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miércoles, 9 de julio de 2014

CAPITULO 8: DURMIENDO CON LA GESTAPO

AMSTERDAM-LEEUWARDEN-BREMEN-HAMBURGO




Distancia total ruta:  503 kms

Tiempo total:   5 horas 25 minutos

Ciudades visitadas: 3

Paradas: 3

Consumo medio:  5 l/100 kms 

Gasto de combustible:  33,78€

Peajes:


El día de ayer estuvo pleno de emociones y experiencias, la verdad es que Amsterdam es una ciudad maravillosa que merece la pena ver una y otra vez. Por desgracia, debemos avanzar hacia la siguiente frontera, el siguiente país. ¿Que nos deparará Alemania? Como es ya habitual en esta aventura nos despertamos temprano para coger carretera lo antes posible. M Carmen llevaba varios días quejándose del frío, anoche tras la vuelta nocturna y lluviosa al hotel, se convenció de que necesitaba más capas de ropa para afrontar la parte escandinava de Euro-Diversión. Yo ya le había prestado mi ropa térmica, pero no era suficiente. Así que no nos quedó más remedio que retrasar nuestra partida hasta que las tiendas abrieran. Supongo que en ese lapso de tiempo la ropa pudo secarse mejor, los dispositivos cargarse más, y nosotros organizar las cosas de las alforjas con más calma. Por desgracia, no pudimos descargar fotos en el disco duro. El uso de PC en este Ibis costaba dinero, al contrario que en Brujas, así que decidimos que probaríamos suerte en el siguiente hotel. A mi me dio tiempo a hacerle una revisión general a la moto. Limpie, engrase y tensé mi cadena, comprobé la presión de los neumáticos, las fijaciones, amortiguador, y el nivel de aceite, que estaba un poco bajo. Tras reponerlo, volví a la habitación para desayunar de nuestras provisiones. Con el estomago lleno y una vez hechos los deberes, partimos hacia Amsterdam de nuevo, con la misión de encontrar algo más de ropa de abrigo para mi sufrida pasajera. Es increíble, con el nivel de stress que hemos tenido en otras etapas, y aquí estamos sin ganas de querer irnos de Holanda, definitivamente, nos ha encantado este país. Dejamos atrás el hotel, cuyo parking está invadido de motos, se nota que el MotoGP de Assen es hoy, y tras él, el Aeropuerto de Schipol, el construido a más baja altura del mundo (a 3 metros) para desandar el camino y volver a ver la ciudad que vimos ayer.  Para comprar la ropa, y teniendo en cuenta que era Sábado, decidí que lo mejor, más rápido y seguro era ir a un Decathlon, metimos en el GPS el primero que nos salió y pusimos, prestos, rumbo a él. Cuando llegamos no pude salir de mi asombro. Habíamos llegado al Amsterdam Arena, uno de los estadios de fútbol, más modernos y bonitos del mundo, sede del Ajax de Amsterdam y de la selección de fútbol de Holanda. Mi novia, al principio, no le dio mucha importancia, aunque le di varias nociones de nuestro más reciente descubrimiento. 








Resulta que el Amsterdam Arena tiene una autopista que circula por debajo, uno de los mayores centros comerciales de Europa en su estructura y por si fuera poco, es de los pocos estadios completamente cubierto que hay en el mundo. Bueno, parece que se quedó un poco más impresionada. Aunque, más emocionada se quedó al ver el Decathlon abierto, casi no me deja aparcar la moto de los saltos que daba. Por fin entramos, y aunque estamos en verano, podemos  encontrar, no sin una ardua búsqueda, ropa de invierno. Lo malo, es que al estar fuera de temporada la variedad es poca, y claro no sólo tiene que abrigar, sino encima ser bonito, estar bien y barato. Compró un forro polar bastante competente, pero no era barato y el color.... ¿naranja? Ni en sueños M Carmen se habría comprado un algo tan chillón, pero de lo que había era lo que más abrigaba, según nos contó la amable dependienta. En fin, debajo de la chaqueta no se va a ver ¿no? Pagamos y nos vamos, poco a poco vamos dejando el majestuoso Amsterdam Arena atrás y vamos rumbo al norte del país, por fin, tras este receso necesario, da comienzo la octava etapa de Euro-Diversion 2013.

Cogemos la A-7 rumbo norte, la autovía nos brinda las últimas imágenes de moteros en ruta. Toman la carretera un sin fin de aerogeneradores a ambos lados de la misma, afortunadamente el viento sopla con suavidad y apenas se deja sentir en nosotros. M Carmen, ya esta probando su forro polar y se la ve más cómoda en el Falco Stradale, y con menos frío. Sin embargo, sigue con sus molestias en la rodilla, las cuales alivia de vez en cuando estirando la pierna. Menos mal que, siempre avisa, porque ese movimiento desequilibra un poco la moto, aunque sólo sea por unos instantes. 

- Menos mal que no me opere, si no, no hubiéramos podido realizar esta aventura - me comenta aliviada, mientras realiza su rutinario movimiento de estiramiento de las articulaciones.

