 3 años, aunque según reconoce, ya ha pasado un tiempo y se le está olvidando. Nuestra anfitriona nos acomoda en una mesa con sillas de madera de pino echas y pintadas a mano preciosas. También nos facilita la clave WIFI para empezar a trabajar en la siguiente etapa de nuestra aventura, retirándose a continuación para atender a otros clientes, aunque con la firme promesa de volver.



-Bueno Rafa, ¿Donde esta situado Cabo Norte? exactamente.
-Busca en el mapa Nordkapp. Tras unos segundos de espera, M Carmen por fin localiza el destino de nuestra próxima etapa.
-Desde luego, hijo, contigo voy a aprender geografía si o si.
-Bueno, esa también es uno de los motivos de este viaje, aprender, geografía, historia, costumbres, y sobretodo todo aquello que no se aprende en los libros pero que es igualmente valioso.


Mientras me muestra nuestro próximo destino, M Carmen me enseña con cierta preocupación las enormes mellas que están haciendo los mosquitos en su cara. Yo sin embargo, apenas estoy marcado, supongo que las mujeres les gustan más. Va siendo hora de planificar la próxima etapa, para ello usaremos el WIFI del camping.


La etapa de mañana en teoría es fácil, seguimos por la E-93 hasta Alta, allí se toma la E-6 hasta un cruce próximo a la costa, donde haremos izquierda y cogeremos la E-69 todo recto hasta Nordkapp pasando por Honningsvag. Quizá la única dificultad que tiene la etapa es el hecho de que estas latitudes próximas al paralelo 71º apenas hay poblaciones, por lo que es posible que las gasolineras también escaseen. A pesar de la información que intento recopilar por internet, apenas hay datos de este tramo. Lo más prudente será repostar en Alta (a 130 kms) y luego aguantar el tirón hasta Honningsvag o alguna población cercana. 

Resuelto lo de mañana, lo de pasado también es fácil: Desandar el camino hasta Kautokeino, donde pasaremos una segunda noche. Creo que va a ser el único de nuestra etapa que repetiremos. Aprovechamos el WIFI para planear otras etapas de nuestro periplo finlandés: como la que nos lleve de Kautokeino hasta Rovaniemi, de Rovaniemi a Viitasaari, o de Viitasaari a Helsinki. Con la ayuda del mapa de carreteras que me prestó la amable chica de la gasolinera concretamos la ruta y los pueblos de paso. Sin embargo, el GPS de mi novia solo puede dibujar una ruta (con su bolita de geolocalización) cada día, por lo tanto marcamos el trayecto de Kautokeino a Nordkapp y la guardamos dentro de la aplicación de mapas, ya está lista para el día de mañana. 

Mientras estamos contestando a algunos mensajes por whatsapp y colgando algunas fotos de nuestro viaje por facebook, me fijo en un cuadro precioso de una pareja en una escena claramente campestre. No sabría decirlo, pero hay algo en ese cuadro que me resulta familiar. Justo en ese momento, se aproxima de nuevo nuestra anfitriona y ya lo tengo claro.


-Tu eres la chica del cuadro, ¿verdad? - Le pregunto con gran interés, aunque casi sabiendo la respuesta.
-Si, soy yo, es un retrato de mi boda. - Contesta ella, desde luego, soy buen fisonomista.
-Que bonito, ¿como vais vestidos? - Pregunta M Carmen incorporándose a la conversación con nuestra amiga.
-Con el traje tradicional lapón de la mujer y del hombre por supuesto. - Nos explica
-Pues es un vestido precioso, vas muy guapa, y el novio va muy original - Le dice M Carmen
-Pues mi marido está aquí detrás - A continuación ella le saluda, al igual que nosotros. Efectivamente era él, pero apenas se le ve dentro de una zona de penumbra en el salón.

Como una imagen vale más que mil palabras, prefiero poner una foto del cuadro aquí y que veáis vosotros mismos lo original y a la vez bello de los trajes típicos de Laponía para contraer matrimonio.

Durante los siguientes minutos estuvimos hablando los cuatro de las costumbres más arraigadas de los lapones. Como por ejemplo: Que son un pueblo nomada que lleva existiendo en Europa desde hace más de 9000 años,  que su día nacional es el 6 de Febrero, su región abarca cuatro países: Noruega, Suecia, Finlandia y Rusia, aunque ellos se sienten Samis y no nacionales de ninguno de esos países. Su famosa bandera fue creada en 1986, la cual puede ondear libremente en cualquier ayuntamiento o edificio noruego desde 2003


Al ver mi interés por dicha bandera, Antonella, orgullosa, me da una pegatina de su enseña nacional. Es curioso ver, que aunque Laponia no constituye un país los integrantes de esta etnia se sienten partícipes de una patria, que aunque no reconocida oficialmente es respetada y querida por todos los escandinavos. Todo un ejemplo de convivencia, con diferentes maneras de entender una nación que por derecho propio se ha ganado su sitio en la historia.

Sin quererlo el tiempo se nos ha echado encima, son casi las 20:00 y es el momento de acudir a esa famosa fiesta, donde se ofrece café a los visitantes dentro de una tienda lapona. Estoy seguro que descubriremos cosas realmente interesantes.




Al llegar y abrirla encontramos a un grupo de cinco personas, un ruso, una pareja alemana, y otra inglesa. Todos turistas, y todos juntos entorno a una anciana con el vestido tradicional lapón. La mujer ataviada con el vestigo lapón nos invita a pasar y a sentarnos en unos troncos. Nos encontramos alrededor de un fuego que calienta un viejo caldero de cobre, en él se va haciendo nuestro café.¿Como estará?Mientras se fragua nuestra bebida, la mujer cuenta, en ingles, viejas historias de la cultura lapona. Yo intento hacer de traductor simultáneo a M Carmen, lo cual no es tarea fácil.

Cuando termina, me da por preguntarle su nombre en italiano, para romper el hielo, en ese instante, su cara cambio radicalmente.