Seguimos progresando, con el tráfico algo más fluído, por el norte del país hacia el mar de Frisia. A parte de los aerogeneradores, nos rodean un reguero de cuadriculados canales de riego que bañan los campos. Nos paramos a reflexionar a través de los intercomunicadores que es muy probable  que el terreno firme que pisamos pueda ser perfectamente ganado al mar. Según me pude enterar esa superficie ganada tiene la extensión de la provincia de Málaga, algo ciertamente increíble, no es de extrañar que los ingenieros holandeses estén entre los mejores del mundo por robar a la naturaleza su espacio y mantenerlo lejos de sus garras. A lo mejor deberían coger buena nota de ello los venecianos, siempre con problemas de inundaciones en cuanto caen dos gotas. El bullicio de la capital holandesa ha dejado paso a verdes y planos prados, silenciados únicamente por el murmullo de nuestros pensamientos, intentando asimilar ambos las intensas vivencias de estos días de increíble aventura. Nos separan ya unos 70 kms de Amsterdam y parece que, abandonada la urbe, hemos pasado a otro país, sin embargo, seguimos en Holanda, pero quizá en una Holanda más inhóspita y agreste. El viento, hace leves apariciones acompañadas por lluvia cada vez más incesante, por lo tanto, como precaución, no nos queda más remedio que parar, y ponernos los dichosos monos de agua. Todavía hoy, a más de 3000 kms de casa, maldigo mi suerte por la perdida de nuestros forros interiores (térmicos e impermeables). Pero no queda más remedio que claudicar y seguir a pesar de la dificultad. Aprovechamos el repostaje en una gasolinera para hacer la puesta de ropa, y matar dos pajaros de un tiro. Así que, comprobamos presiones, y tras saludar a un extrañado soldado holandés, nos ponemos en marcha de nuevo, rumbo a Leeuwarden, para llegar a esta ciudad de 96000 habitantes tendremos que atravesar el Gran Canal, el desafío se va cerniendo poco a poco sobre nosotros.

En un principio, cuando planifique la ruta de Euro-Diversion 2013 pensé en hacerla de tal forma que fuera posible llegar del punto más al sur del continente al que está más al norte usando únicamente la carretera como medio para conseguirlo, sin ferrys, ni mar que franquear. Tal fin, es posible desde hace bien poco, en concreto desde el 2000, fecha en la que Dinamarca y Suecia construyeron el puente de Oresund que une las localidades de Copenhague y Malmo. Este puente ha cambiado el mapa de Europa, tal y como lo conocemos, ya que los 16 kms que separan Dinamarca de Suecia, dividían además en dos a la Unión Europea, estando Suecia y Finlandia incomunicadas por tren y carretera con el resto de la UE. Desde este punto de visto, su impacto en la conexión de ambos países es muy superior al logrado por el Eurotunnel entre Francia e Inglaterra. Prueba de ello es que las líneas de ferry que hacían el servicio dentro del estrecho de Drogden han desaparecido, cosa que no ha sucedido ni en tierras británica ni francesas. El puente de Oresund es un puente mixto de 16 kms, aunque como puente tiene únicamente ocho, el resto lo conforma un túnel que va bajo el lecho marino y emerge en una isla artificial, donde la carretera "toma el relevo" conformando un puente. Lo cierto, es que dicho así, tiene que ser una pasada cruzar esta obra de la ingeniería del siglo XXI atravesando un estrecho, muy parecido al Canal de la Mancha pero con mejores vistas. El coste de 20€ como peaje por cruzar en moto, era un bajo precio por disfrutar de unas sensaciones. Sin embargo, tenía una pega: cruzar el puente, implicaría subir al Cabo Norte por Suecia, perdiéndonos toda la magnificencia de los fiordos noruegos. Pasar de Copenhague a Malmo y enlazar a Noruega supondría un kilometraje adicional de cerca de 1500 kms, con el consecuente incremento del presupuesto destinado a gasolina y alojamiento. Fue una pena, pero tuve que renunciar a este hito para poder conseguir llegar al Cabo Norte y volver en un número razonable de días.

Pero conmigo, siempre hay algo más, y claro está en esta ocasión tenía un as en la manga. No era como cruzar el puente de Oresund, pero esperaba que el Gran Canal de Frisia, llamado realmente Afsluitdijk, cumpliera mis expectativas de "caminar sobre las aguas". No era para menos, 30 kms de canal, que más bien deberíamos llamar dique. De hecho, el más largo de Holanda, el cual sirve para controlar el nivel de las aguas que rodean el país y protegerlo de temidas inundaciones. Ahora que nos separan pocos kms para llegar al lugar, debo admitir que estoy ciertamente emocionado, por lo desconocido que nos aguarda. M Carmen ya sabe a lo que nos enfrentaremos y está ciertamente preocupada, le preocupa, obviamente las condiciones climáticas que nos encontraremos, sigue lloviendo y el cielo no invita al optimismo, la verdad. Pero antes de que nos podamos lamentar o preocupar en exceso, el Falco Stradale nos emboca, entre  un escuadrón de motos, al principio del Canal. Contenemos la respiración, mientras se para el tiempo a nuestro alrededor.

Con un viento cada vez más bravo entramos en el canal. De repente, se abre ante nosotros una recta interminable que nos desafía más allá de lo que abarca nuestra vista, a nuestra derecha observamos un mosaico de islas artificiales, algunas incluso con casas y numerosos pequeños diques. A nuestra izquierda un muro de unos cinco metros nos parapeta del viento imperante de componente norte y de las olas. Aunque algunas consiguen superar el dique y salpicar con su espuma, sin importancia para los vehículos que transitan como nosotros, pero nos da una idea del infierno que se debe de estar desatando tras esos muros. No es para menos, estamos a nivel del mar (0 metros) y somos un plato muy apetecible para las fauces del Dios Poseidón. Nosotros continuamos con nuestra marcha firme hacia Leeuwarden, la localidad que nos espera tras este cruce entre aguas. A pesar de ser 30 kms en recta eterna y de no ofrecer nada motociclisticamente hablando de adrenalina, M Carmen y yo estamos disfrutando mucho de este espectáculo de la naturaleza y de como el hombre puede desafiar a la furia de los elementos. El viento, solo nos acaricia, la lluvia ha cesado, por un momento, parece que todo se ha puesto de cara para que disfrutemos de la belleza de este salvaje lugar, perdido en los confines de los Países Bajos. A medio camino de nuestra "travesía por alta mar" encontramos a un grupo de moteros que se han apeado a un lado de la carretera para hacer fotos, a nosotros no nos parece muy segura esta parada y decidimos seguir hasta llegar a un sitio más optimo para detenerse y fotografiar esta mastodontica obra de la ingeniería tulipán. Seguimos serpenteando insolentes entre el escaso tráfico sabiendo que, a escasos metros, el mar está deseando engullirnos. M Carmen aunque, algo asustada, se muestra emocionada, seguramente por el influjo de la adrenalina y ese miedo a lo desconocido que tanto engancha a los amantes de las dos ruedas. 

Tras nuestro juego, por el asfalto como testigo, llegamos al fin del gran dique con la sensación de haber subido a la montaña rusa, volando sobre las aguas sin apenas habernos separado apenas unos metros sobre el nivel del mar. Ha sido como circular por encima de una presa, pero a lo bestia.¡señores!¡que presa!, nada menos, que la que contiene el ímpetu del Mar del Norte. Aprovechamos la ocasión, para hacer una parada técnica y echar fotos como fiel testimonio de nuestra gesta.






Reemprendemos la marcha y cruzamos como una exhalación por Leeuwarden, el dique a nuestra izquierda y las islas artificiales a nuestra derecha han desaparecido y volvemos al rutinario asfalto, cogiendo la A-31, a la espera de cruzar la frontera alemana, ya va quedando menos para rodar por otro país. Al poco de coger esta carretera volvemos a observar ingentes escuadrones de motos, que se dirigen hacia el MotoGP Assen, no es para menos ya que estamos verdaderamente cerca. Sin embargo, aunque es tentador ver un espectáculo así fuera de nuestro país, la ausencia de entrada, y sobretodo de tiempo, hacen que tengamos que dejar atrás una vez más nuestros deseos y cumplir con la obligación de la consecución de nuestro objetivo, la vuelta a Europa en moto. Con gran pesar sobrepasamos Groningen, y casi sin darnos cuenta completamos los casi 70 kms que nos separan de Leeuwarden. A pesar de la distancia, tenemos todavía el recuerdo de nuestro paso por el dique bien fresco. Incluso M Carmen esta entusiasmada, aunque recelosa por el tiempo, sobretodo pensando en la carretera del Atlántico en Noruega. Es lógico pensar que por aquellos lares, no tendremos la protección de un dique que nos parapete del viento y de las olas, y eso la tiene algo preocupada. Pero todavía queda mucho para eso. Pasada la capital de la región, es decir, Groningen, nos quedan aproximadamente 55 kms para llegar a la frontera alemana, nos pasa que el Falco Stradale (sin indicador de nivel de gasolina, ni reserva) nos va pidiendo un repostaje.

- Rafa, ¿no nos toca ya repostar? - Me pregunta mi novia.
- Si, pero vamos a esperar a cruzar la frontera alemana, la gasolina está más barata - Le respondo mientras sorteamos un coche.
- ¿Seguro que llegamos? - Insiste con un tono más preocupado.
- Tranquila la moto aguantará - Le respondo con seguridad.

Estos pequeños detalles económicos son interesantes tenerlos en cuenta, sobre todo cuando la autonomía de tu moto te lo permite y tienes que atravesar varias fronteras, ahorrarse unos euros en repostar puede ser importante. Cuando estuvimos haciendo el presupuesto, me acuerdo que era importante conocer el precio de la gasolina allá donde vayamos. El ranking de los que recorreremos lo encabeza: Noruega, le sigue Italia, Dinamarca y Holanda. Así que, ya que vamos a estar 2 días en Alemania, lo mejor será esperar, para pasar de pagar 1,65 €/litro a 1,5€/litro. Proseguimos nuestro camino hasta la frontera alemana, la expectación va creciendo. Vamos a cruzar nuestra cuarta frontera y nuestro quinto país. Como siempre, lo malo de la supresión de fronteras es que no acabamos de ver el final de Holanda y el principio de Alemania. Finalmente, conseguimos llegar al país teutón y hacer la foto con cierta seguridad para nosotros. Kilómetros antes de la frontera tenemos la oportunidad de fotografiar la última curiosidad de Holanda, un país que sin duda nos ha maravillado.





Una vez en Alemania, una emergencia se hace necesaria. Hay que repostar lo antes posible, el Falco Stradale llega exiguo de combustible y ya no se puede jugar por más tiempo a la ruleta rusa, o mejor dicho alemana. Llegamos a una pequeña localidad Bunde. Pequeña villa alemana, pero con encanto. Aprovechamos nuestra parada para ir al servicio. Dar de beber a la moto es la prioridad. Por supuesto, mi novia me asiste a todo y juntos repostamos, a continuación me encargo de pagar repostaje y la bebida caliente.