-¿Eres italiano?- Me pregunta
-No, soy español, mi nombre es Rafael y ella es mi novia es M Carmen. Nos ha dicho la recepcionista que eres italiana, y da la casualidad que yo también estoy aprendiendo italiano. ¿Como te llamas?
-Antonella - Nos contesta nuestra anfitriona.
-Pues bueno contadnos un poco vuestra historia mientras os tomáis un café con nosotros.

En ese momento, me sentí compungido, y con miedo escénico ante nuestro pequeño público. M Carmen se descartó rápido, al no saber ingles, pero yo me encontraba perdido, no sabía que hacer ni que decir. Respiro hondo le pego un trago al café y con la ayuda puntual de Antonella en algunas palabras, pude conseguir engatusar a nuestra audiencia con el relato de nuestra historia. A la luz del fuego y compartiendo un café caliente con la gente, se creó un buen ambiente idóneo para hablar y compartir experiencias con otros viajeros. La pareja inglesa que nos escucha lo único que sabe decir en español es: "Una cerveza, por favor". A M Carmen le hace mucha gracia esta espontánea manera de chapurrear nuestro idioma, así que ella se anima y hace lo mismo con el ingles: "One beer, please". Todos nos reímos, pero yo especialmente estaba contento. Desde que Stavanger o más lejos, no recuerdo, llevo diciéndole que tiene que abrirse y soltarse más con la gente, aunque no tenga destreza con el idioma. Parece, que por una vez, está haciéndome caso. 

Cuando ya vamos por el tercer café decidimos retirarnos a nuestro hytter. Nos despedimos de todos, y muy especialmente de nuestra anfitriona Antonella, con la que decidimos hacernos una foto final, aunque por su gesto parecía algo reacia, como si le robaramos el alma con ello. Espero no haber ofendido sin querer alguna superstición lapona con respecto a las instantaneas. 




Una vez fuera de la tienda, grabo la siguiente crónica bajo un viento de justicia, con mis impresiones y como resumen perfecto de esta etapa.


Mientras nos dirigimos a la cabaña mi compañera de viaje me habla sobre el café noruego.

Igualito este café al español, esos si que son cafés y no estos que estan aguados - Me comenta contrariada.
M Carmen, el café aqui lo toman, no como una costumbre social, sino para calentarse.

Es hora de acostarse y descansar bajo el bello sol de la medianoche lapona. Llevamos cerca de ocho días en Escandinavia y aun hoy no me acostumbro a que el sol no se ponga. Sin embargo, las pocas ganas de dormir no son debidas al molesto sol, ni al aguado café, son quizás los nervios que me asaltan. Mañana, tras 18 días de travesía, llegamos al ecuador de nuestra aventura con el firme propósito de completar el primer hito importante de la misma, llegar a Nordkapp, uniendo así el punto más al Sur de Europa (Tarifa) con el punto más al Norte. Aunque supongo también que será un momento agridulce, ya que a partir de mañana nos va quedando menos para volver a casa.










martes, 21 de octubre de 2014

CAPÍTULO 16: BAILANDO CON RENOS

ETAPA 16: VILHELMINA-GALLIVARE

Distancia total ruta:  519 kms

Tiempo total:   7 horas

Ciudades visitadas:   3  

Paradas:  3

Consumo medio:   5,15 l/100




Desde que empezó esta aventura solemos tener un día de perros seguido de otro estupendo. Esta vez nos tocó el bueno. A pesar del superavit de stress del día de ayer Suecia nos da los buenos días con un sol radiante sin atisbo de nubes en el horizonte. Como en Noruega, se sigue cumpliendo la regla de tener días alternos de buen tiempo. Salimos de nuestra tienda sami (o lapona) con las pilas cargadas y llenos de optimismo para afrontar esta nueva etapa que nos llevará al centro de Suecia y en la que se supone cruzaremos el Círculo Polar Ártico. Me pongo a limpiar y tensar la cadena de mi moto, nuevamente, mientras, M Carmen prepara nuestro desayuno con jamón (que ya nos dura 2 semanas), queso y dos buenos cola-cao calientes. Cuando ella ha terminado juntos preparamos el equipaje para dejarlo ensamblado en nuestra moto. Ayer entre tanta lluvia, dió tiempo a sacar lo imprescindible. Limpiamos nuestra labba, para evitar pagar el extra de 50 SEK  por no hacerlo, y con todo listo nos sentamos a los pies de nuestra tienda lapona para desayunar tranquilamente con vistas al lago Baks, unos minutos sin duda inspiradores para perderse en esta inmensidad, abstraerse de lo sufrido y disfrutar de todo lo que llevamos vivido.




Justo cuando termino de hacer el check-out me doy cuenta de que tenemos nuevos vecinos, madre e hijo que se instalan en la tienda de al lado. Nos despedimos de ellos con la pena de abandonar este lugar tan ídilico en el centro del país y ponemos rumbo a Gallivare, en plena región de Laponia. Dejamos atrás el lago Baks y cogemos la E-45 con decisión y nuevamente volvemos a las rectas indefinidas entre los frondosos bosques suecos. Estas inhóspitas tierras suecas son ricas en agua y bosques, no me extrañaría nada que Suecia fuera una gran potencia mundial en la industria maderera. Por primera vez en mucho tiempo, tenemos una metereología clemente con nosotros, hace un día tan esplendoroso que parece, por momentos, que hayamos vuelto a nuestra casa. Mientras realizamos los primeros kms, voy reflexionando que por ahora hemos tenido mucha suerte en encontrar los campings donde ibamos a pernoctar. De momento, ir de A a B y luego C, esta siendo asequible, mientras pasamos cerca del lago Arons, me pregunto si en Gallivare nos pasará lo mismo.

Al igual que en la recta final de la etapa de ayer, el trayecto hasta Gallivare vuelve a estar pleno de vacío. No hay absolutamente nada ni nadie con quien cruzarnos, tan sólo la E-45 nos acompaña en nuestra aventura. Discurren los kms y los únicos testigos de nuestro paso son los altísimos arboles y el viento que mece nuestro avance. A M Carmen empieza a preocuparle el hecho de que no encontremos gasolinera, pero creo que habiendo repostado al salir de Vilhelmina tenemos al menos 150 kms de tranquilidad. Yo por si acaso, teniendo en cuenta que no conocemos la densidad de gasolineras en la zona y que no tenemos depósito auxiliar aprovecharé para esta atento al llegar a los 100 kms.    