- Ya estaba deseando tomar algo caliente, que gusto da un buen café -  Me dice mi novia aliviada.
- Eres la prima de Juan Valdés -  Le digo de manera burlona, mientras me bebo otro.

La verdad es que, aunque no lo quiera reconocer, hacer un alto en el camino viene estupendamente para recuperar fuerzas, estirar piernas y prepararse para los kms venideros. Todavía nos queda atravesar media Alemania hasta Hamburgo, unos 300 kms aproximadamente. Así deberemos repetir este repostaje, pero antes de marchar, observamos una casa cercana a la gasolinera con una orgullosa bandera alemana en un mástil. A mi novia le parece interesante reflejar nuestro cambio de país de esta manera. 

                        

Reemprendemos el rumbo hacia Hamburgo, pero antes de llegar, a medio camino, y coincidiendo con nuestro nuevo repostaje, queremos hacer una parada en Bremen. Ciudad famosa por ser la ciudad natal de los autores de los trotamúsicos, los hermanos Grimm ¿Os acordáis de la famosa serie del burro, perro, gato y el gallo?Nuevamente, volvemos a improvisar y con el permiso que da la hora de entrada en el hotel, vamos en busca de algo que podría ser interesante y nos pilla de camino en nuestra ruta. Próximo destino: Bremen.

Cogemos la carretera E-22. De momento, ni rastro de las famosas autobahn alemanas, pero si es cierto que desde que hemos pisado tierras germanas he observado un cambio curioso en el entorno. Si bien hasta llegar aquí, el parque automovilístico era variado, por ejemplo, en Francia se veían muchos Renault, Peugeot, o Citroën alternandose con japoneses y coreanos, muy parecido a nuestro país. Lo mismo se daba en el Benelux, pero lo que sucede en Alemania es increíble, llevo más de una hora circulando por este gran país y no he visto ningún coche que no sea alemán. Pero las motos también son germanas. Parece que aquí nadie conoce otras marcas que no sean Audi, BMW, Opel, Mercedes, etc. es increíble. Me cuesta bastante adivinar entre el tráfico un coche que no sea germano, en el horizonte veo un Toyota blanco, ciertamente ha sido como buscar un unicornio. En definitiva, los alemanes quieren a sus marcas más que un hijo y sin duda, les produce extrañeza el que una moto negra irrumpa en sus dominios,¿es japonesa?¿italiana?¿alemana?¿que demonios es?. Entre estas preguntas y reflexiones, seguimos avanzando en el Falco Stradale rumbo a Bremen. Desde luego, la calidad de las carreteras alemanas nos hace avanzar con diligencia, nada tienen que envidiar nuestras carreteras a estas, la verdad, pero ciertamente son mejores y tienen un mejor mantenimiento, al menos aparentemente. De momento, nuestra marcha se desarrolla con el beneplácito del tiempo, lo cual ya es una novedad. A donde quiera que miramos no observamos muchas diferencias en el paisaje si lo comparamos con el norte de Holanda, muchos prados, vacas, pequeñas poblaciones, que invitan a perderse en ellas y aerogeneradores allá a donde la vista no alcanza. Desde luego, no hemos sido los únicos que se han puesto las pilas con las renovables. La perfección de las carreteras germanas hace que cubramos los 200 kms que nos restan hasta Bremen, con una facilidad inusitada, tanto que parece insultante al desafío que estamos emprendiendo. Al fin llegamos al esperado Bremen, pero, ¿donde están los trotamúsicos?

De momento, decidimos que nuestro GPS, nos guíe hasta el centro de la ciudad y luego ya iremos viendo, mientras disfrutaremos de lo que esta urbe tiene que ofrecernos. Es curioso, pero desde unas etapas hasta aquí, hemos visto algunos fallos intermitentes en nuestro GPS Tomtom Rider, problemas relacionados con la carga del dispositivo. Menos mal que tengo una toma de corriente delantera y con una maña de mi novia, el GPS sigue funcionando a trompicones, la verdad. Con la esperanza de que no sea nada, seguimos circulando por esta ciudad, que al igual que Brujas parece sacada de un cuento de hadas, con cierto aire medieval, mezclado con la modernidad algo vetusta de los cables del tranvía. Según vamos acercándonos al centro, vamos viendo como el tranvía y trolebus ganan terreno a coches o bicicletas, no tan numerosas como en Holanda. Yo mientras, me enfrento al desafío de circular por Bremen sin caerme por acción de los resbaladizos raíles del tranvía. Tras unos 20 minutos de lucha contra el tráfico llegamos a una zona del centro de Bremen que es peatonal y que nos impide el paso. 

- Rafa, para, es una zona peatonal, no podemos pasar - Me advierte mi novia 
- No hemos llegado hasta aquí, para quedarnos a las puertas de ver el centro histórico de Bremen y quedarnos sin ver los trotamúsicos - Le respondo rotundo, tozudamente.  
- Bueno, nos hemos colado otras veces y no nos han dicho nada, probemos suerte - Me dice un poco resignada a la aventura que se avecina.

Con la cara que nos ha caracterizado hasta ahora en nuestro viaje, decidimos arriesgarnos y cruzar a lomos de nuestro Falco Stradale, obviamente a velocidad no superior a 20 km/h. Nos desplazamos con cierta torpeza, y aunque lo intento, no podemos escapar a las miradas de cientos de curiosos que ven como una moto sobrecargada se abre paso entre el gentío con destino desconocido. Sorteando gente llegamos a una gran plaza que resulta ser la:  Martkplatz 
Justo en este punto nuestro GPS nos indica que estamos en el Centro de Bremen. Bueno, es el momento de remangarse y ponerse a buscar la famosa estatua de los músicos de Bremen. Mientras intento encontrar una ayuda que se me resiste porque nadie habla ingles y yo no hablo alemán, M Carmen toma reseña de esta bellísima ciudad, íbamos buscando a los músicos, pero por casualidad y sin querer, en el camino hemos encontrado un Bremen medieval digno de un cuento, al estilo de Brujas. Ante nosotros se erige, sobre un machacón suelo de adoquines, la grandiosidad de la catedral de Bremen, sinceramente, por unos segundos, nos quedamos sin palabras. 






                         

                              

                         
En dicha plaza, además de la catedral, podemos disfrutar del Rathaus (ayuntamiento) de la ciudad y de la sede de la Cámara de Comercio. Decidimos hacer un alto en nuestra búsqueda e invertir un poco de tiempo en hacernos fotos de este singular lugar. 

                             

                           

Aunque he de decir, que las hacemos con cierta cautela, nos hemos saltado la prohibición de circular con vehículo a motor por estas calles peatonales y nos estropearía bastante la aventura un encontronazo con el brazo de la ley. Mientas estamos ojo avizor una persona se para a charlar con nosotros.

- ¿De que país sois? - Me pregunta un viandante desconocido que nos aborda en plena sesión de fotos.
- De España - Le respondo, obviamente en ingles.
- De España, estuve en Madrid el verano pasado, ¡oh! ¡qué alegría! - exclama - "Deberíais quedaros está noche en la ciudad, la iluminación del lugar es muy bonita, os encantará" - Me asegura con rotundidad el hombre
- "Por desgracia, no podemos, debemos continuar con nuestro viaje. Estamos dando la vuelta a Europa en moto y nuestra etapa de hoy termina en Hamburgo" - Le respondo, con cierto pesar y curiosidad por confirmar lo que nos dice.
- "Bremen, es más bonita que Hamburgo" - Se despide de nosotros con una sonrisa y con el deseo de que cambiemos de opinión y nos quedemos en su ciudad.

Aunque, no es nuestra intención contradecirle, la cuestión es que cambiar de planes a esta hora supondrá 100 kms más para la dura etapa del día de mañana con destino Hirtshals. Eso sin contar con la penalización por cancelar la reserva, por supuesto.

En fin, es hora de ponerse a buscar la famosa estatua de los músicos de Bremen, sabemos que esta aquí, pero no sabemos donde. Nos ponemos manos a la obra, y nos vamos recorriendo la plaza, con extremo cuidado de los raíles, preguntando a los transeúntes. Tras unos minutos de ardua búsqueda, conseguimos localizar a dos señoras que corrigen nuestro rumbo y nos dicen que la estatua es muy pequeña y que no es para tanto, aun así decidimos verla por nosotros mismos. Ponemos nuevo rumbo hacia una de la alas de la catedral de Bremen donde se supone que encontraremos nuestros a los trotamúsicos. Cinco minutos después llegamos a nuestro destino, por fin, encontramos la mencionada estatua. Ante nosotros, una estatua de bronce de los famosos cuatro animales. Inmediatamente viene a mi mente la historia que se narra en el cuento de los Hermanos Grimm: 

Un burro, un perro, un gato y un gallo, que vivían en el poblado de Dibbsersen, en la Baja Sajonia de Alemania, cuyos dueños habían decidido sacríficarles, porque consideraban que, por su vejez, éstos solo consumían comida y ya no les eran útiles para el servicio doméstico. Los animales se encontraban después de que cada uno, en forma independiente, hubieran huido de la casa de sus respectivos dueños. Al conocerse, deciden iniciar un viaje con destino a la ciudad de Bremen, conocida por su simpatía hacia los extranjeros (doy fe de ello). En su camino hacia Bremen, estos exiliados llegan a anochecer a una choza en la están pernoctando unos bandidos. Con el objetivo de amedrentarlos para ocupar ellos la vivienda, forman una figura con sus cuerpos, uno encima del otro, lo que hace huir a los bandidos. Figura que ha quedado inmortalizada en esta estatua. 



Cuenta la leyenda que si de un salto eres capaz de tocar el pico del gallo, tu deseo se hará realidad. Hago, por supuesto, el intento de saber hasta donde puedo llegar de un salto y lo único que logro es tocarle las patas al gato, desde luego no es nada fácil, ya que además de la consabida altura de la estatua hay que sumarle la altura del pedestal de la misma de un metro y medio aproximadamente. Quizá por esta dificultad ocurre que el morro del burro tiene una tonalidad dorada por el desgaste del bronce, de la cantidad de viajeros que no se han dado la oportunidad de conseguir el reto. En fin, supongo que mi deseo de un viaje bienaventurado no se verá afectado por no haber llegado al gallo. Tras hacernos unas fotos ante el sorprendido gentío, cogemos nuestro Falco Stradale y ponemos rumbo a las afueras de la ciudad para el último repostaje de la jornada. Tras él solo nos restan unos 100 kms para llegar a nuestro destino, nuestra etapa, que se alarga por momentos, nos ha reportado momentos inolvidables. Mientras reflexionamos y comentamos la jornada, mi novia y yo nos vemos sorprendidos por un potentísimo flash que nos ciega por completo durante unos segundos.