Seguimos avanzando entre la más absoluta soledad, tanto es así que creo que desde que salimos de Vilhelmina no nos hemos cruzado con ningún coche, y de eso hace ya una hora. Setenta kms de soledad, de silencio, que lejos de ser incómodo sirve para disfrutar de la vista que nos ofrece Suecia. Sin embargo, esa soledad que puede parecer amenazante, no me hace padecer miedo alguno. Me siento libre de una forma que nunca me había sentido hasta ahora, al igual que en la Noruega de los fiordos, aquí tengo las sensaciones más puras sobre las dos ruedas. Una manera diferente de encontrarse a uno mismo. En mi mente, el recuerdo de la evocadora canción de Enya para la BSO del Señor de los Anillos, sin duda una canción que refleja a la perfección como nos sentimos al explorar los confines de Europa.





De repente, sin previo aviso, a la altura de Storuman, volvemos a la realidad y despertamos de nuestro sueño. Diviso algo grande al borde de la carretera de color blanco llama mi atención, parece que está esperando nuestra llegada. Al principio, parece un coche, pero poco a poco va redondeando sus formas, tomando cuerpo y reduciendo su tamaño, incluso acompaña el compás de nuestra marcha. Tras muchos intentos acabamos divisar nuestro primer reno. 




Nos habían dicho que eran muy comunes en Escandinavia y que podían verse en los márgenes de la carretera, no obstante, no habíamos divisado ninguno hasta ahora. Menos mal que M Carmen estaba prevenida y llevaba la cámara para reflejar nuestro primer encuentro con este bello animal. De un blanco impoluto, me da la impresión de que es albino, y si ya es raro encontrar un reno que no huya ante nuestra presencia, más raro aún es encontrarlo albino. Otros tantos le acompañan más adelante, a los que damos alcance para hacer alguna foto más. 




El grupo esta formado por una pareja que viaja con su cría, que de forma tímida nos acompañan durante unos metros en nuestro viaje. M Carmen, ante estos peluches andantes, no puede evitar un exclamar un dulce y maternal: "Miraaaaa" mientras paramos nuestra moto con la esperanza de poder acercarnos a acariciar los renos. Desgraciadamente, no lo conseguimos, huyen de nosotros en cuanto paro la motocicleta. Con algo de tristeza nos montamos en el Falco Stradale.

- Has visto la cosa tan rara que llevan todos en el cuello - Me pregunta M Carmen
- Debe ser algún dispositivo para geolocalizarlos y tenerlos controlados - Le respondo
- Pues que nos pongan a cada uno uno en el cuello y así no nos perdemos - dice con gran sentido del humor.



Lo del control de estos animales no es de extrañar ya que no conozco las cifras, pero es muy probable que haya en este país y en los vecinos, más renos que personas. Del fugaz encuentro también saco una curiosidad: Parece que estos animales tienen pelaje en los cuernos. Algo que desconozco que tengan ciervos y alces en nuestras tierras. Con la alegría de este primer hallazgo, reemprendemos el camino hacia Gallivare, con el curioso encuentro aún fresco en nuestras mentes, y con la esperanza de que no sea el último. Tras la visión de los renos, empezamos a ver vehículos que comparten nuestra senda por la E-45, de una forma velada, volvemos a la civilización entre la agreste Suecia. 

Gracias a la generosidad de los límites de velocidad en Suecia estamos atravesando el país como un cuchillo en la mantequilla. Esto hace que los kms cundan de una manera que teníamos olvidada desde Dinamarca. Las poblaciones se van haciendo cada vez más pequeñas y espaciadas según vamos viajando hacia el norte, pasando ante nuestro ojos a modo de carrusel. Pasamos de la región de Vasterbottens a Norrbottens bañadas por las vastas aguas del lago Led. Cercano a Arvidsjaur cruzamos por un puente el bello lago Byskeäl que nos recuerda, por un momento, los bellos fiordos noruegos. Casi sin darnos cuenta, entre la inmensidad de los bosques suecos, pasamos por Moskosel y llegamos a la ciudad de Jokkmokk. 





Un nombre, que ciertamente, me recuerda un poco a mesa de Ikea, una bonita ciudad de largas avenidas y abundantes parques. Nada más entrar en esta ciudad y sin saber muy bien como, nos vemos inmersos en un convoy de más de diez coches clásicos seguidos, todos el mismo modelo: Ford Mustang Cobra. Los hay de todas las épocas, antiguos y modernos, de todos los colores. Todos circulando por las calles de Jokkmokk en un simpático desfile, que nos deja maravillados. Sin duda, tiene que haber algún tipo de festival o concentración de este modelo en Jokkmokk, porque sino no se explica la existencia de tantos juntos. Desde luego a estos suecos, al igual que los noruegos, les encantan los coches clásicos y caros. Supongo que todos tenemos sueños caros.

Nosotros con nuestra humilde moto, decidimos hacer un alto en el camino para descansar y de paso almorzar. Como de costumbre el menu se compone de noodles con algo de queso en barra. Mientras M Carmen los prepara, decido dejarla sola por un instante e ir a la entrada de Jokkmokk para repostar. En el camino voy pensando que a estas alturas deberíamos estar ya dentro del Círculo Polar Ártico, sin embargo, sin GPS ni brújula no podemos corroborarlo. Para colmo de males, tampoco caigo en la cuenta de preguntárselo a la dependiente de la gasolinera, me apremia más reunirme con mi novia. No es que tema que le vaya a pasar nada, pero en estos momentos estamos sin saber el uno del otro y eso en otro país puede ser un verdadero problema, ante cualquier contratiempo. Cuando me reencuentro con ella me percato de que hemos parado en un parque dedicado a la Declaración Universal de los Derechos Humanos, firmada por la ONU en 1948 y justo enfrente de la redacción en español, del artículo 1:  "Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros."