- ¡Que ha sido eso! casi me quedo ciega - Exclama mi novia.
- Habrá sido un radar de velocidad - Intuyo.
- Pero, por delante, ¿no son por detrás?,¿a que velocidad ibas? - pregunta con una perplejidad compartida.
- A no más de 60 km/h, no se que ha podido pasar. A lo mejor la zona era de 40, no recuerdo. Bueno es posible, que en Alemania, los radares hagan la foto por delante - Contesto intentando explicar la situación a M Carmen.
- Jajajajajja, pues entonces se van a quedar con las ganas, las motos no tienen matrícula delantera - Exclama con sorna ante la hipotética sanción.

Nos vamos de allí, sin saber muy bien que o quien nos ha flasheado, si ha sido un radar, un coche o un OVNI. Continuamos con cierto miedo en el cuerpo por una hipotética sanción, pero si el flash ha sido por delante y por ende la foto, lo único que tendrán las autoridades será una bonita instantánea del Falco Stradale cruzando su país en busca de completar la vuelta a Europa en moto, honestamente, espero que la guarden de recuerdo. Superado el susto nos dirigimos a una gasolinera para el trámite del repostaje, tras el cual nos preparamos psicológicamente para los últimos 100 kms de esta larga etapa, para ello cogemos la A-1. Son casi, las 18:00 y tenemos ganas de llegar a nuestro destino, cuanto antes para descansar.

Durante el último periplo de nuestra etapa, interrumpo el silencio de nuestros intercomunicadores para decir:

-¡¡¡M Carmen llevamos 3000 kms de aventura!!!!- Grito con estruendo.

De repente, como dos tontos empezamos a gritar de júbilo, sin saber que nos quedaran muchos momentos como ese, en concreto, trece o catorce más, si todo sale bien. Pero nos da igual, la ilusión guía nuestros espíritus aventureros y continuamos avanzando siendo cada vez más conscientes que, a cada km que nos alejamos de España, veremos más y más diferencias con nuestro país, pero de eso se trata este viaje, ¿no?. Digamos en cierta forma que vamos creyendo poco a poco, en que podemos completar esta gesta de dar la vuelta a Europa en moto. Desconozco si son las ganas de llegar, las buenas carreteras, el hipnótico movimiento del tráfico alemán con su defensa a ultranza de sus marcas, lo cierto es que llegamos a Hamburgo, la segunda ciudad en importancia de Alemania en un abrir y cerrar de acelerador. 



Esa importancia, viene dada porque el puerto marítimo de Hamburgo es uno de los de mayor tráfico de contenedores del mundo, fue fundado en 1189 y en sus aguas desemboca el rio Elba. A nuestra llegada a Hamburgo, cercana a las 19:30 se abre ante nosotros una ciudad un poco oscura, con ciertos cortes de clasismo en su arquitectura, con cierto sabor añejo. Menos mal que nuestro GPS mantiene nuestro rumbo estable en esta jungla de cristal, nosotros mientras vamos observando lo que esta ciudad nos ofrece. Vamos viendo como el tráfico aumenta ostensiblemente y es más difícil moverse entre carriles, nuevamente nos enfrentamos a los depredadores de cuatro ruedas. A pesar de lo que está frase pueda insinuar, en Hamburgo vivimos, entre semáforo y semáforo alguna que otra anécdota curiosa. Por ejemplo, muchos coches nos pitan y nos saludan para que los grabe con mi GoPro montada en mi casco, supongo que eso combinado con la bandera de España que adorna nuestra moto, hace que la gente saque a relucir su desparpajo. Algunos incluso a nuestro paso gritan "Ole", me parece ciertamente estereotipado, pero gracioso que en estas latitudes llegue el calor de nuestro país a estas gentes.

- Imaginaba a los alemanes mas fríos la verdad, cuanta hospitalidad, pero con esa cámara, no me extraña, eres un semáforo andante y todo el mundo quiere salir en la TV  - Dice con risa entrecortada.
- Pues para que veas que nos tienen más aprecio a nosotros que nosotros (los españoles) a ellos"  - Le contesto con rigor. 

Tras el paso por la zona más urbana o céntrica de la ciudad, peatonal, y en la que volvemos a colarnos, el GPS nos va llevando a una zona más industrial. Un lugar sombrío, donde abundan los polígonos y donde desaparece cualquier signo de vida o jolgorio. De pronto, la ciudad ha cambiado por completo, nos sentimos como Hansel y Gretel adentrándose en el oscuro bosque.

-¿Donde esta el hotel?¿Seguro que es por aquí?, donde nos estamos metiendo...  - Empieza a murmurar M Carmen con cierta preocupación.

- Si es por aquí, de momento el GPS nos esta guiando bien, para variar, la verdad, no sabía que el hotel estaba tan apartado - respondo mientras intento orientarme entre las grises calle.