Con este curioso detalle comenzamos a comer, pero no puedo abstraerme del pensamiento que tenía en la gasolinera: ¿Habremos llegado ya al Círculo Polar Ártico?

- No se M Carmen, pero me da la impresión de que hemos cruzado la línea del Círculo Polar Ártico.
- Pero ¿Donde? yo no he visto nada - me explica circunspecta.
- Yo tampoco, pero tenía entendido que tenía que haber algún tipo de señalización, raya en el suelo o algo que indique que ya estas en el Círculo Polar, al igual que lo hay para señala el paso del Ecuador. 
- Después de comer preguntamos en la Oficina de Turismo, sin duda allí tienen que saber algo. - sentencia ella.



Tras comer, decido que ya va siendo hora de resolver la duda de cuan alto hemos subido en el mapa y si estamos, finalmente, cerca de cruzar esta famosa frontera imaginaria en nuestro camino al "fin del mundo". Bajo una curiosa estatua que parece el escudo de la ciudad, encontramos un edificio bastante moderno que resulta ser la oficina turística. 




Lo cierto, es que hemos tenido mucha suerte al encontrarla, porque tal y como anuncia en la entrada es la única oficina de turismo en 100 kms a la redonda. La próxima estaría en Gallivare, nuestro destino. Un suspiro de alivio sirve de preludio a nuestra entrada en la estancia, donde se encuentra una chica atendiendo a unos turistas. Tras su turno, nos acercamos y le contamos nuestra problemática. Con la amabilidad típica de estos lares, y con la sonrisa (tímida) por bandera, la chica nos cuenta que ya hemos cruzado la línea del Círculo Polar Ártico. Según ella, dicho lugar se encuentra a unos 15 kms al sur de Jokkmokk. Tras esta revelación, aprovechamos para pedir algunos mapas de carreteras de Suecia, sin embargo, lo único que nos puede facilitar la muchacha son mapas turísticos del Parque Nacional de Muddus, que se encuentra de camino a nuestro destino en Gallivare. Mapas que, por desgracia, son de poca ayuda para la consecución de nuestra etapa.

Después de unos minutos de incredulidad ante la noticia y sin más preguntas que hacer, salimos de la oficina.

- Lo sabía, sabía que habíamos cruzado el Círculo Polar Ártico, hay que volver como sea - . - Le digo a mi novia, a la vez que me monto en el Falco Stradale de un salto.
- Esta vez vamos a ir más tranquilos a ver si vemos alguna indicación - asevera ella.

Pongo el odometro a cero y deshago el camino andado en dirección sur, como si fuéramos hacia Vilhelmina de nuevo. Sinceramente, espero que haya alguna indicación que nos advierta, y que no nos volvamos a perder en la inmensidad de Laponia. Sin GPS, sin mapas en concreto de Suecia, y poquísima gente a la que preguntar, sería una tragedia perder el rumbo de nuestra etapa. Según la chica, está a unos 15 kms, y no nos ha dicho que haya que desviarse. En teoría deberíamos verlo, ya que, supongo que debe ser una atracción turística interesante. Tras 15 minutos de travesía en la que el suspense reina en el ambiente llegamos al punto kilométrico 15 desde Jokkmokk sin novedades a la vista. Decido ir un poco más al sur, por aquello de que la chica se haya equivocado al estimar en la distancia. Sin embargo, nada, nada que anuncie la entrada en el Círculo Polar Ártico. Tras cinco minutos de camino, y a punto de dar la vuelta, dando por infructuosa la búsqueda, observo a mi izquierda un claro en el bosque. En mi paso fugaz, sólo alcanzo a ver que tiene una especie de restaurante con un área de descanso. A pesar de que no parece nada del otro mundo, decido investigar a ver de que se trata, además esta área de descanso se encuentra  a orillas de un lago. Sin duda, una vista bonita para fotografiar. 



Al llegar al lugar y desmontar de la moto, no me lo puedo creer, M Carmen tampoco sale de su asombro: Hemos llegado al cartel que marca la frontera del Círculo Polar Ártico. No puedo disimular la alegría, ¡Lo hemos conseguido!





La alegría y el nerviosismo casi no me da para pedirle a una pareja que se encontraba en el lugar que nos hiciera una foto para reseñar la consecución de este hito en nuestro viaje. Ahora si, por fin, ya estamos a todos los efectos en Laponia y podemos cruzar de pleno derecho hacia Jokkmokk y luego a Gallivare. 

- ¿Sabes, M Carmen? Me alegro de haber vuelto en busca de este sitio. Hubiera sido una verdadera pena perdernos este momento: El cruce del Círculo Polar Ártico. Ya nos queda menos para Nordkapp.



Con esta seguridad, reemprendemos el viaje, esta vez, sin parar en Jokkmokk para atravesar los densos bosques del Parque Nacional de Muddus, cercano a Porjus. Una región singular, con grandes lagos de nombre tan impronunciable como su belleza. El reflejo de la luz en ellos nos tiñe de un sutil dorado, un cálido e intermitente reflejo. Un reflejo que es intermitente, por las cepas de los arboles que nos dan cobijo entre el batir del viento y que por un momento, nos da la impresión de que estamos jugamos al escondite con el Dios Sol Sin duda, estamos disfrutando de uno de los mejores momentos en moto desde que arribamos a Escandinavia hará cosa de una semana. No obstante, ahora que hemos llegado a B desde A, queda la premisa de encontrar el camino hacia C.