De repente, a nuestra derecha, surge un edificio con aspecto de antigua nave, que resulta ser el ansiado y esperado hotel: Eulenkrug. Al fin hemos llegado. Encima para nuestra alegría, el edificio tiene soportales y podemos parapetar nuestra montura de los elementos. Si no me falla la memoria, hasta ahora hemos tenido mucha suerte en este aspecto y el Falco Stradale ha dormido siempre cubierto. Paramos nuestra moto y ante unas amenazantes nubes, nos ponemos a descargar nuestro equipaje por enésima vez. Después de hacerlo, cojo unas pocas cosas para aligerar la carga de mi novia y me dispongo a hacer el check-in en la pequeña recepción que me saluda.

Al entrar, observo un hotel bastante vetusto, con cierto olor a rancio, o mejor dicho a tabaco y a sudor. Más que un hotel, parece una fabrica que acababa de terminar el turno. Hay un trasiego de gente increíble, por los estrechos pasillos, a pesar de que no se vea gran actividad en el exterior. Me pongo a hablar con el recepcionista, que resultar ser un germano-turco que no habla muy bien ingles la verdad. A pesar de todo, consigo comunicarme con él y consigo que me de la llave de la habitación, no sin dificultad. Por si fuera poco, el WIFI hay que contratarlo aparte y cuesta 8 € más. A pesar de la clavada, decido aceptar, para poder hacer alguna crónica, mandar fotos, y contestar mensajes. Bueno, pues allá voy, cargado con lo que he podido portar del equipaje y las llaves. Me toca subir a un segundo, por pasillos estrechos y laberínticos, tanto es así que me pierdo y cambio de ala del edificio, o al menos eso creo, porque el orden de las habitaciones no guarda lógica ninguna, y tampoco ayuda el que la forma de la planta del edificio se parezca más a un venganza del Tetris que a otra cosa, con multitud de entreplantas y descansillos que no llevan a ninguna parte. Finalmente llego a la habitación y abro la puerta.

Sinceramente, estoy tan cansado de portar tanto peso en la busqueda de "la habitación perdida" que ni siquiera reparo en su aspecto, solo dejo la cosas, reposo mis huesos fatigados durante un breve instante, y acudo raudo a ayudar a mi novia con el resto de nuestras pertenencias. La pobre, que se ha quedado esperando bajo los soportales del hotel, a estas horas ya debe de hablar turco por lo menos.

- ¿Donde estabas?¿Porque has tardado tanto? Seguro que has estado enrollandote a hablar con la recepcionista. - Me pregunta, ciertamente airada.
- Si claro, toda una belleza, ahora la veras, jejeje - Le contesto burlón. Me he perdido en el hotel, espero recordar el camino de vuelta a la habitación, he dejado ya alguna de nuestras cosas.
- ¡Madre mía!la que nos espera - Exclama mientras me carga con una última remesa de cosas y emboca la entrada de nuestro hotel.

Desconozco como pero fui capaz de llegar y guiar a mi novia hasta la habitación a la primera, cosa rara en mi, la verdad. Va a resultar que no era tan difícil llegar después de todo, a nuestra llegada ya si me da tiempo a observar nuestra habitación y tengo que reconocer que ninguno de los dos pudo salir del estado de shock en el que nos sumergimos en los primeros minutos de estancia. En primer lugar, había un gran espacio destinado a un escritorio con sillas y un gran armario, lo extraño de todo, era que había cuatro camas de matrimonio. M Carmen y yo nos miramos sin saber muy bien que decir. Ya estabamos acostumbrados a habitaciones cutres pero esta se llevaba la palma. 
- ¿Para que cuatro camas de matrimonio?, si sólo somos dos - Pensé inquieto. 

La habitación tenia cierto aire años 80, pero no el de la movida madrileña, años 80 de la antigua RDA. Todo era antiguo y estaba algo sucio, las camas tenían un colchón malísimo, las paredes decoradas con papel pintado y las vistas, las vistas daban a un matadero. Por un momento, en nosotros, se instaló el pensamiento de que esta habitación fue, en el pasado, una sala de interrogatorio de la GESTAPO, donde torturaban a la gente en la época de la Guerra Fría. Por esa regla de tres, creo que también dedujimos que el matadero sería la excusa perfecta para deshacerse de los cadáveres. Mientras pensábamos eso, no dejábamos de mirar a esas cuatro camas, que seguían inquietándonos.  "¿Para que cuatro camas?¿Estamos solos?" - cierto aire de misterio se coló en nuestra mente y mientras nos hacíamos estas preguntas, atormentando nuestra alma, al igual que el increíble silencio de la estancia.

- Bueno, a ver si luego va a venir más gente - Pregunto retóricamente al aire en busca de una lógica explicación.
- Bueno, yo me voy a llevar la llave y como aparezca alguien en mi habitación se va a enterar - Dice M Carmen para romper la tensión y el silencio del momento. Nos echamos unas risas y nos preparamos para salir a ver un poco de Hamburgo, que, por extraño que parezca es otra de las ciudades apodadas como "La Venecia del Norte", junto con Brujas, Amsterdam y Estocolmo, esta última, por desgracia, no podremos visitarla en esta aventura. 

Emprendemos la marcha con decisión, son ya las 20:00 y la verdad es que tenemos un hambre atroz tras una larga jornada sobre la moto. Así que tomamos doble ración de moto y nos embarcamos en la aventura de descubrir Hamburgo. La ciudad germana va poco a poco mostradose ante nosotros, con cierto aires góticos que se mezcla con la modernidad de la segunda ciudad en importancia de este país. Rascacielos se funden en el entorno con catedrales de corte clásico y viviendas de clase media de diseño estándar. Mi primera sensación sobre Hamburgo es que es una ciudad algo oscura, a lo que sin duda ayuda el creciente ocaso que se cierne sobre nosotros. 

- Esta ciudad me recuerda a Gothan - Afirmo con rotundidad mientras me deleito con el paisaje adornado por las farolas que va tornándose en nocturno.
- ¿A qué? - Pregunta sorprendida.
- A la ciudad que sale en Batman - Le contesto.
- Estas como una cabra, ¿eh?, vamos a buscar algún restaurante, ¿no? - Solicita mi novia con la urgencia del hambre.
- Es verdad, me apetece probar las famosas bratwurst
- Y a mi la cerveza, jejeje - Me dice M Carmen.

Buscamos en el movil un lugar donde sirvan las famosas salchichas alemanas y ponemos su dirección en el GPS. Mientras el aparato se posiciona y me va cantando la ruta, grabo algunas escenas del tráfico de la urbe y M Carmen aprovecha para hacer algunas fotos. Algo que, evidentemente llama la atención de los transeuntes, que curiosos nos miran desde la acera, desde sus coches, etc. Es precisamente, desde uno de ellos, un señor mayor se pica con nosotros y nos reta a echar una carrerita con su viejo carro de por lo menos 30 años de antiguedad, desconozco la marca, contra mi Falco Stradale, desde un semáforo a semáforo. 



Por desgracia, pierdo la competencia, pero por lo menos le arranco una sonrisa, no es el único, ya que mi novia hace tiempo que esta partiéndose la caja con estos momentos, tan propios de Mr. Bean. Momentos, en los que no se cruza ninguna palabra, pero el lenguaje gestual es lo suficientemente rico como para comprender la realidad del momento. Además se muestra sorprendida ante la hospitalidad alemana.

Con esta divertida anécdota, llegamos hasta el restaurante, que se encuentra dentro del distrito financiero de Hamburgo, pero nos sorprende verlo carente de actividad y con casi todos los establecimientos cerrados, aún siendo no más de las 21:00. Llegamos al restaurante y vacío. ¿A donde se han ido los alemanes?, no hay nadie - Pienso. Con cierta timidez, entramos en el local y hablamos con el camarero, adivinad, es turco también. Le preguntamos si podemos pedir y nos dice que si, a pesar de que estaban a punto de cerrar, así que no perdemos ni un momento, nos acomodamos, tenemos todo el restaurante para nosotros y nos disponemos a disfrutar de primera cena en el extranjero. Es posible que, esta no sea la mejor y más saludable manera de cenar que haya, pero después de todo lo que hemos pasado, no esta de más darnos algún homenaje para subir la moral del equipo. Aquí os dejamos algunas fotos del momento, que creo que hablarán mejor que yo de lo acontecido.
El tema de conversación, a parte de la carrera tipo "Fast and Furious" con el coche de 30 años, fue la excesiva cutrez de la habitación. Yo me defendí diciendo que era la más económica (55€) y que tenía un 6,2 según la web de reservas hoteleras: booking.com. Mi novia, no le dió mucha importancia, conmigo esta a salvo de cualquier espanto. Durante la cena y entre risas recordamos otras habitaciones infames como esa de Paris, con humedades, colchones de esponja, agua fría, vistas a un muro, en un distrito más parecido a Tanger que a la ciudad de la luz, con un 6,5 de nota en la misma página, he de decir. O por ejemplo, esa habitación del Hotel Santa Rosalia, nunca olvidaremos ese nombre, con calificación de 7, de la misma época que narra "Cuentame", con esas cortinas, esos visillos, esos interruptores, ese espejo... ¡madre mía! menudas risas nos echamos recordando aquello. Aunque la reserva de habitaciones, fue iniciativa mía, siempre conté con el consenso de M Carmen, que me hacía huir de lo excesivamente barato y todo lo que tuviera baño compartido, lo verdad es que con Hamburgo me equivocado de pleno. Pero no importa, estos detalles aunque jocosos siempre nos han parecido nimios. En nuestros viajes siempre hemos preferido descubrir el lugar que visitamos a encerrarnos en cuatro paredes con un todo incluido. No todo el mundo viaja de la misma manera y en las mismas circunstancias, pero al menos puedo decir que mi novia y yo coincidimos en nuestra manera de entender los viajes y la aventura. 





Tras la merecida cena, que concluimos algo apresuradamente, por culpa del insistente camarero, ponemos rumbo a nuestro hotel con cierto sabor agridulce, y no por la comida, que le vamos a hacer!. Momento dulce, sin duda, el de la cena, merecida recompensa para una etapa que quizá debió terminar en Bremen, tal y como nos dijo aquel amable desconocido. Momento agrio, el hecho de que apenas hemos visto nada de, "Gothan" quiero decir, de Hamburgo, salvo calles desiertas y camareros ansiosos, pero especialmente hoy necesitamos descansar bien para mañana. Porque mañana tenemos que cruzar el norte de Alemania y Dinamarca entera para llegar a tiempo de coger el ferry con destino a Kristiansand (Noruega) ya en la península escandinava, siguiente fase de nuestra aventura. No sabemos lo que nos deparará el mañana, nosotros de momento, dormiremos con la GESTAPO.

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