A nuestra llegada a Gallivare, tomo la decisión de ir hasta el centro de la ciudad con la esperanza de encontrar una Oficina de Turismo al igual de Jokkmokk. ¡Bingo! la señales nos indican que hay una en el centro de la ciudad. Ponemos rumbo entre numerosas obras, que serpenteamos con soltura. Sin embargo, al llegar a la sede del ayuntamiento, no encontramos ninguna oficina para viajeros perdidos como nosotros. Tan sólo la estación de trenes y una parada de autobus. Desconcertado, busco hasta encontrar un hotel en la zona para preguntar como llegar al nuestro. M Carmen espera intrigada mi regreso, mientras me sumergo en las entrañas del edificio en busca de alguien que nos ayude a encontrar nuestra estancia. ¿Quien sabe? a lo mejor es este y lo hemos encontrado por casualidad. Después de unos minutos, de pasillos y puertas sin fin, aparezco en la recepción del hotel. Por lo que se ve, he entrado por la puerta de las mercancías, espero que nadie se moleste por ello. Le enseñó al recepcionista la hoja de reserva del hotel y, desgraciadamente, tiene que darme malas noticias: No estamos en el hotel correcto, y para colmo de males, que el hotel no se encuentra en Gallivare, sino en la ciudad de Skaulo dentro de la región de Gallivare. Craso, error el mío que nos condena a otros 45 kms de búsqueda. Afortunadamente el recepcionista, muy amablemente, accede a ayudarme para encontrar dicho hotel, con ayuda de algunos mapas turísticos y el google maps, me hace un croquis de como llegar a nuestro destino en Skaulo.

- M Carmen, que este no es el hotel, está en Skaulo, nos toca 45 kms más de travesía. - le confieso con cierto cansancio y hastío. Ella me responde con la misma mirada resignada, y resoplando. 
- Bueno, al menos son 45 kms menos para la etapa de mañana - Ella ya se había hecho a la idea de quedarse en Gallivare y que este era el fin de nuestra etapa. Sin embargo, no le queda más remedio que acomodarse el casco en su cabeza, abrocharse la chaqueta. Es hora de subirse a la moto para afrontar el último tirón de esta etapa. 

Nos ponemos de nuevo en marcha, tras esta parada técnica. Me temo que vamos a perder mucho tiempo en las sucesivas etapas intentando encontrar cada uno de los hoteles que nos esperan. Ojalá que no tengamos más sorpresas, parece que Skaulo es una ciudad pequeña y que el camping será fácilmente localizable. 

Dejando la ciudad de Gallivare atrás y el aeropuerto a nuestra derecha tomamos un desvío de la E-45 que nos hace tomar otra carretera, la E-10. Nos sumergimos de nuevo en la espesura de la verde Suecia en dirección a los confines septentrionales del país. De esos frondosos bosques, salen a saludarnos algún grupo de renos, aunque de forma tímida. Antes, el espectáculo estaba en las vasta planicies, bosques infinitos y lagos entre la maleza que te giñaban con su reflejo, ahora nos centramos en el borde de la carretera por si vuelven a aparecer estos simpáticos animales. Debo confesar que mi novia no me deja relajarme en exceso, por si alguno de estos lindos renos decide pasar a la carretera sin previo aviso y darnos un susto. Pero yo siempre que puedo los miro furtivamente sin apartar la vista de la carretera. Ahora que los tengo más cerca, observo que a parte del pelo que tienen en los cuernos, el pelaje de su cuerpo es bastante feo, está como con calvas, supongo que estarán despelechando para afrontar el duro invierno sueco.



A la altura del lago Made hacemos una nueva parada, en esta ocasión para repostar. 



La moto lo llevaba demandando hacía varios kms. Nuevamente, M Carmen se toma un café conmigo. Mientras, por mi parte, me tomo un chocolate,  observo las garrafas de aceíte de motor en busca de alguna con la graduación 10/40. No tengo éxito. No obstante, todavía tengo cerca de litro y medio, y desde que pisamos Escandinavia, la moto no ha vuelto a pedir que le reponga líquidos. Pero estoy seguro de que en cuanto empecemos nuestro largo viaje al Sur empezará a consumir aceite otra vez. Cuando me dispongo a pagar nuestras consumiciones y el repostaje aprovecho para hablar (en inglés) con la dependienta sobre lo que nos falta para llegar a nuestra destino.



- ¿Para Skaulo?, nos falta mucho - Me responde ella, mientras M Carmen y yo enfilamos la puerta de salida.
- Tened cuidado con los renos - Me aconseja en la lejanía
- ¿Los renos? pero si son preciosos
- ¡Vaya animales más estúpidos!, los odio, provocan al año multitud de accidentes. Encima como están protegidos, si atropellas a uno puedes meterte en un lío.
- ¿Por eso llevan los dispositivos esos al cuello? - le pregunto, con inmensa curiosidad.
Ella asiente con la cabeza - Para controlar sus migraciones. Además ¿Por que te crees que todos aquí llevan esos enormes faros supletorios?
- Creía que era para alumbrar más por la noche, por ejemplo, en plena nevada - le respondo.
- ¡Que va! es para asustarlos - sentencia ella. A continuación, como creo que le hemos caído bien y como premio a nuestra curiosidad, nos regala una pegatina de advertencia de reno en carretera. Tan común aquí como en nuestro país la de advertencia de ciervos en la carretera, ahora bien, y yo pregunto: ¿Quién ha visto en España por la carretera, tantos ciervos como nosotros renos en dos días de viaje?

M Carmen y yo nos vamos de la gasolinera, con cierta incredulidad, no sabíamos para nada que unos animales tan tímidos daban tantos problemas a los suecos. Supongo que serán los efectos por colonizar de humanos estas remotas tierras. A la salida de este pequeño nos despiden las cuatro banderas que forman Escandinavia: Dinamarca, Noruega, Suecia y Finlandia. De todos ellos el que nos falta es Finlandia, al que iremos próximamente. Han sido  países que nos han maravillado y que esperamos volver a visitar algún día.   





Dejamos atrás el lago Made, pasamos con brío entre los lagos Kivi y Mosko y pocos kilometros después llegamos a Skaulo. Un pequeño pueblo cuya calle principal es la misma por la que estamos viajando nosotros. Una pequeña aldea, de casas de madera blanca, muy bonito, aunque bastante inhóspito. En fin, ya hemos llegado a B, es hora de encontrar el camping en concreto. Cojo mi reserva y me lanzo a la búsqueda de alguien que pueda ayudarnos a encontrarlo. De repente, tras muchas vueltas, acudo disparado al encuentro de una persona que camina detrás nuestra con cierto aire titubeante. Cuando estoy a su lado le pregunto, con la reserva en la mano si sabe donde está el Snow Trail Dogcamp, sin embargo, no obtengo respuesta entendible, ni siquiera en ingles.

- Rafa, ¡vamonos ya! pero ¿no ves que es el tonto del pueblo? - me dice mi novia con carcajadas crecientes. En ese momento, miro mejor a mi interlocutor - "¡Demonios!" - pienso, M Carmen tiene razón.

Con una gran vergüenza solo acallada por las risas estridentes de mi novia abandono el lugar en dirección sur. Salgo en busca de alguna indicación a pie de carretera que me indique donde esta el camping. Sin embargo, el bochorno hace que no pueda articular palabra ni pensamiento ante las risas de M Carmen, esa sensación de rídiculo extremo, me esta desconcentrando, atenazando y hasta cabreando.

- Pero Rafa, ¿tu no sabes que en todos los pueblos siempre hay un tonto? - se continua mofando de mi urbanita ignorancia.
- Y yo que se, no tenemos ni idea de donde está el camping y era la única persona a la que preguntarle, ¿Que querías que hiciera?
- Ya, pero ya es mala suerte encontrarse con el tonto del pueblo en el polo..........., M Carmen apenas podía hablar sin partirse la caja torácica de tanto reir. Mientras su voz dejaba paso a su risa, mi cabreo crecía. Parece irónico pensar que de todas las desventuras que nos han pasado sea un momento gracioso el que nos vaya a abocar a una discusión. No me gusta que se rían de mi y más en esta situación en la que viajamos por instinto. Lo que verdaderamente me molesta es que siempre el que tiene que dar la cara y hablar con la gente soy yo. Y claro, esos atrevimientos a veces dan lugar a patinazos. 

Con las risas en el ambiente y mi cabreo latente llegamos a un grupo de casas, que da la impresión de ser un camping de cabañas, ¿Habremos llegado?. Desgraciadamente, no, como me confirma un amable anciano que regenta el negocio. Le pregunto por la situación del camping y me dice que esta en la siguiente salida a la derecha por un camino de tierra. Bueno, parece que después de todo la cosa se va arreglando. Tomamos el desvío tal y como dijo el señor. Pero solo encontramos algunas cabañas, obviamente sin nadie que nos ayude. La risa de M Carmen ha cesado, pero la preocupación aumenta, allá donde miramos no hay ninguna indicación, absolutamente nada. En eso que aparece una pareja con sus hijos que sale de su vivienda. Con un poco de recelo, y con M Carmen otra vez, a punto de morirse de risa a mis espaldas, les pregunto la ubicación del maldito camping. Según ellos no hay perdida, hay que seguir el camino de tierra durante unos 4 o 5 kms y ya estaremos en nuestra residencia.

Hay algo en todo esto que no me cuadra, el camino parece bastante impracticable, ¿como van a recibir así a los clientes un camping?, no tiene sentido. Intentando mi novia, encontrar lógica en todo esto, haya en la descripción de nuestra estancia, una nota que había olvidado leer:

"El Snowtrail Lodge se encuentra en una ubicación remota, y sólo se puede acceder a él con vehículos todo terreno"

Bueno, seguro que son unos kms de nada, si vamos despacito con el Falco Stradale podremos llegar, ¿acaso no es esto una aventura? - aseguro.

M Carmen, se monta con algo de dudas, pero está algo drogada por el efecto anestésico de la risotada que se ha pegado antes. Vamos avanzando con cautela, la carretera está repleta de pequeñas piedras, pero el camino es ancho y podemos avanzar con más o menos soltura. De vez en cuando, la moto "culea" de atrás pero sin consecuencias. Mi novia, permanece tranquila pero inquieta, aunque no la veo, intuyo que empieza a preguntarse donde demonios nos hemos metido. 

Tras bajar una cuesta de aproximadamente de un km con piedras de distintos tamaños, pasamos a un terreno más abrupto y escarpado, sin embargo, el Falco Stradale, responde estupendamente, y con bajo ritmo vamos sorteando los obstáculos. He de decir que todos los movimientos se ven dificultados porque vamos hasta arriba de peso, y la moto se convierte en un hierro inmaniobrable. Aún así, intento aplicar la fuerza justa con ambos brazos para mantener la montura entre los pasos de tierra en los que se ha tornado la carretera con piedras que habíamos pasado antes. Poco a poco el camino se va estrechando y el terreno empeorando, pasando del asfalto a la tierra, en pocos hectómetros. En esta situación casi echo de menos las piedras, porque ahora tenemos que sortear casi como icebergs en el mar, bloques de piedra más grandes que nosotros. Además el terreno se ha embarrado y llenado de boquetes, algunos encharcados. Para no estropear la mecánica procedo con gran lentitud. Está claro que el Falco Stradale no está para estos trotes, sin embargo, no cejo en mi empeño de continuar la marcha. Mi novia, sigue animándome por el intercomunicador, ya que la empresa de llegar al camping se esta tornando muy ardua.

- ¿Cuatro kms ha dicho el tío? Me están pareciendo 40 - exclamo con agobio en mitad de la espesura.
- Madre mía, demos la vuelta, que por aquí no pasa ni un tanque - Me dice en un tono muy preocupado. 

La esperanza vuelve a nosotros, al llegar a un claro en mitad del bosque, sin embargo, esta todo yermo. No hay nada ni nadie, tan solo algunos troncos, y restos de motos de nieve.

- Mira Rafa, allí hay un cartel de camping, vamos por el buen camino - exclama mi novia
Joder, pues ya podía poner lo que falta. ¡Parece que no vamos a llegar nunca!

Con algo más de esperanza afrontamos los nuevos metros de nuestra andadura. Sin embargo, el claro ha sido nada más que una efímera tregua, ya que de nuevo volvemos a los caminos angostos, llenos de barro piedras y charcos. Por más que intentamos mirar a nuestro alrededor no encontramos en las inmediaciones ningún atisbo de civilización ni nada que nos pueda dar una pista de donde nos encontramos. No hay casa, caminos a alguna finca, humo de alguna chimenea, algún ruido de personas o maquinas, absolutamente nada. El rumor de la carretera donde nos desviamos ha quedado tan atrás que parece que estamos a 100 kms de distancia de cualquier punto habitado. Y eso que vimos a una familia a no más de 2 kms de aquí. Esa gente ha quedado tan lejos como las risas burlonas de mi novia. Que debo decir, incluso echo de menos, al igual que ella, a la que cada vez siento más asustada. El bosque es tan denso que apenas se puede ver a un par de metros en los márgenes de la carretera, el camino es tan angosto que las ramas empiezan a rozarnos como si quisieran agarrarnos para impedir nuestro paso. A la fiesta se va uniendo progresivamente, un ejército de mosquitosLa situación se está tornando tensa, vamos a ciegas, y ni siquiera M Carmen, mi navegante es capaz de orientarse en la espesura.

- Rafa, volvamos esto es imposible, no estamos avanzando y no sabemos donde estamos - me pide con gran preocupación.
- Aguanta seguro que estamos cerca - le pido con un hálito de esperanza, tan desconocedor como ella de nuestro destino.

Subimos dos grandes repechos y al bajar por el segundo de ellos me encuentro con un gran charco a mi derecha. Lo intento esquivar virando a la izquierda, pero, la moto lleva un poco de velocidad. Para evitar salirme del camino y toparme con un árbol, piso levemente el freno, sin embargo, la rueda trasera que se encuentra sobre el charco, patina y hace derrapar la moto en un movimiento incontrolable. A pesar de que siento el movimiento e intento corregirlo, llevo demasiado peso y sin remisión el Falco Stradale cae al suelo, atrapándome bajo el carenado. 

Afortunadamente, M Carmen ha podido salir por su propio pie de la situación y en un salto instintivo ha sabido separarse de la moto. Pero yo me he quedado atrapado entre la moto, que me tiene, atenazado el pie y un charco enorme que me obliga a tirar de la cabeza hacia arriba para no quedarme sumergido en él.  Las vistas desde esa posición son estremecedoras, parece que el bosque quiere engullirte. Le indico a mi novia que desconecte la moto, pulsando el cortacorriente para pararla. En ese instante, el motor se para con unos ruidos propios de los estertores de la muerte, emitiendo una gran nube de vapor. Tras el susto inicial, veo que estamos bien y no tenemos ninguna lesión importante. Pero por desgracia, tengo la moto encima y no puedo levantarme. Mi novia intenta hacerlo, pero en cuento la mueve un poco, no puedo evitar emitir un grito de dolor. La cosa es grave, la cadena del Falco Stradale me ha atrapado la pierna, es más, si no fuera por las botas el movimiento de la cadena de la moto hasta que se paró, me hubiera destrozado el pie.

- Rafa, dime algo, ¿Te has roto la pierna?- Me pregunta tremendamente angustiada
- No, estoy bien, solo tengo unos moratones, pero no me muevas, deja que salga yo solo

Con delicadeza, me muevo y me libero, sin embargo no puedo zafarme de la moto, ya que también tengo pillado el brazo derecho y el tronco. Desde mi posición de semi-libertad resulta imposible levantar mi montura. No queda más remedio que M Carmen me eche una mano. Hacemos un primer intento sin éxito, con un sólo brazo no puedo levantar los cerca de 300 kgs que pesa el Falco Stradale, y mi novia no tiene tanta fuerza para hacerlo sola. En ese momento, entre los gemidos por el esfuerzo, el chapoteo del agua y el inerte crujir del carenado y chasis de la moto, ambos caemos en la cuenta de una aterradora realidad: 

Estamos en la Laponia Sueca, en un denso bosque que apenas deja entrar la luz, perdidos, sin cobertura, sin moto, sin rastro de nuestro camping o alguna casa y sin que nadie sepa donde estamos. Todo ello aderezado con una nube de mosquitos que no cesan de picarnos.

- Rafa, no puedo, no puedo, levantar la moto, esto es superior a mi. ¿Voy al pueblo a buscar ayuda? - pregunta, asustada hasta el extremo, con una cara casi de pavor.
- M Carmen o levantas la moto o no vamos a salir de aquí, tienes que hacerlo tú - le dijo con rabia desde mi incómoda "cama de agua".

Desconozco el efecto que tuvieron esas palabras en el espíritu de M Carmen. Sin duda una sobredosis de adrenalina invadió su cuerpo, como nunca antes lo había hecho. Quizá el verme atrapado, la aterradora situación o el verse pérdida, provocó en ella una reacción desconocida. Sin mediar palabra y sin pensárselo dos veces, cogió el manillar de la moto con una mano, el retrovisor con otra, y tras unos segundos de suspense, empezó a levantar y sacar la moto del agua. Todo ello en mitad de un gran grito, que se propagó como el fuego de su mirada en el bosque. Continuó con su desgarrador esfuerzo hasta que pude acompañarla. Debo decir que prácticamente, mi intervención fue para rematar la faena, así que el mérito de conseguir levantar la moto de allí es entero de ella. 

Recuperada la verticalidad intento arrancar la moto, sin éxito. Está mojada y llena de barro, al igual que yo. En ese momento, ambos nos miramos en un tenso silencio con los ojos algo vidriosos.

- M Carmen vamonos de aquí antes de que nos pase algo peor - le digo asustado
- Es lo más inteligente que has dicho hoy, vamonos y que le den al camping. Prefiero perder 90€ de la reserva, que matarme de camino a llegar al lugar. - dice mientras se seca las lágrimas de rabia.

Con el rabo entre las piernas, vencidos por la naturaleza y en vista, de que no teníamos referencia alguna sobre lo que habíamos recorrido o lo que nos quedaba por recorrer, decidimos que lo mejor era volver sobre nuestros pasos. Ponernos a buscar algún hospedaje para esta noche en Skaulo, e intentar dejar atrás esta mala experiencia. Desgraciadamente, como la moto no arranca, tenemos que hacer el camino de vuelta a pie empujando la moto. Por efecto de la caída cojeo un poco, pero puedo empujar el Falco Stradale hasta el cruce maldito que tomamos, M Carmen, por supuesto me ayuda. A pesar de la evidente lentitud de nuestra marcha, y aún con el susto metido en el cuerpo, el camino de vuelta se me hace cortísimo, extrañamente.

Una vez, en el cruce, nos tomamos unos minutos de reflexión, ya que hemos estado a punto de terminar el viaje de forma abrupta, y lo que es peor aún, lamentar una desgracia.

- La única población cercana que tenga hoteles que me suene de la zona es Kiruna, pero está a una hora de camino, ¿Que hacemos?¿Vamos? - le pregunto a M Carmen
- Oye, ¿Y porque no vamos al camping del anciano? Quizá tenga alguna cabaña libre.
- Ya, lo malo es que la moto no arranca, y hasta allí..... - digo mientras pulso sin esperanza el botón de encendido de mi moto. Sorpresivamente, el Falco Stradale, se ha recuperado del trance, consigue arrancar, y tras unos segundos de duda expulsa el agua de los tubos de escape.

Nos ponemos en marcha, con una profunda sensación de alivio. Por fin, hemos conseguido salir del bosque. Ya hemos tenido un episodio de mala suerte, ya va siendo hora de que hoy tengamos un poco de buena suerte.

A los pocos kms volvemos a tocar a la puerta del anciano, esta vez, clamando dentro de nosotros por un poco de fortuna y con la esperanza de quedarnos a dormir allí tras una jornada aciaga. Con unos larguísimos segundos de retardo, el amable señor nos abre la puerta, siempre con una sonrisa en la cara. Sin embargo, la sonrisa se torna en gesto de preocupación. 

- ¿Que os pasado? - Me pregunta.
- Nos hemos caído en busca del camping, estamos perdidos y no tenemos donde dormir. - ¿Podemos quedarnos en su camping, por favor?¿Tiene cabañas libres? - le digo con inocultable desesperación
- Por supuesto, pasad y calentaos, tendréis frío. 

Al menos, debo decir que estas fueron las palabras que entendí del señor, ya que no se expresaba muy bien en ingles, pero el lenguaje universal de los signos obra el milagro. Ambos, pasamos, aunque M Carmen se queda en el marco de la puerta. Mientras, yo, acompaño al señor hasta su despacho para efectuar la reserva. Este señor, tiene una casa preciosa e inmensa, toda hecha de madera, rica en detalles y fotos de su familia. La casa esta un poco desordenada la verdad, con papeles por doquier, parece como si el no fuera el que estuviera regentando el negocio y se encontrará realizando una sustitución, porque le cuesta encontrar las fichas de reservas. Después de todo no voy a presionarle, que tarde lo que quiera, bastante amable está siendo ya con dos desconocidos como nosotros. La estancia perdida del Snowtrail Dogcamp costaba 900 SEK (unos 98 euros al cambio), dentro de la desgracia, hemos salido ganando porque la estancia aquí nos va a salir por la mitad más menos 480 SEK (unos 52 euros al cambio). 

Tras el pago y sin mediar palabra me da la llave de la cabaña (la número 4) y me indica donde está en un mapa. No tiene perdida, es la primera según entras en el recinto a la izquierda. A continuación, me conduce como si de su nieto se tratara, hasta el patio trasero de su casa. Allí tiene una manguera y me hace indicaciones para que lave la ropa de la moto con ella, mi novia que observaba la escena en la lejanía se acerca para ayudarme a borrar las señas de la batalla, ayudándola con un cepillo. 



El hospitalario anciano desaparece de escena, por unos momentos. Cuando terminamos la tarea y nos disponemos a acercar la moto a la cabaña, nos encontramos con otra sorpresa: El señor mientras nosotros estábamos ocupados ha cogido una manguera y nos ha lavado la moto, librándola de los restos de barro. Desde la puerta de su casa se despide de nosotros con una pregunta: ¿Cuando os vais a duchar?. Y es que nos ha abierto, el agua de modulo de duchas para que nos aseemos. Ambos nos volvemos a mirar incrédulos, que persona tan amable y servicial. Quizá su camping no tenga tanto glamour, no salga en las guías oficiales, pero por la amabilidad, el trato, y sobretodo el fácil acceso, debería salir.

Nos dirigimos a nuestra cabaña entre una impertérrita nube de mosquitos que nos nos deja ni a sol ni a sombra, molestando y picando. Nuestra cabaña es muy similar a los hytter noruegos, en cuanto a confort y habitabilidad, tiene un pequeño porche de madera, pero cualquiera se expone a esas fieras voladoras. 




Antes de cualquier cosa nos quitamos la ropa motera, nos ponemos más cómodos y nos preparamos para las duchas. Tras ellas, llega la hora de una bienmerecida cena, la cual, a pesar de estar compuesta por lo de siempre: En esencia, queso, pan y leche, todo sabe a gloria, tras una jornada que ciertamente, nos ha llevado al límite de nuestras fuerzas. Nos ha puesto a prueba, pero, afortunadamente, hemos sabido salir airosos, esa, creo yo es la esencia de la vida y de la aventura. Una pregunta, no obstante, continua invadiendo mi mente:

- M Carmen, ¿Como conseguiste levantar la moto, tu sola? 
- No se Rafa, te vi tan mal, los dos perdidos, que ni me lo pensé, saqué fuerzas de donde no las tenía - me cuenta emocionada.

Desgraciadamente, la cámara no ha registrado nada de lo que nos ha pasado, porque la teníamos sin batería. Aún así intento dejar una reseña de lo que nos ha pasado en una videocrónica. Sin embargo, M Carmen la interrumpe con sonrisa burlona:

- Vamos, déjate de historias, que si no le hubieras preguntado al tonto del pueblo, no nos habría pasado nada de esto.

Después de unos segundos los dos nos miramos, y estallamos en una explosión de alegría. Todo lo que ella se reía de mi, esta vez me estoy riendo con ella. En este día hemos tenido de todo, desde momentos buenos, como el avistamiento de renos, hasta momentos malos como la caída en pleno bosque. Pero a pesar de todo lo que nos ha pasado hasta ahora, que no es poco, seguimos adelante con Euro-Diversion 2013 rumbo a Nordkapp. A más de 5000 kms de casa eso es lo verdaderamente importante, esta "noche soleada" tenemos motivos para estar contentos.